En El futuro (2013), hace ya siete años, Luis López Carrasco regresaba a 1982 para rastrear los que quizá sean los orígenes de algunos de los males que hoy nos afligen. En aquel guateque claustrofóbico, falsamente conservado en una vieja película de 16 milímetros, editado de manera tan elusiva como iluminadora, el realizador murciano se interrogaba por la esperanza fugaz que pulverizó los primeros años de democracia para, casi inmediatamente, ser ahogada por la ola implacable de la geopolítica internacional y acto seguido quedar sepultada por la espuma de un proceso de mi(s)tificación que hizo de la Transición un impasse inmaculado.
Si aquella relectura del pasado servía para incendiar de preguntas un presente arrasado por una crisis desoladora, en El año del descubrimiento (2020), su segundo largometraje en solitario que se estrenará mundialmente en el Festival Internacional de Cine de Rotterdam, López Carrasco retrocede hasta 1992, el año del big bang español -aquel en el que nuestro país fue un faro para el mundo- en el que coincidieron la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla. Sin embargo, el cofundador del colectivo ‘Los Hijos’ junto a Natalia Marín y Javier Fernández Vázquez, sitúa la acción de este filme de 200 minutos en un bar de Cartagena, ciudad que por aquel entonces sufría los estragos del descalabro industrial que arrasó la región a principios de la década de los 90 y recupera, a su vez, un hecho arrinconado por la historia oficial: el incendio del edificio de la Asamblea Regional de Murcia tras una jornada marcada por los enfrentamientos entre la policía y los centenares de manifestantes que protestaban contra las consecuencias del empobrecimiento de una comarca desballestada por la masiva destrucción de empleos. Esa paradoja factual -la de un país que promociona su bonanza económica a través de sus fastos mientras su tejido industrial se deshilacha- ha llevado al director de Aliens (2017) a firmar un retrato coral en el que, tal y como reza el press-book de presentación, “vecinos, jóvenes y desempleados charlan en el interior de un bar entre cigarrillos, desayunos y aperitivos. Recuerdan sueños insólitos, comparten preocupaciones laborales y proyectan planes de futuro. El bar se encuentra en la ciudad de Cartagena, en el sudeste del país. A medida que avanza la jornada se escuchan, cada vez más cerca, los disturbios de la crisis industrial de 1992”. Para aproximarse a aquella época la película ha sido rodada en Hi8 con la intención de reproducir la textura del vídeo doméstico propia del periodo. Además, su edición a doble pantalla pretende focalizar “diferentes puntos del bar en el que se desarrolla la totalidad del filme, como si fuéramos testigos de conversaciones anónimas que se desarrollan a nuestro alrededor”. El año del descubrimiento constituirá la única presencia española en la Tiger Competition, la sección más importante del certamen, y concurrirá junto a otros nueve títulos que van de thrillers coreanos en la mejor tradición hard-boiled (Beasts Clawing at Straws de Kim Yonghoon) hasta una odisea redentora ambientada en la Venezuela actual en la que conviven la autoficción, el género de aventuras y la abstracción (La fortaleza de Jorge Thielen Armand).
Ahora bien, la película de Luis López Carrasco no será el único descubrimiento español con el que se toparán los asiduos al festival de Rotterdam. Así, en el apartado ‘Bright Future’, dedicado a los primeros largometrajes, estará My Morning Breztel (2019), el debut de Núria Giménez Lorang, falso documental que combina fragmentos del diario de Vivan Barrett con las imágenes extraídas de los vídeos domésticos rodados por su marido, que tuvo su premiere mundial en el pasado Festival de Gijón. En la misma sección también estará Tal día hizo un año (2020), de la hispano-alemana Salka Tiziana, que recupera sus veranos de infancia en Sierra Morena para firmar una película marcada por los contrastes: desde el generacional (una madre y sus dos hijos viajan a la finca de su suegra para encontrarse con un padre que no llega) hasta el lingüístico, pasando por el fílmico (combina el uso del 16 mm y de la alta definición). En el apartado de mediometrajes entrará en liza Irene Gutiérrez con Diarios del exilio (2019), película producida por Filmoteca Española en colaboración con varias filmotecas autonómicas y con la Cineteca de México, construida a base de filmaciones en Super-8 que muestra el ambiente familiar, político y social de los cuarenta años de exilio causados por la Guerra Civil española y la dictadura de Franco. Además, Una película en color (2019) de Bruno Delgado Ramo, participará en la subsección de cortometrajes.
En la última edición de Bero Beyer como director del festival, Rotterdam sigue escudriñando el panorama cinematográfico mundial a través de un vasto programa que, además de los 34 títulos que se agrupan en sus tres principales escaparates competitivos (Tiger, Big Screen y Bright Future), abre el foco para que miradas de toda índole -desde el experimentalismo más radical hasta el reconocimiento a una cineasta tan delicada como Marion Hansel- se derramen sobre un público tan fiel como receptivo. En el certamen neerlandés tampoco faltan los grandes nombres cuyas producciones más recientes han ocupado buena parte de la actualidad cinematográfica del último año. Ahí estará la proyección especial en blanco y negro de Parásitos (2019), acompañada de una masterclass del propio Bong Joon Ho, o el pase especial de Crash (David Cronenberg, 1996) con la Royal Philharmonic Orchestra de Rotterdam interpretado en directo la banda sonora original compuesta por Howard Shore.
Esa lista de figuras consagradas se completa con la inclusión de los últimos filmes de Terrence Malick (A Hidden Life), Lav Diaz (The Halt), Pedro Costa (Vitalina Varela), Bruno Dumont (Jeanne d’Arc), Corneliu Porumboiu (La Gomera), Kleber Mendonça Filho (Bacurau), Pablo Larrain (Ema), Xavier Dolan (Matias et Maxime), Yao Dinan (El lago del ganso salvaje), los hermanos Safdie (Uncut Gems) o Bertrand Bonello (Zombie Child). En este grupo tan selecto también se incluyen obras nacionales como Longa Noite (Eloy Enciso), O que arde (Oliver Laxe, 2019), Liberté (Albert Serra, 2019) y Zumiriki (Oskar Alegria, 2019), títulos ampliamente reconocidos en las recientes ediciones de los más importantes festivales internacionales, que estarán acompañados por los postreros trabajos de cineastas infatigables y de dilatada trayectoria como José Luis Garci con El crack cero (2019) o Gonzalo Suárez, que a sus 85 años acudirá con su ultima pieza, el mediometraje El sueño de Malinche (2019), a la sección ‘Perspectives’.