Hacía 8 años que Benito Zambrano (Lebrija, 1965) no estrenaba un nuevo filme, desde La voz dormida (2011). El director regresa con Intemperie, adaptación de la exitosa novela homónima de Jesús Carrasco, una conmovedora historia de amistad entre un pastor (Luis Tosar) que desde hace tiempo vive al margen de la sociedad y un niño (Jaime López) que emprende un viaje a través del desierto huyendo del implacable capataz de su pueblo (Luis Callejo). Un filme ambientado en la posguerra lleno de suspense y emoción, con un toque a wéstern y a cine de aventuras, en un entorno donde los que ostentan el poder lo utilizan caprichosamente, sin piedad ni misericordia. Intemperie inaugura este sábado la SEMINCI de Valladolid, donde compite por la Espiga de Oro, y llegará a las salas el próximo 22 de noviembre.
Pregunta. ¿Qué significa para usted que Intemperie sea la película de inauguración de la SEMINCI?
Respuesta. La SEMINCI es uno de los festivales más importantes de España, reconocido internacionalmente. Estar en Valladolid y, además, inaugurar el programa es algo muy bonito que significa mucho para mí. Tengo especial cariño a Javier Angulo (director de la SEMINCI) y a la gente de Valladolid, pero nunca había ido a presentar una de mis películas al festival. He estado en Cannes o en Berlín, pero me faltaba la SEMINCI. En cualquier caso, que nuestra película sirva de apertura, es muy importante para nosotros en términos de promoción. Los festivales se han convertido en la última trinchera para un cine independiente o interesante, para esas películas que cuesta más trabajo que se vean. Además, son de gran ayuda para que los cineastas puedan tener un contacto con la prensa y con el público de una manera especial.
P. ¿Cuándo se cruzó en su camino este proyecto de adaptación de Intemperie?
R. Fue la productora Morena Films la que se puso en contacto conmigo para decirme que tenían un proyecto que me podía interesar. En aquel momento, ya tenían un guion elaborado por Pablo y Daniel Remón y me explicaron que querían empezar a rodar pronto. A mí me pareció magnífica la idea y me gustó mucho lo que habían hecho los hermanos Remón con la adaptación de la novela, pero me puse a trabajar con ellos en una última revisión para hacer mía la película. Yo siempre he estado involucrado en la escritura del guion de mis filmes desde el primer momento y aquí ese trabajo estaba muy avanzado. Solo tuve que recoger la cosecha y adaptarlo a mi estilo, con el nivel de profundidad que a mí me gusta.
P. ¿Había leído la novela?
R. No, no había oído hablar de ella. Cuando la leí, me encantó. La novela de Jesús Carrasco habla de un universo ideal del campo. Yo soy de pueblo y mi familia trabajaba en el mundo rural. Por tanto, es un universo que me importa y que está relacionado con mi origen y que me es cercano.
P. Intemperie es una película de aventuras, marcada de alguna manera por la estética del wéstern. ¿Eran géneros a los que se quería acercar aquí?
R. Después de leer el guion, cuando hablaba con el productor Juan Gordon, veíamos claro que la película tenía un elemento de aventura, de huida, de escapada, de persecución… Había malos y buenos, un código que no sabría decir si pertenece al wéstern. Al fin y al cabo, hoy en día todos los géneros se mezclan. Y había un componente de cine de acción que no aparecía en mis trabajos anteriores. Pero yo siempre he sido un gran amante del wéstern y un gran amante de las películas de aventuras. En realidad, es el cine con el que crecía un chaval de Lebrija como yo en los 80, ya que había poco acceso al cine de autor intelectual en las salas y en la televisión. Para mí las películas de John Ford son obras maestras. Pero, independientemente del género de la película, he intentado que hubiera personajes con entidad. Y que, sin dejar de atender al entretenimiento, hubiera la hondura y la emoción del cine que he hecho y que me gusta.
P. Los personajes son casi arquetípos, con líneas muy claras entre los buenos y los malos…
R. Efectivamente, estamos en un género que esboza a los personajes con una sola línea. En el wéstern hay personajes muy esquemáticos: el que pierde, el que gana, el bueno, el malo, el valiente, el cobarde… Y la mayoría de historias que contamos son historias entre el bien y el mal, entre la parte oscura y odiosa y la parte bondadosa, solidaria y tierna del ser humano. Eso está en la película con trazos más gruesos que en un acercamiento psicológico puro y duro. En realidad, el objetivo de esta película es que entretenga y que el espectador se lo pase bien, disfrute y se ilusione.
