En 2014 Diao Yinan (Xi’a, 1969)  ganaba del Oso de Oro en Berlín con Black Coal, un denso thriller sobre un asesino en serie en el que radiografiaba los desequilibrios del rápido crecimiento económico de China. Ahora regresa a los cines cinco años después con El lago del ganso salvaje, seleccionada a competición en Cannes, otro thriller en el que vuelve a demostrar su enorme talento para la puesta en escena así como su fina capacidad para detectar las heridas ocultas de su país. Con un tono hiperromántico, Yinan reinventa el drama criminal juvenil en un filme en el que juega con todos los tópicos: las motos, el héroe perseguido injustamente o la prostituta bondadosa para hablar sobre asuntos como el sacrificio y el destino y de paso mostrarnos otra vez el rostro menos visible y más doloroso de ese inmenso país. Lo hace arrojando luz sobre uno de sus rincones más desconocidos, un pueblo remoto que ha vivido una rápida y desordenada urbanización  combinado con un vertiginoso desarrollo. Allí conocemos a una sociedad que se debate en un precario equilibrio entre una modernidad de neón y unas tradiciones milenarias. El director nos explica por qué el cine negro es un género eminentemente romántico, la autenticidad redentora de esos protagonistas a contracorriente o la polarización entre ricos y pobres como principal consecuencia del “milagro” chino.

Pregunta. ¿Concibe El lago del ganso salvaje como una película romántica?

Respuesta. Para mí el fondo del cine negro justamente es el romanticismo. Me gusta cuando los personajes se mueven en la frontera entre la realidad y los sueños formando un imaginario muy poético que aporta gran fuerza para el público. Vemos las relaciones entre hombres y mujeres en un contexto en el que son muy difíciles de adivinar generando un ambiente bastante romántico. Mi intención con ese “lago del ganso salvaje” es crear una nueva leyenda inspirada en el cine negro clásico del que hago mi propia interpretación. Hay un primer nivel que es la narración de la historia pero después podemos encontrar varios niveles más profundos de lectura.

P. ¿En la juventud tenemos más tendencia a ser románticos?

R. No he querido asociar de manera consciente el romanticismo con la adolescencia. Lo que reflejo es un fenómeno real y es que muchos adolescentes o menores de edad participan en pandillas de delincuentes. Es algo que sucede en todas partes del mundo. Los jóvenes se dejan llevar más por sus deseos y tienen menos capacidad de resistencia a las tentaciones que se les presentan. Es una edad en la que es más fácil ser manipulados por otras personas.

P. ¿La verdad está en los ambientes marginales como sostiene Thomas Bernhard?

R. Los protagonistas son dos personas marginadas, uno legalmente y la otra moralmente. Lo que quiero expresar en la película es que ambos, a su vez, están luchando contra el papel que les ha otorgado la sociedad. Ellos ganan su propia dignidad batallando contra esas restricciones que les vienen impuestas llevando a cabo sus propias ideas sobre lo que debe ser el mundo al margen de lo convencional. Mi intención es innovar en las películas policíacas o de cine negro y crear un nuevo género.

P. ¿No le da miedo forzar el dramatismo de la acción?

R. El público chino sin embargo después de ver esta película se ha quejado de que no es demasiado dramática mientras en Occidente me dicen que utilizo esos elementos sin freno. Al final hago lo que considero oportuno para la historia que estoy contando. 

P. ¿En la sociedad china se produce un choque entre la tradición y la modernidad?

R. Ese “lago del ganso salvaje” en el que se refugia el protagonista es un tipo de espacio donde se mezcla gente de todas partes. Estos pueblos urbanos son un fenómeno bastante generalizado como consecuencia del desarrollo económico. Son como una herida del crecimiento que ha vivido el país. Se genera un tipo de paisaje muy especial entre la ciudad y el campo donde se ven muy claras las diferencias sociales entre los pobres y los ricos. Ese choque entre tradición y modernidad que define mi país se puede ver muy claramente en las zonas rurales donde resulta más evidente que en las ciudades. 

P. ¿La desigualdad supone el primer punto de conflicto en la sociedad china?

R. Con la llegada del capitalismo a China y los procesos de apertura y de reforma se produce el deseo de las personas de hacerse ricas. Allí vemos una polarización enorme que ha aumentado el número de crímenes y ese es el contexto de la película. Lo que vemos en el filme es el precio a pagar por el desarrollo y cómo la gente que vive de manera más tradicional trata de evitar que eso les contagie y destruya su forma de vida.

P. ¿Quiere ser realista y al mismo tiempo huir del realismo convencional?

R. Estos pueblos urbanos son espacios muy desconocidos para los propios chinos y por supuesto aún más para los occidentales. Vemos un estilo de vida fuera de la sociedad mainstream, se sitúan entre la realidad y el ensueño. No he inventado ninguna cosa a propósito, este ambiente no se crea aposta, los mismos pueblos son así.

P. ¿Es finalmente una historia de redención?

R. Lo que redime a los dos protagonistas es que quieren crear su propia identidad al margen de los dictados de la sociedad. Ellos buscan su propia libertad y su dignidad a su manera. Lo que quiero mostrar es que aunque ella sea una mujer marginada también puede conquistar su dignidad.

@juansarda