De vez en cuando aparecen joyas ocultas del pasado que incomprensiblemente han permanecido lejos de la luz pública durante mucho tiempo. Hace poco escuchábamos un álbum perdido de John Coltrane y ahora se estrena en los cines la grabación de un concierto fundamental de la reina del soul, Aretha Franklin (Memphis, 1942-Detroit, 2018). Un recital de góspel celebrado en 1972 cuya grabación se convirtió en el álbum del género más vendido de la historia en el que podemos, ahora sí, ver a la cantante en todo su esplendor con un repertorio de temas clásicos que suenan prodigiosos en su legendaria voz. Una grabación a cargo no de un cualquiera sino del mismísimo Sydney Pollack, que dejó incompleto el montaje y poco antes de morir en 2008 estuvo tratando de terminar el proyecto pero un embrollo legal con los derechos y los contratos se lo impidió. Al parecer, Frankin quería 50 millones de dólares.
Amazing Grace es un famoso poema cristiano de John Newton del siglo XVIII muy popular en el mundo anglosajón y la performance de esta actuación se convierte en el centro de esta película sencilla en lo formal porque todo está al servicio de la propia Aretha Franklin. Cinco años después de que su primer disco con el sello Atlantic, el célebre I Never Loved a Man the Way I Love You, se convirtiera en un hito que abriría la puerta al soul moderno, la cantante de Memphis celebró este concierto en el momento más álgido de su trayectoria, cuando álbumes como Lady Soul (1968) o Aretha Now (1969) cimentaron su leyenda. Aquí no vemos, sin embargo, a la Aretha que habla de hombres a los que amó y ha perdido o de relaciones tortuosas sino a la Aretha espiritual y religiosa que le canta a Dios y a Jesucristo contando desgarradas historias de caída, perdón y redención que parten el alma.
Grabado en la Iglesia Bautista Misionera New Temple, en Los Angeles, aunque mucha gente conozca a la artista por sus canciones soul para Aretha supuso un regreso a casa. Como muchos grandes cantantes negros, como Sam Cooke o Whitney Houston, Aretha Franklin se formó en sus primeros años en un coro de góspel que actuaba en las misas dominicales. En la película podemos ver a su orgulloso padre, un reverendo de Tennessee con el que comenzó a cantar salmos religiosos siendo una niña para elevar sus sermones. En plenitud de facultades, la cantante nos regala temas como una versión del clásico You’ve Got a Friend, de James Taylor, en clave cristiana que hacen que crea en Dios el mismísimo Engels.