Mank, de David Fincher, es la película que cuenta con más nominaciones a los Óscar (un total de diez), pero ni por esas ha conseguido la condición de favorita de cara a los premios de la Academia de Hollywood, que se celebrarán el 25 de abril. Ese privilegio corresponde por derecho propio a Nomadland, la nueva película de la directora chino-estadounidense Chloé Zhao (Pekín, 1982), que desde que se estrenara en Venecia el pasado septiembre no ha dejado de acaparar laureles: León de Oro en el festival italiano, Premio del Público en Toronto y mejor drama y dirección en los Globos de Oro. A los Óscar llega como candidata a seis estatuillas: mejor película, dirección, actriz, guion adaptado, fotografía y montaje.
Sin embargo, Nomadland no es en sentido estricto un filme oscarizable (esa etiqueta quizá le siente mejor entre las nominadas a Minari, el drama sobre una familia de coreanos que busca hacer realidad el sueño americano en la Arkansas de los años 80). Y no lo es porque su apuesta narrativa es raquítica, porque todo el metraje está recorrido por una intensa melancolía y porque pone en juego una sofisticada hibridación de realidad y ficción. Pero la maestría y fisicidad de Frances McDormand en el que probablemente sea el mejor papel de su carrera es capaz de abrir el filme a todas las audiencias. Un mérito al que hay que sumar la iniciativa de poner el proyecto en marcha: fue ella quien se hizo con los derechos del ensayo de Jessica Bruder en el que se basa, País Nómada: supervivientes del siglo XXI (publicado en España por Capitán Swing), y quien le ofreció el desarrollo del guion y la dirección a Zhao tras enamorarse de The Rider, su anterior filme.
Podríamos decir que entre los objetivos de la actriz y de la directora en Nomadland se encuentra el de dar solución de continuidad al mito cultural del alma errante norteamericana, prefigurada a partir de esos pioneros que colonizaron el Medio Oeste. El paisaje siempre ha sido el mismo, el cielo inmenso, la llanura infinita, las exuberantes montañas, los valles escarpados, pero ahora los personajes que lo recorren no son ni los vaqueros de John Ford ni los vagabundos de Jack London ni los beatnicks de Keruac, sino las víctimas de la última crisis económica mundial.
Temporeros de Amazon
Los personajes de Nomadland son personas de edad avanzada que perdieron sus trabajos entre 2007 y 2009 y que, al descubrir que la pensión que les quedaba era insuficiente para afrontar el resto de sus vidas con dignidad, se echaron a la carretera en vehículos recreativos, remolques de viaje y furgonetas para trabajar de temporeros en todo tipo de actividades: desde campos de remolacha en Dakota del Norte hasta los campamentos del National Forest de California, pasando por los grandes almacenes de Amazon en Texas. Una vida al aire libre que rechaza el ideal del sueño americano, cimentado sobre los conceptos de la familia y de la propiedad de una vivienda, de echar raíces en algún lugar del vasto país.
La protagonista del filme es Fern, a la que da vida McDormand, una mujer amable pero algo circunspecta que tras la muerte de su marido y el colapso del pueblo en el que vivía y trabajaba, debido al cierre de la explotación minera que sostenía todo el empleo, decide abandonar en un trastero las pocas pertenencias que le sobran (también la autocompasión) y empezar una nueva vida. En su humilde furgoneta, tuneada para vivir en ella, Fern recorre el Medio Oeste cargada con su dignidad y su autosuficiencia, descubriendo que hay otras maneras de afrontar la existencia gracias al encuentro con otras personas.
Chloé Zhao cierra con 'Nomadland' una trilogía íntima y desgarradora sobre los marginados de la América profunda
Se trata de Swankie, Lynda May o Bob Welles, un célebre gurú de la vida en la carretera con miles de visitas en sus vídeos de YouTube, personas reales que interpretan versiones ficcionadas de ellos mismos en la pantalla, lo que conecta el filme con los anteriores trabajos de Zhao, Songs My Brothers Taught Me (2015) y The Rider (2017). Todo ello aporta una gran verdad al trasfondo, potenciada por la sobriedad con la que Zhao afronta el proyecto: la fotografía de Joshua James Richards es majestuosa, pero en ningún momento se percibe una estetización del paisaje.
La película se desarrolla en torno a los aparentemente intrascendentes encuentros de Fern, con personas con las que conversa, trabaja o comparte un cigarrillo, y también a través de momentos de purificadora soledad, para realizar un retrato único, intimista y real de estos outsiders. Un retrato en el que la pausa y la contemplación tienen una importancia vital. Tan solo hay un pequeño desarrollo narrativo en torno a la relación de la protagonista con el personaje interpretado por el siempre solvente David Strathairn (el único actor profesional además de McDormand), que finalmente no conduce a gran cosa.
En la robustez de su apuesta formal quizá desentona algún exceso melodramático en la música de Ludovico Einaudi, pero Nomadland se acerca al apelativo de 'obra maestra' gracias al talento de McDormand, que ofrece una interpretación alejada de cualquier manierismo o excentricidad para fundirse entre los nómadas reales con los que comparte pantalla, y a la humildad con la que Zhao se acerca a todos los personajes y es capaz de cerrar el filme.
Giro con Los Eternos
Quizá la esencia de la película se resume en esa línea de guion que recita McDormand tras el encuentro con una adolescente a la que dio clases particulares: “No soy una vagabunda, solo es que no tengo casa. ¿No es lo mismo, verdad? No te preocupes por mí”. Con este filme Chloé Zhao cierra una suerte de trilogía íntima y desgarradora sobre los marginados de la América profunda, en la que ha puesto en cuestión los límites entre narración y documental. Ahora solo queda despejar la incógnita de qué es lo que podemos esperar de su incursión en la factoría Disney para dirigir la próxima megaproducción de Marvel, Los Eternos. Esperemos que no se pierda por el camino ni se despersonalice el estilo inconfundible de una directora única en el panorama cinematográfico en un proyecto tan alejado de sus intenciones y temas más habituales.