Director con una larga y distinguida carrera en su país, Klaus Härö (Porvoo, Finlandia, 1971) estrena El artista anónimo, gran éxito en el país nórdico y ganadora del premio del público en numerosos festivales. Película modélica de buenos sentimientos, el director toca todos los botones emocionales pero lo hace con gracia en un filme poco original pero conmovedor. Cuenta la historia de Olavi (Heikki Nousianen, el actor más prestigioso del país), un anciano vendedor de obras de arte antiguas que vive sus últimos años inmerso en deudas y con el negocio al que ha entregado su vida de capa caída. Todo cambia cuando aparece un nieto adolescente al que apenas ha prestado atención solicitando que le deje hacer las prácticas laborales escolares en su tienda. Al mismo tiempo, deseoso de tener un último “gran negocio”, se queda fascinado con un retrato sin firmar a la venta en una casa de subastas que intuye puede ser una joya de muchísimo mayor valor que su precio de venta.

El cine de Aki Kaurismaki, el más distinguido de los cineastas finlandeses, nos ha presentado un país oscuro y fantasmal de almas perdidas y cuarentones borrachos. Aquí vemos un país muy distinto en una película crepuscular que también sirve como crítica a la mercantilización del arte y a una modernidad depredadora. El protagonista, un tipo más bien seco y no muy simpático, se enfrenta en el filme a una casa de su subastas y a un millonario ruso cuyo único interés en el arte es el de especular con él. Representante de una vieja raza de comerciantes en quienes la astucia no quita el amor por su mercancía, el viejo Olavi colisiona sin armas a un mundo cuyas reglas se le escapan.

EL ARTISTA ANÓNIMO - Trailer

“Hay una idea que me interesa y es la del valor que nos damos a nosotros mismos en función de lo que hacemos. ¿Somos lo que hacemos o tenemos un valor por lo que somos más allá de nuestros logros? El protagonista se enfrenta a la cuestión de quién es cuando ya no puede comprar un lugar en la sociedad con su trabajo”, dice el director, nominado al Globo de Oro a la mejor película extranjera por su anterior película, La clase de esgrima (2016). Y añade: “Esta es la historia de un hombre que tiene la oportunidad de corregir los errores del pasado y reconectar con su familia pero está perdido porque es un workaholic y no sabe cómo hacerlo. Su pasión por el arte se parece mucho a la del jugador de ruleta”.

El artista anónimo es, sobre todo, una película familiar. El centro del filme es la relación entre el abuelo, su hija y sobre todo su joven nieto, quien ha heredado su amor por la pintura y su instinto para negociar. Vemos a un tipo que lleva tantos años obsesionado con su trabajo que se ha olvidado de él y de su madre, una mujer que ha tenido que pasar por duras pruebas en la vida sintiendo su frialdad. Cuando aparece el cuadro, por el que siente una obsesión enfermiza, la vida le colocará en la tesitura de elegir entre seguir “jugando a la ruleta” como dice el director o preservar los intereses de una familia a la que ha abandonado. El cuadro, por cierto, es obra del pintor ruso de finales del siglo XIX Ilya Rapin, cuya obra de gran fuerza expresiva y dramática desconocía y es uno de los grandes descubrimientos de la película al menos para los profanos como yo.

@juansarda