Fallecido este lunes en Roma a los 91 años, el compositor italiano Ennio Morricone ha firmado algunas de las bandas sonoras más memorables de la historia del cine, un logro por el que fue reconocido hace un mes con el Premio Princesa de Asturias de las Artes de este 2020, cuya ceremonia de entrega se convertirá el próximo mes de octubre, lamentablemente, en un gran homenaje póstumo. De las más de 500 partituras que constituyen el vasto legado que Ennio Morricone deja a melómanos y cinéfilos, seleccionamos aquí las nueve que lo convirtieron en una leyenda.
Por un puñado de dólares (Sergio Leone, 1964)
Con este filme Sergio Leone sentó las bases del spaghetti western y, para ello, fue fundamental tanto la inspiración en Kurosawa como el paisaje almeriense, el rostro impenetrable de Clint Eastwood o el original y juguetón score de Morricone, en el que el viento, desde silbidos hasta trompetas y flautas de todo tipo, otorgan carácter a la composición, sin olvidar el incisivo punteo de guitarra u otros efectos como chasquidos o latigazos.
El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966)
Tercera entrega de la trilogía del dólar, el filme más redondo de todo el género del spaghetti western. Y también la partitura más rica en efectos de todas las que compuso Morricone para Leone. Utilizó disparos, silbidos e incluso el canto a la tirolesa. La melodía principal se sirve de diferentes instrumentos para caracterizar a los tres personajes principales: una flauta para Rubio, una ocarina para Sentencia y voces humanas para Tuco.
Novecento (Bernardo Bertolucci, 1976)
Película monumental de Bernardo Bertolucci que realiza un complejo recorrido político y social por la Italia de la primera mitad del siglo XX a partir de la historia de dos hombres que nacen el mismo día: Alfredo (Robert De Niro), el hijo de un terrateniente, y Olmo (Gerard Depardieu), el hijo de un bracero. La banda sonora de Morricone es de las más conmovedoras de su carrera, envolviendo la historia con cálidas y delicadas armonías.
Días del cielo (Terrence Malick, 1978)
La película, que cuenta la historia de un triángulo amoroso en los campos de trigo del Texas de principios del siglo XX, encumbró a Terrence Malick como uno de los autores más insólitos del cine independiente norteamericano. Nestor Almendros logró el Óscar a la mejor fotografía, pero Morricone se quedó a las puertas del galardón en su primera nominación. Una partitura romántica y nostálgica que puntúa perfectamente la historia.
Érase una vez en América (Sergio Leone, 1984)
Otra obra maestra de Morricone junto a Sergio Leone, entrelazada con la historia de manera indisoluble. Variada y nostálgica, el compositor supo tanto evocar el pasado de los personajes como situar al espectador en los tiempos en los que se desarrolla el filme. A pesar de ello, la película no pudo aspirar al Óscar por un tecnicismo: el nombre del compositor no aparecía en los créditos finales.
La misión (Roland Joffé, 1986)
Una de las bandas sonoras más célebres de la historia del cine. El tema principal, Falls, tiene la capacidad de inscribirse en la memoria auditiva de cualquier espectador. Roland Joffé cuenta la historia de unos misioneros en la América del siglo XVIII y Morricone aprovecha para incluir motivos e instrumentos característicos de todas las culturas que aparecen en la película: corales litúrgicas, tambores y guitarras españolas.
Los intocables de Eliot Ness (Brian de Palma, 1987)
En esta película Morricone demostraba que la nostalgia no era el único sentimiento que convocaba con facilidad. El score para el trepidante thriller sobre la Ley Seca de Brian de Palma consigue aportar nervio y vértigo, elevando con la partitura la tensión de escenas míticas como la de la estación de tren y el carrito del bebe. Además, consigue aportar heroicidad a la lucha de Ness y su cuadrilla.
Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988)
Una banda sonora cuyo capacidad de emocionar es irresistible y que sirve, junto a los besos cortados de Alfredo, uno de los grandes finales de la historia del cine. Brilla la elegancia y sensibilidad de la melodía, y el protagonismo del piano. Quizá estén a tiempo de disfrutar de ella en el cine, pues se reestrenó el pasado 27 de junio.
Los odiosos ocho (Quentin Tarantino, 2015)
La banda sonora de la gran obra maestra de Quentin Tarantino puede que no sea tan reconocible como otros trabajos de Morricone, pero sirve de colofón a una trayectoria sin parangón en el mundo de las bandas sonoras y cuenta con el detalle de ser la única de sus partitura premiada con un Óscar. Tarantino le dio absoluta libertad al compositor y el resultado quizá sea menos spaghetti western de lo que podría haberse esperado, y más cercana a la esencia de los intocables. En cualquier caso, otro recital de genio romano.