La cineasta británica Phyllida Lloyd (Bristol, 1957) alcanzó resonancia internacional con La dama de hierro (2011), en la que Meryl Streep interpretaba a una anciana moribunda y se presentaba al personaje como un ejemplo de tenacidad extraordinario más allá de cuestiones ideológicas. Después, Lloyd conoció el éxito masivo con Mamma Mia! (2008) en la que ponía a Streep a cantar las canciones de Abba en una isla de ensueño. Ahora cambia de tercio con Volver a empezar, un drama social 'feel good' sobre una mujer maltratada (Claire Dunn, protagonista del filme y escritora del guion) que decide escapar de un marido violento para sobrevivir por su cuenta con escasos medios en la Irlanda actual.
Volver a empezar no es una película demasiado original ni rompedora pero sí cuenta bien una historia “inspiradora” con sobriedad y sentimiento. Al cargo de dos niñas pequeñas aterrorizadas por la violencia que han padecido en el hogar familiar, la joven protagonista inicia una valerosa búsqueda de la independencia valiéndose de sus pocos recursos. Hay una hada madrina, una médica que ha trabajado en África y está dispuesta a ayudarla. La construcción de una casa se convierte en el símbolo de la propia reconstrucción emocional de la protagonista. Con la ayuda desinteresada de sus vecinos, la directora lanza un canto a la solidaridad.
Hay algo de fábula, en el buen sentido, en esta historia sobre una mujer que logra escapar de un ogro para encontrar una nueva familia en el lugar menos pensado. Un ogro con buena apariencia capaz de engañar al sistema y hacerse pasar por la víctima cuando es el agresor. En este sentido, la película también propone una reflexión sobre la conveniencia, o no, de que los niños se sigan relacionando con padres agresores. Lloyd realiza una película a veces un poco edulcorada pero casi siempre convincente y emotiva sobre la resiliencia.