Robert Evans es uno de esos productores cuya vida podría ser perfectamente materia cinematográfica. Así lo certificó el apasionante documental El chico que conquistó Hollywood (Brett Morgen, Nanette Burstein, 2002), que adaptaba la autobiografía del productor, un carrusel de éxitos, escándalos, sexo, tragedia e infamia cuya prolongación llegaba a su final este pasado sábado. Evans fallecía a los 89 años y así se ponía punto y final a una trayectoria en la que, desde Paramount, fue responsable de El padrino o Chinatown.
Pero antes Evans fue un actor mediocre en películas como El hombre de las mil caras (Joseph Pevney, 1957), en la que interpretaba al productor Irving G. Thalberg, y ¡Fiesta! (Henry King, 1957), en la que hacía de torero, para abandonar de manera definitiva la actuación en 1959 consciente de sus limitaciones. Evans había nacido en 1930 como Robert J. Shapera en Nueva York en 1930 y en un primer momento triunfó con una empresa de ropa femenina fundada junto a su hermano. Tras su affaire con la actuación, vendió la empresa a Revlon, y tras una serie de jugadas afortunadas en Hollywood consiguió que Charles Bluhdorn, mandamás de Paramount, le nombrara vicepresidente. Con Evans al frente se sucedieron los éxitos: La extraña pareja (Jean Sacks, 1968), La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968), Un trabajo en Italia (Peter Collison, 1969), Valor de Ley (Henry Hathaway, 1969), Love Story (Arthur Miller, 1970), Harold y Maude (Hal Ashby, 1971), El padrino (Francis Ford Coppola, 1972), Serpico (Sydney Lumet, 1973) o La conversación (Francis F. Coppola, 1974).
Sin embargo, insatisfecho con su compensación económica y deseoso de producir filmes con su propia marca, Evans consiguió un acuerdo con Paramount que le permitió seguir en la major pero actuar como un productor independiente. De esta manera produjo Chinatown (Roman Polanski, 1974), Marathon Man (John Schlesinger, 1976), Domingo negro (John Frankheimer, 1977), Cowboy de Ciudad (James Bridges, 1980), Popeye (Robert Altman, 1980) y Cotton Club (Francis Ford Coppola, 1984). Con esta última película arrancaría su declive, viéndose involucrado en un caso de tráfico de cocaína. Posteriormente, estrenaría productos fallidos como Acosada (Phillip Noyce, 1993), Jade (William Friedkien, 1995), The Phantom (Simon Wincer, 1996), El Santo (Phillip Noyce, 1997) o Como perder a un chico en 10 días (Donald Petrie, 2003).
Mujeriego impenitente, Evans se casó en siete ocasiones. Su relación más sonada fue con la actriz Ali MacGraw, a la que conoció durante la producción de Love Story y que le abandonaría por Steve McQueen.