En la guerra abierta entre las salas de cine y las plataformas en streaming el coronavirus se ha convertido en el invitado que nadie esperaba a la mesa. Cerradas las salas, los cinéfilos más exigentes tienen varias opciones para saciar sus instintos. Plataforma consagrada al cine de mayor calidad, Filmin nos ofrece la posibilidad de aprovechar el parón forzoso para fijar la atención en grandes autores que quizá no son tan fáciles de degustar durante la vorágine de la vida corriente. Por ejemplo, la filmografía completa de un maestro como Andrei Tarkovski, hasta hace poco difícil de encontrar en DVD, y disponible desde hace poco en la plataforma. Su ritmo moroso y su afición por los metrajes generosos son una buena alternativa a las series para quienes tienen tiempo por delante.
Para inaugurar su nueva web, www.thefilmintimes.com, en la que a modo de periódico relacionan grandes eventos de la historia con la película inspirada en ellos, estrenan en la plataforma una película fundamental de la historia del cine como Shoa, el largo documental de Claude Lanzmann (son más de nueve horas) en los que revive el Holocausto mediante testimonios de supervivientes. Para los amantes de las duraciones largas, se estrena la argentina La flor, nada menos que catorce horas, ganadora del último BAFICI (Festival de Cine Experimental de Buenos Aires) y hit del circuito independiente. Protagonizada por cuatro mujeres, Mariano Llinás reflexiona sobre el género en este filme dividido en seis capítulos (aunque no es una serie).
No sin cierta ironía, en Filmin han preparado un “canal cuarentena” con películas marcadas porque sus protagonistas se ven obligados a quedarse confinados en sus casas. Destacamos Maravilloso Boccaccio, penúltima película de los Taviani, en la que rescatan el clásico de Decamerón para reflejar una Florencia "confinada" por la peste. Buena ocasión para revisar La ventana indiscreta, clásico de Alfred Hitchcock, un autor cuya filmografía completa se acaba de incorporar al catálogo. Y la selección de la Filmoteca nos propone títulos tan sugerentes como Lejos de los árboles, película “maldita” de Jacinto Esteva donde muestra una España atrasada y supersticiosa en los 70.
La flor, de Mariano Llinás
Catorce horas son muchas, pero mucho más tiempo suman muchas series y hay quien no para hasta que se las acaba todas. El propio director del filme, Mariano Llinás, nos cuenta al principio que “hay cuatro historias que empiezan y no terminan, después viene el episodio cinco que empieza y acaba como un cuento y el sexto empieza por la mitad y termina con todo“. Con cuatro mujeres protagonistas, Llinás ha fascinado a la crítica exquisita internacional con un filme puzle que arranca con una historia inspirada en la serie B de Estados Unidos con una momia asesina y prosigue con una película de espías ambientada en Londres o Budapest o un peculiar musical en el que sale una secta de adictos a los escorpiones.
La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock
Mucho antes de que todos nos viéramos obligados a no poder movernos de nuestras casas, Alfred Hitchcock pronosticó en este clásico absoluto del cine de Hollywood de los 50 que los balcones se convertirían en los nuevos protagonistas. Con la pata quebrada, James Stewart interpreta a un reportero de guerra obligado a quedarse en casa que, prismáticos mediante, acaba descubriendo un asesinato en el piso de en frente. Grace Kelly, en su apogeo, y Raymond Burr como maravilloso villano son la guinda de este filme con el que celebrar, de paso, que gran parte de la filmografía de Hitchcock acaba de llegar a Filmin. ¿El mejor director del cine? El mejor quizá no, pero el más influyente seguro como demuestra Parásitos, de Bong Joon Ho.
