Con motivo de la Semana del Orgullo LGTBIQ, durante el mes de julio Filmoteca Española dedica una retrospectiva a Alain Guiraudie (Villefranche-de-Rouergue, 1964). Libre como el viento es, de hecho, el ciclo más completo que se le ha dedicado en España. El cineasta francés es sobre todo conocido en nuestro país, a pesar de su ya larga carrera, por la muy laureada El desconocido del lago (2013), único título estrenado aquí de un legado que ya suma varios cortos, dos mediometrajes, cinco largos y hasta una novela (Ici commence la nuit), también inédita en castellano.
El desconocido del lago es quizás su filme más personal, y el más decididamente queer. No es extraño que, después de revolucionar Cannes, regresara con una película, Rester vertical (2016), sobre un cineasta en crisis, que vuelve a llevarnos por derroteros siempre imprevisibles, aunque regados con las obsesiones de siempre, como las parejas improbables: un gay que embaraza a una bucólica pastora, o ese mismo joven que se acuesta con un anciano para ayudarle a morir mejor… En el cine de Guiraudie todo provoca asombro, y admiración, pues siempre busca una forma de belleza. Hablamos con él a su paso por Madrid, donde ha presentado tanto El desconocido del lago como Rester vertical en sendas proyecciones en el cine Doré.
Pregunta. ¿Qué importancia le concede a esta retrospectiva que le dedica la Filmoteca Española?
Respuesta. Me siento muy honrado porque en España solo he estrenado El desconocido del lago y es una oportunidad para que el público español pueda ver mis películas. Vengo mucho a España de visita y estoy muy familiarizado con su cultura. Además, acabo de ver Dolor y gloria y me ha encantado presentar Rester vertical en la misma sala que sale en la película. Soy un gran fan de Almodóvar.
P. ¿Hay algún otro director español que le interese o le haya marcado?
R. Luis Buñuel. Y también Javier Rebollo, del que soy amigo personal, y Jaime Rosales. Pero Buñuel ha sido alguien muy importante en mi formación como cineasta. Descubrí sus películas en los cine-clubs cuando era joven y me abrió horizontes nuevos por su mezcla de temas sociales con aspectos oníricos o fantásticos. El surrealismo de Buñuel me afecto y emocionó de una manera muy íntima.
P. Su película más conocida en España, la única que de hecho ha tenido una distribución comercial, es quizá la más convencional y contenida, El desconocido del lago. ¿Cómo cree que va a reaccionar el público español al resto de su filmografía?
R. El desconocido del lago es quizá una vuelta a lo clásico. Cuando se estrenó, la gente siempre la comparaba con las películas de Hitchcock. El resto de mi filmografía está compuesta por obras más caóticas, menos construidas. En cualquier caso, siempre intento que la película que estoy haciendo sea completamente distinta a la anterior, que sea una especie de renovación. Pero no tengo ni idea de cómo va a reaccionar el público español, aunque espero sorprenderlos y perturbarlos.
P. Normalmente concede el protagonismo de sus películas a hombres adultos pero jóvenes que se enfrentan a la soledad y el deseo.
R. Todo lo que has mencionado son cuestiones que me preocupan. Por ejemplo, a título personal, mi deseo como hombre es un tema que está siempre en juego. Hay un trasfondo político y revolucionario en el deseo. A partir de Ce vieux rêve qui bouge (2001) para mí fue muy importante afirmar que la homosexualidad no solo era cuestión de gente rica, joven y bien parecida, sino también de obreros y campesinos. Y que la gente que no tiene un cuerpo normativo, o el tipo de cuerpo que estamos acostumbrados a ver en el cine, también podía sentir deseo. Para mí ha sido muy importante mostrar otra cara de la homosexualidad, aunque no haya sido el primero en hacerlo. Además, en mis películas la homosexualidad es evidente, no un tema a debate. Nunca se habla en ellas de homofobia.
P. ¿Lo que le interesa es hablar sobre lo que significa la masculinidad en la actualidad?
R. En Voici venu le temps (2005) me di cuenta de que uno de los actores tenía una manera muy curiosa de moverse y de correr. Le pregunté por ello y me dijo que había buscado su lado femenino para preparar el papel. Me sorprendió que para mostrar la homosexualidad tuviera que buscar su lado femenino. La homosexualidad en el hombre, en definitiva, es algo muy masculino.
