Son muchas las películas que tratan el asunto del urbanita que regresa al pueblo. Es un género que se presta al good feeling, ya se sabe, “la alegría está en el campo”, como decía el título de un superéxito de Etienne Chatiliez en los 90. Ejemplos los hay a patadas, desde la popular serie Doctor en Alaska hasta una película española reciente tan comercial como El verano que vivimos (2020) pasando por todo tipo de películas francesas, grandes fans del género, con títulos elocuentes como Una veterinaria en la Borgoña (2019) o Un doctor en la campiña (2016). Caso aparte merece la Toscana, escenario predilecto para redenciones de estresados urbanitas como vemos en películas como Bajo el sol de la Toscana (2004) o la recién estrenada la semana pasada Una villa en la Toscana con Liam Neeson.

István Szabó ganó del Oscar a la mejor película extranjera por Mefisto (1981), en la que conocemos la historia de un influyente actor del siglo pasado que se vendió a los nazis para prosperar. La historia de Hungría, ocupada por los alemanes durante la segunda guerra mundial, empobrecida y sometida después por el régimen comunista y actualmente dominada por el autoritario Viktor Orbán, tiende a la tragedia y más que acabar siempre mal como en el poema de Jaime Gil de Biedma parece que acaba siempre muy mal. El cineasta no oculta los males endémicos del país en El médico de Budapest, donde el tono oscila entre la comedia costumbrista y socarrona con la crítica de fondo a una sociedad reaccionaria y muy dañada por la corrupción sistémica. Lo mejor del filme, sin duda, es que evita el ternurismo para presentar una visión más bien agria del mundo rural.

El médico de Budapest - Trailer español

Klaus Maria Brandauer, actor fetiche del cineasta, interpreta a un cardiólogo aficionado a la ópera (está casado con una soprano) al que jubilan de su hospital en Budapest. Decidido a no abandonar la profesión que ama, se traslada a su pueblo natal para continuar ejerciendo como médico de cabecera, tal y como hacía su padre. Allí vive con su anciana madre, una mujer posesiva de miras estrechas, se reencuentra con una enfermera con la que tuvo un romance de juventud y retoma su amistad con un antiguo compañero del colegio que ahora es el cura del pueblo. Para espanto de los habitantes, aficionados al cotilleo malicioso, inicia una amistad con la profesora de música de la escuela, directora de un coro que entusiasma al protagonista, y se enfrenta al alcalde del pueblo, un tipo chulesco y arrogante que juega con las expectativas de sus depauperados ciudadanos para enriquecerse a base de corruptelas.

La identificación del director con 'el médico de Budapest' es evidente. Vemos a un hombre carismático, inteligente, a veces arrogante, que también oculta algunos pecados aunque la película rebaja esos episodios a meras “locuras de juventud”. Durante cuatro años, de 1957 a 1961, Szabó pasó informes a la policía secreta comunista sobre compañeros de profesión. Él mismo se justificó diciendo que lo hacía para salvar la vida de un amigo, el asunto fue perdonado por la opinión pública húngara, consciente de la brutalidad del régimen. Este oscuro episodio en el filme aparece edulcorado aunque sirve también como expiación de lo que imaginamos su propia mala conciencia. En cualquier caso, nos encontramos ante una película con una estética algo tosca, a veces parece un telefilme, en el que lo mejor es el vivo y complejo retrato de una sociedad como la húngara, que parece incapaz de dejar atrás sus demonios y reminiscencias autoritarias y convertirse en un país moderno y civilizado.

@juansarda