P. En el libro no se hacen referencias al momento exacto en el que trascurre la historia, pero en la película sí. ¿Por qué?
R. No quería despistar al espectador. Hicimos unos pases al principio sin poner la fecha y la gente nos preguntaba en qué época se ambientaba, pero no quería que el espectador pensara en esas cosas y perdiera la concentración. La novela tiene muchas páginas y exige mucho tiempo al lector, pero en una película tienes dos horas. Quería que el espectador se despistara lo menos posible y de ahí que pongamos la fecha. Estamos en los años 40, años duros, crudos, de la España miserable de la posguerra con toda la carga de lo que ya había pasado.
P. ¿Ha sido el rodaje más duro en el que ha participado?
R. Sí, por varias razones. Para empezar, es una película muy diferente al resto de las que he dirigido porque había que compaginar escenas de acción y escenas de personaje. En las escenas de acción había además que coreografiar peleas y movimientos, y eso es muy complicado, a pesar de que contamos con la inestimable ayuda del especialista Fernando Pujol. Después, todos los escenarios son exteriores y el paisaje acaba siendo un elemento más de la historia. En mis anteriores filmes el paisaje nunca había tenido mayor valor porque solo me interesaba el paisaje humano, las personas. Aquí hay un universo exterior muy importante. Y, por último, llegué a la película con muy poco tiempo de preparación comparado con los dos años que suelo tardar en escribir el guion y en la preproducción. En el rodaje no tenía todas las cosas claras y fue fundamental el aporte y el trabajo del equipo. El cine es un arte que se crea en colectividad y que necesita del talento, la entrega y la energía de todo el equipo. Eso lo tengo claro desde mi primera película, pero en este caso ha sido aún más importante.
P. ¿Está contento con el resultado?
R. Estoy muy contento. Es una película coherente, bien armada, bien trabajada en todos los campos y en todas las áreas. Tiene pegada y fuerza. No creo que el espectador se vaya a aburrir. Es una película para que disfrute el público, con una gran carga emocional.
P. Decía Hitchcock que había que evitar los rodajes con niños y animales.
R. Creo que incluía también la época en la triada maléfica. Todos esos elementos suelen dar problemas, es verdad. Tuvimos problemas con algunos vehículos que se nos averiaban y teníamos que llamar al mecánico. Después, las ovejas se empeñaban en no respetar las marcas y se ponían a balar. Trabajar con animales es muy difícil y realmente te pueden fastidiar un rodaje. Pero trabajar con Jaime fue una maravilla. Es cierto que hay que respetar unos horarios con los niños y eso condiciona en parte, pero Jaime es un niño listo, inteligente, intuitivo, talentoso y comprometido. Además tenía un personaje tremendamente difícil que sin embargo resolvió con sobresaliente.
Una sección oficial en clave europea y femenina
13 de los 18 largometrajes que competirán en la SEMINCI por la Espiga de Oro son producciones o coproducciones de algún país de nuestro continente y siete de ellos están dirigidos por mujeres. La sección oficial, por tanto, tendrá un marcado acento europeo y femenino y, además, contará con cineastas galardonados ya en el festival como Goran Paskaljevic (Despite the Fog), los hermanos Dardenne (El joven Ahmed) y Grimur Hákonarson (The County). Entre las películas más esperadas se encuentra Lara, galardonada con el Premio Especial del Jurado y Premio a la Mejor actriz en Karlovy Vary, segundo trabajo del alemán Jan-Ole Gerster, aclamado director de Oh Boy. También, se presentará en Valladolid la película que recibió el máximo galardón en el festival checo, Bashtatam de Kristina Grozeva y Petar Valchanov, o la ganadora de la sección Un Certain Regard en el pasado festival de Cannes, A vida invisible de Eurídice Gusmao, de Karim Aïnouz. No habrá que perder la pista tampoco de And then We Danced, de Levan Akin, elegida por Suecia para optar al Óscar a Mejor Película Extranjera o del nuevo trabajo del islandés Rúnar Rúnarsson. Además, el festival entregará sus Espigas de Honor a Antonio Hernández, Alejandro Amenábar, Najwa Nimri y Luis San Narciso y prepara una extensa retrospectiva de cine georgiano.