P. ¿Por qué priman en sus películas los escenarios rurales?
R. Soy un hombre de campo que nació en una familia de campesinos. Además, he construido mi cine como reacción contra ciertas películas francesas que se hacían en los 90 y que se desarrollaban siempre en París entre cuatro paredes. Era un cine de interior. Yo tenía ganas de abrir horizontes. Una película como Du soleil pour les gueux (2001) la asumí como un si fuera un wéstern de John Ford.
P. Pero en esos paisajes siempre hay un elemento inquietante…
R. Siempre hay algo inquietante en mis películas, no solo en el escenario. Soy alguien inquieto. En el mundo moderno no veo ninguna razón para no estar inquieto.
P. Uno de sus códigos narrativos favoritos es la repetición. ¿Qué es lo que busca con ella?
R. En mi primer largometraje era una idea que estaba ya presente. Me gustan las entrevistas porque me hacen reflexionar sobre temas como éste, en el que no tengo muy claro que es lo que busco. Creo que tiene que ver con los aspectos cotidianos de la vida, que me interesan mucho. Mis películas parten de aspectos banales y cotidianos. Quizá para el 80 % de los espectadores una película como El desconocido del lago es casi ciencia-ficción, pero para mí es algo muy cotidiano. Lo cotidiano consiste en repetir cada día la misma cosa, pero en realidad siempre es distinto. Por otro lado, mi formación es muy teatral y, aunque me cuesta formularlo, creo que también tiene relación con una obra como Esperando a Godot, de Beckett. La repetición nos permite llegar desde lo cotidiano y lo banal a una dimensión universal. Siempre trato de incluir aspectos un poco míticos o mitológicos en mis películas.
P. Se nota que cuida mucho el sonido en sus filmes…
R. Es producto de mi amor por la naturaleza. En El desconocido del lago compusimos una sinfonía con los chapoteos del agua, el sonido del viento… Al fin y al cabo, una sinfonía compuesta con los sonidos tomados en el mismo terreno en donde se rodó la película participa mucho más de la sensualidad de la película que lo que lo hubiera hecho una banda sonora convencional. A partir de El desconocido del lago he empezado a trabajar el sonido de una manera completamente diferente, incluyendo al técnico de sonido desde el principio del rodaje. La idea es trabajar con muy pocos sonidos pero colocarlos en el momento justo.
P. Rester vertical habla de la familia, de la eutanasia, del matrimonio homosexual, de la identidad sexual… ¿Cree que es una película política? ¿Se considera un director político?
R. Sí, me considero un cineasta político, o al menos hago cine de una manera política. No creo que sea un cineasta social, no me dedico a denunciar las injusticias que hay en el mundo. Trato, en cambio, de aportar la singularidad de mi mirada a temas sociales, sin miserabilismo y sin aportar ningún juicio.
P. Pero con un toque de comedia…
R. En realidad lo que hago es buscar el tono entre lo verosímil y lo inverosímil, entre lo cómico y lo dramático, el tono justo. Busco un tono propio y personal.
P. ¿Por qué cree que son tan polémicas algunas de las escenas de sexo de sus películas?
R. El sexo siempre es complicado de tratar en el cine. Para el espectador también es complicado porque nos hace pensar en nuestra propia intimidad. Pero nunca buscó la polémica. En El desconocido del lago era importante que hubiera insertos pornográficos para recordar que también eso forma parte del amor. El cine convencional pinta relaciones idílicas en las que no se ven órganos sexuales mientras que el cine porno muestra órganos sexuales en pleno funcionamiento. En El desconocido del lago quería reunir esas dos vertientes. A la inversa, la escena del suicidio asistido de Rester vertical, en la que Leo hace el amor con Marcel para ayudarlo a morir, es un poco perturbadora por cómo está encuadrada y porque es un plano bastante sostenido y largo. Además, la cuestión puede parecer turbia y sucia, pero yo quería buscar cierta belleza en todo ello.
P. El protagonista de Rester vertical es un cineasta al que le cuesta escribir un guion. Usted no es un director prolífico. ¿De alguna manera estaba hablando de sí mismo?
R. Yo no tengo ninguna angustia ante la página en blanco. Cuando no tengo nada que decir, no escribo. Cuando me surge algo, dejo que fluya. Por el contrario, sí que me da miedo que pueda llegar un día en el que no tenga nada que contar. Esto se puede relacionar con lo que sería el fin del deseo. De alguna manera, Rester Vertical es como una autobiografía inventada. Siempre estoy reinventando la realidad.