Andrei Rublev, de Andrei Tarkovski
No es fácil escoger la mejor película de Tarkovski, director ruso que elevó el cine a la categoría de poesía gracias a un lenguaje propio que busca lo trascendente. Andrei Rublev (1966), su tercer largometraje después de esa deslumbrante La infancia de Iván (1962), es quizá la más accesible y también una de las más hermosas. A partir de la biografía de un célebre pintor de iconos (esas pinturas de tamaño pequeño con motivo religioso que son propias de la cultura rusa) del siglo XV, Tarkovski en realidad habla de sí mismo para presentarnos un país devastado por la superstición y la ignorancia en el que la búsqueda de lo sublime se convierte en un camino lleno de obstáculos. La primera secuencia, un largo travelling en el que a veces lo importante pasa en segundo plano, es prueba viva de la forma en que Tarkovski hizo evolucionar el lenguaje cinematográfico hacia cotas más ambiciosas y profundas.
Lejos de los árboles, de Jacinto Esteva
La selección de la Filmoteca nos propone este título poco conocido y sumamente interesante del cine experimental del franquismo. Fundador de la célebre Escuela de Barcelona, que modernizó la cinematografía española en los 60 con su gramática innovadora, muy influida por Godard y el cine francés, Jacinto Esteva proporciona en Lejos de los árboles (1972) una de las mejores radiografías de la España rural durante el tardofranquismo. Arranca el filme con las imágenes frenéticas de jóvenes bailando en una discoteca al ritmo de ese pop con clavecín propio de la época. Después de los títulos de crédito, vemos una España muy distinta, un país rural y atávico de toros, procesiones, sacristía, mujeres prematuramente envejecidas vestidas de negro y rituales crueles de gran fuerza plástica.
Shoah, de Claude Lanzmann
“No existe ninguna imagen de la Shoah y, si existiera, yo la quemaría”, dijo Claude Lanzmann. La importancia de Shoah (1985), obra maestra de su director, supera con mucho el ámbito cinematográfico al ser el más importante testimonio vivo del Holocausto. Partiendo de la idea de que el horror nazi es en último término irreproducible sin “traicionar” su verdadero espanto, Lanzmann estructura su documental única y exclusivamente a partir de testimonios orales de los supervivientes. Experiencia estremecedora e inolvidable, a partir de imágenes en la actualidad de los campos de concentración y de entrevistas con sus víctimas, Shoah nos conduce hasta el último de los círculos del infierno. Algunos de sus testimonios, el judío obligado a trabajar para los nazis en las cámaras de gas o la descripción de las rutinas criminales del campo, son esenciales para comprender el siglo XX.
El cochecito, de Marco Ferreri
Por fin podemos ver esta obra maestra del cine patrio en versión restaurada y con el final original censurado por el franquismo, mucho más amargo e incómodo. Don Anselmo (José Isbert), ese viejecito obsesionado con comprarse un cochecito (más bien una moto ortopédica) es un personaje insuperable que nos conmociona en esa secuencia en la que, testigo del horror provocado, Isbert logra que comprendamos sus emociones a partir de su expresión. Marco Ferreri, cineasta italiano que arrancó su filmografía en nuestro país, se alió con el gran Rafael Azcona para contar la historia de un anciano empeñado en irse de excursión con sus amigos y hastiado de una familia en la que se siente incomprendido. En el mejor estilo del neorrealismo italiano, Ferreri deslumbra con una película mucho más subversiva de lo que parece al principio en la que refleja con viveza la realidad cotidiana de la época.
Maravilloso Boccaccio, de Paolo y Vittorio Taviani
Penúltima película del fructífero tándem formado por los hermanos Taviani, Vittorio murió en 2018 pero Paolo sigue vivo, los cineastas recuperan el clásico de Decamerón para trasladarnos a una Florencia del siglo XIV devastada por la peste. Entonces, como quizá también sucede ahora, los burgueses huían de las ciudades infestadas para refugiarse en el campo hasta que se pase la plaga. Para entretenerse, un grupo de jóvenes se cuentan historias los unos a los otros. La historia del caballero melancólico que cría halcones y sueña con una dama que cuida a un hijo enfermo, la hilarante del tonto que piensa que con una piedra se vuelve invisible o el drama de una joven dominada por su padre entretuvieron a los florentinos que pasaban la peste y siguen siendo hoy sensacionales.