La Conquista de América es uno de los episodios históricos que más polémica genera en la actualidad. Sin ir más lejos, el presidente de México Andrés Manuel López Obrador remitía el pasado mes de marzo una carta al rey Felipe VI exigiendo disculpas por los “agravios” cometidos por los conquistadores en lo que hoy es México. Aunque la demanda no fue atendida, bien es cierto que todo lo relacionado con la llegada de los españoles al Nuevo Mundo es tratado por las autoridades con extrema cautela. De ahí que el V centenario del desembarco de Hernán Cortés en tierras méxicas en 1519 esté transcurriendo sin pena ni gloria en nuestro país. En febrero de este mismo año, el ministro de Cultura José Guirao alegaba falta de previsión presupuestaria ante la ausencia de un programa de actos que celebrara la efeméride pero, al mismo tiempo, explicaba que no era fácil porque había que respetar que “en México la figura de Hernán Cortés no es muy simpática”. De manera que no quedaba claro si se trataba de falta de fondos o de excesivo tacto.
Sin embargo, la productora mexicana Dopamine sí que ha tenido el buen tino de aprovechar que se cumplen 500 años del inicio de la aventura de Cortés para desarrollar la serie Hernán, que puede verse desde este jueves en Amazon Prime Video. Y lo han hecho además con la idea de ofrecer un retrato ecuánime de los logros y los pecados del conquistador extremeño, sin caer en anacronismos ni en visiones interesadas del asunto. “Sobre todo, queríamos que la serie fuera apolítica”, asegura la navarra Amaya Muruzábal, directora de contenidos de Dopamine. “Nuestra idea era ofrecer una lectura narrativa vital y que se viera a Hernán Cortés como lo que fue: un hombre de su tiempo con sus luces y sus sombras”.
No resulta extraño que sea Óscar Jaenada quién dé vida al conquistador extremeño en esta ficción si tenemos en cuenta la popularidad del actor español en México, donde ha interpretado a Cantinflas en un biopic de 2014 y al malvado Luisito Rey en la serie sobre el cantante Luis Miguel. Su Cortés aparece como un hábil diplomático con ambigüedad moral y genio militar, con un lado luminoso y otro oscuro, fascinado por una tierra desconocida y un pueblo al que no pudo controlar. “Intentamos responder a la pregunta de quién era Hernán Cortés”, explica Muruzábal. “Pero en vez de rehuir las polémicas que le salpican en la actualidad lo que hicimos fue abrazarlas desde la responsabilidad moral y desde una visión humanista. Por eso recurrimos al perspectivismo y cada uno de los 8 episodios está centrado en un personaje distinto que representan la diversidad de opiniones que hay y ha habido a lo largo de la historia sobre él”.
El primer capitulo sigue los pasos de la Malinche, bautizada como Marina por los españoles, la que fuera intérprete, consejera, intermediaria y amante de Hernán Cortes. Posiblemente nacida en Veracruz, era una mujer náhuatl que tras la batalla de Centla fue regalada por los mayas a los españoles. Cortés se la entregó a uno de sus soldados como compañera, pero tras descubrir que hablaba tanto maya como náhuatl la utilizó de intérprete y posteriormente la convertiría en su compañera. A través de sus ojos vemos la codicia por el oro de los españoles y el vejatorio trato que impartían a las mujeres del lugar. “Ella es un personaje femenino que realmente ha cambiado la historia”, opina la directora de contenidos de Dopamine. “Pero hay varias tipologías de Marina, desde la soberbia y orgullosa indígena a la superviviente, pasando por la Marina vengativa o la que compartía su inteligencia con Cortés. En México no tiene muy buena fama porque es el prototipo de traidora. De manera que no sabíamos muy bien cómo desarrollar el personaje de Marina hasta que apareció en el cásting Ishbel Bautista. Marina no dejaba de ser una chica menor de 20 años, que había sido vendida por su madre, que era una esclava muy valiosa por ser bella e inteligente pero que al mismo tiempo era carne de cañón porque, al fin y al cabo, eran los esclavos los que pasaban por la piedra de sacrificio. Ante todo fue una gran superviviente, pero también podía llegar a decirle a Cortés que se estaba equivocando”.
La serie arranca en Tenochtitlán en el año 1520. Hernán Cortés ha hecho prisionero al emperador Moctezuma con la idea de apoderarse de la ciudad, pero desde la costa le llegan noticias inquietantes: un ejército de soldados españoles acaba de desembarcar en Veracruz al mando de Pánfilo de Narváez para apresarle. Desde este punto, y a base de flashbacks, vamos conociendo la peripecia del conquistador en México. “No era un aventurero o un pirata sino un grandísimo estratega”, expone Muruzábal. “Yo siempre lo comparo con Ulises. Tiene la característica heroica de la inteligencia. Y además protagonizó la historia del mestizaje, dolorosa e inevitable, pero al mismo tiempo una de las fuentes de riqueza más importantes a día de hoy”.
La factura de la serie es impecable: la apuesta visual es potente, los efectos digitales de la empresa El Ranchito (famosos por su trabajo en Juego de Tronos) lucen especialmente bien cuando dibujan la exótica y compleja ciudad de Tenochtitlan –conocida como la Venecia del Nuevo Mundo-, la reconstrucción de la época meticulosa y las escenas de batallas y escaramuzas son vibrantes, violentas y viscerales. “Para la recreación histórica, nuestro investigador de cabecera fue César Moeno, que nos ha instruido en infinidad de detalles para ser lo más realistas posibles”, comenta Muruzábal. “Pero también nos empeñamos en no quedarnos clavados en la anécdota. No hemos sido tan didácticos como nos gustaría, pero esperamos que la gente después de ver la serie acuda a Wikipedia y a otras fuentes para conocer más”.
Pese al olvido al que las autoridades españolas han condenado a un conquistador cuyos logros se podría comparar con los de Julio César o Alejandro Magno, parece que la televisión va a seguir profundizando en el personaje. Javier Bardem lo va a interpretar en una serie auspiciada por Steven Spielberg y dirigida por Ciro Guerra. Estaremos atentos.