En Mister Lonely (2008), el estadounidense Harmony Korine contaba el romance entre un chaval que se gana la vida haciéndose pasar por Michael Jackson (Diego Luna) y una joven que se hace pasar por Marilyn Monroe (Samantha Morton). En aquel filme, el brillante director no solo reflexionaba sobre la cultura de la fama, también había una profunda melancolía y una defensa de la capacidad de la fantasía para dar color a vides grises y monótonas. Ahora, en su debut como director, el popular actor Secun de la Rosa (Barcelona, 1969) nos propone un universo parecido en una película muy distinta, El Cover, donde conocemos a los cantantes que se ganan la vida en bares y discotecas de Benidorm plagados de turistas imitando a artistas célebres anglosajones como Adele o Amy Winehouse.
Clásica película de iniciación, el protagonista es un joven, Dani (Àlex Monner), que trabaja como camarero en un chiringuito y no sabe cómo canalizar su talento musical porque no quiere actuar como cover —imitador de cantantes famosos— ni tampoco encuentra su propia voz artística. En un verano de esos transformadores, su vida se revoluciona cuando conoce a Sandra (Marina Salas), una joven que se gana la vida imitando y disfrazándose de Adele. Retrato de los anhelos y frustraciones de la clase media baja española, con este filme sensible y muy personal, el director en ciernes reflexiona sobre la condición del artista y la autenticidad, elogia el amor de los ingleses por la música pop y defiende la vena existencialista de su filme.
Pregunta. Entre la comedia romántica y la película de iniciación, ¿cómo definiría su película?
Respuesta. La comedia romántica cogió más protagonismo durante el rodaje. Tuvimos que parar a la mitad por la pandemia y cuando lo retomamos esa parte de la historia se volvió más importante. Esa Sandra que se disfraza de Adele es como una musa hacedora y se acaba convirtiendo en el alma de la película y un personaje muy luminoso. También es normal que la gente piense eso cuando ven a un chico y a una chica abrazados en el cartel. Para mí, de todos modos, la película trata sobre todo de lo que el protagonista va aprendido por el camino.
P. ¿El éxito y el fracaso son las dos caras de la misma moneda en un artista?
R. La película se pregunta al final qué es bueno o malo en el arte. El protagonista desprecia ese mundo de los covers y de Benidorm, le parece todo de plástico, de mentira. Intentamos no juzgar y al final el tipo acaba siendo un cover, le guste o no. Benidorm parece falso y hay una falsa Amy Winehouse y una falsa Adele pero también hay cierta verdad en esa falsedad. En el mundo del arte hay mucho prejuicio, el que no ha triunfado parece un fracasado. Ese tema me interesa mucho y me gustaría seguir explorándolo.
P. ¿Quería reflexionar sobre la autenticidad del artista?
R. Qué es el arte y qué es lo auténtico son preguntas muy difíciles. Constantemente compramos como auténtico lo que no es más que un producto prefabricado por una discográfica. Muchos de esos covers son fantásticos y consiguen que los guiris borrachos se emocionen porque cantan con todo su sentimiento. Si todo el mundo juega a la misma mentira de creer que esa persona es la verdadera estrella que representa, se consigue una verdad. No somos conscientes de hasta qué punto todos vamos disfrazados. ¿Cuántos artistas genuinos existen? Lo que parece auténtico en el arte también suele ser una copia. El artista se convierte en artista cuando es admirado por cómo es, es esa mirada del otro la que lo crea.
P. ¿Quería reflejar los anhelos y frustraciones de la clase media baja española?
R. No es una película de autor pero sí existen esas pinceladas sociales. No he querido hacer los hermanos Dardenne en Benidorm. Al mismo tiempo, tampoco es la típica película comercial porque vemos a ese protagonista muy pasivo, lo cual lo complica todo bastante porque es más sencillo que sea activo. Al mismo tiempo, es una película de verano y luminosa. Son personajes curritos, que trabajan en bares y son supervivientes. Cuando vienes de una familia sin recursos te faltan herramientas para construirte un futuro pero no creo que eso afecte a la música. Lo hermoso de la música es precisamente que afecta tanto al hijo de un minero como al chico de barrio rico. Y luego vemos, por ejemplo en el personaje de Moni, la camarera, que pueden tener dos vidas. Son curritos pero luego, por las noches, se pueden convertir en la persona que quieren.
P. Rueda Benidorm sin acentuar su faceta de lugar artificioso. ¿Cómo quería reflejar la ciudad?
R. Mucha gente se ha quedado sorprendida al enterarse de que existen los covers cuando llevan cuarenta años cantando o que hay una zona de ingleses en la playa. Me gusta reflejarlo como un pequeño oasis donde existen todas esas actuaciones en los bares, no quería que se viera una ciudad fea y oscura con los ingleses borrachos y las drogas. Mi idea era dignificar a esos artistas de guerrilla y para eso quería una ciudad bonita y bien fotografiada. Vemos las playas vacías y esas luces de neón como algo atractivo, mi referente claro era Corazonada (Francis Ford Coppola, 1981). Por momentos hay incluso un cierto preciosismo, una mirada idealizada. Quizá esas imitadoras no son tan guapas como en la película pero a mí me gustaba sacarlas así. Me gusta también la mezcla que se crea en esos bares donde se rompen las diferencias sociales y generacionales. Me inspiraban esos antiguos bailes de salón madrileños en los que veíamos a los viejos con los jóvenes cool. Hay un realismo muy tramposo en el que no quiero caer porque ahora hay más copia del cine de prestigio que cine de prestigio.