Claudio Biern Boyd: "Las multinacionales americanas nos están desculturizando"
Series como 'Willy Fog', 'David el Gnomo' y 'D’Artacán y los tres mosqueperros' convirtieron a Claudio Biern en el rey de la animación española
20 agosto, 2021 09:38Hubo un tiempo a finales del siglo XX en el que solo había dos canales de televisión y para ver dibujos animados los niños tenían que esperar hasta el sábado a las tres y media de la tarde. Un tiempo, los años 80, en el que triunfaban las series “de dibujos” de Claudio Biern Boyd (Palma de Mallorca, 1940), adaptaciones de los grandes clásicos de la literatura europea. Arrancó con Ruy, el pequeño Cid, donde conocíamos al mito en su infancia, y continuó con dos grandes adaptaciones de clásicos franceses como D’Artacán y los tres mosqueperros, basada en las novelas de Alejandro Dumas sobre D’Artagnan y los mosqueteros, o La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne, en la que Phileas Fogg se convierte en Willy Fog, un lord inglés con traje y corbata y cuerpo de león. Hay más, pero su tercer gran éxito fue David el gnomo, versión de un clásico holandés de Will Huygen.
A sus 81 años, el patrón de la animación española luce jovial y activo, muy contento por el éxito de la película en Portugal, donde ha debutado en el número uno de taquilla. Defiende una animación europea, con valores y basada en el guión “y no los efectos especiales”. Considera que gracias a la tecnología, las series y películas lucen mejor pero han dejado de contar historias interesantes. “La animación está marginada en este país, somos no los pobres, los mendigos”, asegura categórico. Fan de Tom y Jerry y La pantera rosa, por si alguien duda de su grandeza, fue el inventor del pastelito de la segunda, la madalena proustiana de lo que una vez se llamó generación X.
Pregunta. ¿Por qué hacer una película ahora sobre D’Artacán?
Respuesta. La serie tuvo mucho éxito en los años 80 y se sigue emitiendo en algunos canales como TeleMadrid. Hace ya 10 años nos planteamos la película porque cada día es más difícil hacer series de televisión porque los niños tienen acceso a 100 canales digitales, la tableta, el móvil… Las cadenas de televisión que antes producían o pagaban muy bien las series de animación lo abandonaron. Ahora prácticamente solo existen canales temáticos, son casi todos americanos y tiran de su producto. Decidimos hacer la película porque el cine sigue siendo la catedral del audiovisual, es un evento: comprar la entrada, las palomitas, se apaga la luz, te abducen si la película es buena… Teníamos una buena marca como D’Artacán, tenemos talento y tecnología en España, que no puede ser explotado por una legislación absurda, y nos faltaba la tercera pata: el dinero. Hemos hecho muchos cursos, hemos formado a gente, entró TVE y el Banco de Santander, a quien le tengo que reconocer su apoyo.
P. ¿Han cambiado mucho la serie para adaptarla a los nuevos tiempos?
R. Los niños han cambiado mucho y teníamos que hacerla en 3D porque los personajes ganan. Ha cambiado el papel de las mujeres. La nueva Juliette ya no es una pánfila, es una mujer activa, luchadora, que es la confidente de la reina. Lo que sigue sin haber violencia: hay pajaritos y bultos pero no hay sangre. Milady ahora es prácticamente CatWoman. Hemos añadido también varios giros dramáticos de suspense que no estaban en la serie. Desde hace muchos años no había en la cartelera española una película familiar como esta que une a padres con hijos. Hemos hecho muchas pruebas y la reacción es espléndida.
P. ¿Los niños de hoy crecen sin conocer los grandes relatos europeos?
R. Yo tuve la suerte de que cuando era niño no tenía televisión así que leía mucho. Leía esas historias de Salgari, Sandokan, y lo “veía”. He tenido la suerte de poder adaptar las historias que me apasionan. Lo que queremos es enlazar con la cultura europea: Julio Verne, Salgari, Alejandro Dumas… Empecé con el Cantar del Mío Cid que lo cambié porque la niñez del Cid me la podía inventar, él era cristiano y su mejor amigo musulmán. Eso da un mensaje. En D’Artacán hablamos de la lealtad, el compañerismo, “uno para todos…”, en la pandemia tiene más importancia ese espíritu. En Willy Fog, Julio Verne hace que un lord inglés se case con una princesa india, un alegato antixenófobo brutal. Y en David el Gnomo se habla de ecologismo. He hecho 45 series y todas están basadas en relatos que tienen valores. No se protege nuestra cultura ni tampoco nuestro talento.
P. ¿La animación es el pariente pobre del cine?
R. Es una vergüenza que en los premios Goya solo haya una película nominada en la categoría de animación. Del presupuesto del ICAA, solo cuatro millones son para animación, un 10%. La ley tiene 17 años cuando la tecnología ha cambiado mucho. No pedimos limosna, pedimos financiación… Lo que pasa con nosotros es vergonzoso y más si lo comparas con Francia o Canadá, donde se reconoce el peso de la animación.
P. ¿Antes era todo más fácil?
R. Las cadenas eran únicas: la RAI, TF1, BBC, TVE… Te pagaban mucho y luego tenías el merchandising. Con eso ganabas bien, con David el Gnomo fue una barbaridad. Todo esto ha desaparecido. Con D’Artacán hemos firmado con una empresa que hace productos para mascotas.
P. ¿Qué sintió al ver la primera película de Toy Story?
R. Para mí fue un shock. Yo dije: “esto cambia”. Los niños ya se acostumbrarán a esta tecnología y el 2D les parecerá hebreo antiguo. Eso es fácil de solucionar, tienes acceso a todos los software y tecnologías. Hubo un cambio tecnológico pero por desgracia se ha ganado en efectividad, explosión, espectacularidad y se ha perdido en guion, en historia y en transmitir valores. Son todo sagas interminables. En Fast and Furious van por la nueve, una cosa tan violenta que son todo efectos. Las multinacionales americanas nos están desculturizando. No solo el cine: Facebook, Apple… tienen a nuestros hijos abducidos con historias cada vez más flojas. Los únicos que se preservan son los chinos, tienen sus redes sociales y no dejan pasar a nadie. Si una película americana va bien allí, la levantan. Eso es a lo bestia. Yo siempre digo: “Más ojos y menos pantallas”.
P. ¿Por qué quiso que los mosqueteros se convirtieran en perros?
R. Los críos empatizan mucho con los perros, el pollo y el perro es universal. Puedes ir a Chile, a Alaska, a Filipinas… El problema además con figuras humanas es que es más complicado dibujarlos: labios, orejas… necesitas más detalle. Con formas de perro ganábamos mucho tiempo. Con el antropomorfismo además automáticamente el niño se da cuenta de que es una comedia. Ningún niño ha cogido un bastón para “luchar como D’Artacán”. Vendíamos espadas pero de goma.
P. ¿Cómo ve a ese D’Artacán inseguro y un poco cafre?
R. D’Artacán es un paleto de pueblo, un tipo de Bearn que va a París y alucina con las mujeres y lo grande que es. Es Alfredo Landa llegando a Frankfurt para trabajar. Todo le sorprende. Es como le retrata Dumas.