El cineasta José Luis Cuerda ha fallecido a los 72 años este martes de una embolia en el Hospital de la Princesa de Madrid. Director, guionista y productor de cine, su nombre siempre estará asociado al humor absurdo y surrealista que desplegó en Amanece que no es poco, película que cuenta con una amplia legión de seguidores muchos años después de su estreno. Sin embargo, Cuerda fue un hombre polifacético que rodó todo tipo de filmes y que, por ejemplo, consiguió un gran éxito con un drama como La lengua de las mariposas, una adaptación de un relato de Manuel Rivas. En esta película la música estaba firmada por Alejandro Amenábar, al que ayudó a abrirse camino en el séptimo arte en los tiempos de Tesis (1996). Después produciría también Abre los ojos (1997) y Los otros (2001).
"Siempre he pensado que los proyectos cinematográficos deben llevarse a cabo con cohesión entre director y productor", comentaba en 2002 en una entrevista en El Cultural. "Y siempre he hecho mis filmes al cien por cien de acuerdo con quien ponía el dinero. Todo lo he pactado siempre, ni mi voz ni la del productor ha sido nunca la última. Como productor, he hecho lo mismo. Me he sentido con Amenábar como alguien que estaba ahí para poner los medios en películas con las que estaba totalmente de acuerdo. En algunos casos, me hubiera gustado tener como productor a alguien como yo. La verdad es que desde que pensé en el cine vi por dónde venían los males".
Vehemente, sincero e imaginativo, gran conversador, Cuerda nació el 18 de febrero de 1947 en Albacete. Empezó a estudiar Derecho, pero dejó la carrera a medias para convertirse en técnico de radiodifusión y televisión. En 1969 empezó a trabajar en TVE, donde realizaba reportajes y documentales para los servicios informativos (llegó a producir 500 piezas) y entre 1985 y 1987 fue profesor de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca.
Tras adaptar para televisión El túnel (1977), de Ernesto Sábato, y rodar otro telefilme titulado Mala racha (1977), Cuerda dirigió en 1982 su primer largometraje, Pares y nones, una comedia de las denominadas madrileñas sobre una serie de treintañeros con problemas en el amor y dificultades para madurar. Posteriormente inauguraría su serie de películas de tintes surrealistas con Total, otro filme de tan solo 53 minutos rodado para TVE que tomaba la Biblia como punto de partida. Su primer gran éxito le llegaría sin embargo con El bosque animado (1987), adaptación de la novela de Wenceslao Fernández Flores, con Alfredo Landa en el papel protagonista. La película se hizo con cinco premios Goya, entre ellos los de mejor película, mejor actor y mejor guion para Rafael Azcona.
Un año más tarde se lanzaría a rodar la que a la postre es su película más recordada, Amanece, que no es poco (1988), en la que dio rienda suelta al humor absurdo que ya había desplegado en Total. Con un reparto coral en el que estaban actores de la talla de José Sazatornil, Chus Lampreave, Luis Ciges, Aurora Bautista, Manuel Alexandre, Pastora Vega, Rafael Alanso, Tito Valverde, Antonio Resines o Miguel Rellán, Cuerda ofreció una serie de cuadros surrealistas ambientados en la sierra de Albacete. Difícil seleccionar tan solo uno de los gags (aunque el del plagio de Faulkner es absolutamente descacharrante) que desplegaba un filme que en principio pasó bastante desapercibido en taquilla, pero que con el paso de los años quizá sea el filme español de culto más celebrado. Ahí están sus fans irredentos, apodados por ellos mismos 'amanecistas', que celebran cada novedad en torno al filme.
"A lo largo de los años se han ido incorporando nuevas generaciones al disfrute de la película", comentaba Cuerda a El Cultural en 2014. "Creo que Amanece, que no es poco, sin modestia ninguna porque tengo muy poca, tiene los suficientes alicientes para gustar a generaciones muy distintas y probablemente, en esa variedad de estímulos, se encuentran los que vuelven a la película, los que leen el guion que ya se publicó el año pasado… Se animan unos a otros, son gente dicharachera y jocosa y se lo pasan bien".
El lento pero seguro éxito de Amanece, que no es poco hizo que Cuerda volviera a probar con el mismo tipo de película en dos ocasiones más. La primera de ellas, en 1995, con Así en el Cielo como en la Tierra (1995), en la que reclutaba para la causa a Fernando Fernán Gómez y a Francisco Rabal. La segunda, hace algo más de un año, Tiempo después (2018), una disparatada distopía construida sobre las terribles diferencias que existen en la actualidad entre los escasos y ensimismados ricos del mundo y el resto de la población. De nuevo reclutaba Cuerda un reparto coral en el que aparecían los chanantes Carlos Areces, Joaquín Reyes y Raúl Cimas (es innegable la influencia que tuvo el director en el humor posmoderno que desarrollaron este grupo de humoristas nacidos en su mayoría también en Albacete), Berto Romero, Andreu Buenafuente, César Sarachu, Arturo Valls, Manolo Solo, Antonio de la Torre, Secun de la Rosa y un Miguel Rellán que, junto con Gabino Diego, conectaba la película con las anteriores.
Sin embargo, Cuerda no se limitó a la comedia aunque rodó alguna más como La marrana (1992) o Tocando fondo (1993), con un estilo más convencional. Con La lengua de las mariposas (1999) inauguraría una época en la que se centró en el drama, aunque nunca repetiría el éxito de esta adaptación de Rivas, que narraba la entrañable relación entre un niño y su profesor (un inolvidable Fernán Gómez) en tiempos de la posguerra. Después llegarían La educación de las hadas (2006), con Ricardo Darín; Los girasoles ciegos (2008), con Maribel Verdú y Javier Cámara, y Todo es silencio (2012), con Quim Gutiérrez y Miguel Ángel Silvestre.
Declaraciones de Manuel Barroso, presidente de la Academia de Cine:
"Hoy lamentamos la pérdida de José Luis Cuerda, una referencia esencial de nuestro cine más reciente. Cuerda ha creado y contribuido a crear un puñado de títulos esenciales de nuestra cinematografía. Hasta el punto de que sin su obra no se entiende nuestra historia más reciente. Como director perdemos a un cineasta libre, rebelde, inconformista y radical. Un auténtico iconoclasta, que se movía dentro de la industria con el respeto de todos sus compañeros y colaboradores. Su labor como productor es una extensión de su trabajo como autor. Su generosidad, su visión, su ironía, su buen gusto le llevaron siempre a quitarse importancia a si mismo. Sin embargo su influencia es decisiva para todos nosotros y para nuestro cine. Cuerda supo conectar su personalidad única con los gustos del público. Sus películas se han extendido más allá de las pantallas y han cobrado vida propia. Hasta el punto de convertirse en obras míticas. Con él, y ahora sin él, para nosotros seguirá amaneciendo. Que no es poco".