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'First Cow', amistad en el salvaje Oeste

Kelly Reichardt, una de las grandes voces del indie americano, regresa a las pantallas con un sencillo y emotivo anti-western que nos habla de la amistad de dos perdedores consumados en el oeste americano

21 mayo, 2021 16:03

Arranca First Cow con una cita de William Blake: “El pájaro, un nido; la araña, una tela; el hombre, la amistad”. Y seguimos con una introducción en el que una chica en un tiempo sin determinar pero cercano (lo marcan el barco y la ropa) encuentra los huesos enterrados de dos seres humanos perfectamente alineados uno junto al otro. Este arranque, que puede parecer caprichoso, es fundamental para el transcurso de la historia que nos plantea la directora Kelly Reichartd. Primero, porque marca la temática del filme, y segundo porque nos anticipa el destino de los protagonistas, dos perdedores consumados, algo que dota de una fuerte melancolía y tristeza a todo el metraje.

First Cow nos habla de la amistad de dos hombres de buen corazón en medio del ambiente más hostil y violento, el de la conquista del oeste americano y la fiebre del oro a principios del siglo XIX. Cookie (John Magaro) es un cocinero que podría haber conquistado el mundo con su talento para la repostería, pero que se ve obligado a ganarse la vida dando de comer a maleantes. King-Lu (Orion Lee) es un inmigrante chino que ha recorrido buena parte del mundo y que busca un futuro en una tierra que considera llena de oportunidades. Sus caminos se cruzan y entre ambos hombres, desvalidos y delicados, comienza una buena amistad que les hace inseparables. Ambos sueñan con salir de una miseria a la que la vida parece haberles condenado y no dejan de maquinar ideas y planes, pero siempre chocan contra la imposibilidad de poner nada en marcha mientras no consigan algo de dinero. Y eso solo lo puede dar un golpe de suerte o un delito.

La oportunidad aparece cuando una vaca, propiedad de un acaudalado comerciante inglés, llega remontando el río al asentamiento en el que conviven los protagonistas. De una manera bastante inocente, deciden ordeñarla sin permiso para cocinar pasteles que venderán en el mercado. La iniciativa es todo un éxito, y continúan sustrayendo leche del animal para tratar de conseguir el dinero suficiente para montar un hotel en San Francisco, pero el desenlace del asunto ya sabemos que será trágico.

Kelly Reichardt, una de las grandes voces del cine indie norteamericano, regresa a los ambientes de Meek’s Cuttof (2010) tras su oda feminista A Certain Woman (2016). Aunque lo fácil sería definirlo como un wéstern, poco hay aquí de aventura y acción y sí mucho humanismo y sensibilidad. Como para querer negar su afiliación al género, la directora opta por el formato 4:3 frente al panorámico, impregnado cada centímetro de la imagen de la más exuberante naturaleza, pero con una apuesta visual crepuscular, de colores desvaídos, que potencian la sensación de miseria y suciedad del ambiente, también moral. El hecho de que Cookie se afane en barrer el suelo de la casa de King-Lu nos marca la distancia entre su forma de ser delicada y las rudas maneras de sus vecinos. 

Película que bebe más de Steinbeck y Faulkner que de John Ford, First Cow es una película importante, que se preocupa por los tiempos de la narración, por encontrar un compás adecuado, por entretener con la complicidad cómica de los protagonistas, por ofrecerle al espectador una experiencia diferente, pero sin dejarlo de lado. Y, además, ofrece un nuevo retrato de la crisis de la masculinidad para el siglo XXI tan afilado como emotivo.

@JavierYuste