Robert Guédiguian (Marsella, 1953) se define como comunista, al menos filosóficamente. Su nutrida filmografía, que ya ha rebasado la veintena de títulos, casi siempre con el mismo plantel de actores –con su mujer, Ariadne Ascaride, a la cabeza– y con Marsella como escenario principal, atestigua su interés por la clase trabajadora, por los más desfavorecidos, con una conciencia social que ha tendido a reivindicar valores como la solidaridad, la comunidad y la alegría de vivir, aunque sea con poco. Sin embargo, en Gloria Mundi (2018) todo se volvía más oscuro y deprimente y costaba encontrar algo de esperanza en una Francia entregada al neoliberalismo más rampante.
“La idea era reproducir 'Romeo y Julieta', una historia de amor excepcional, para encarnar un ideal político”
Para recuperar el vitalismo y humanismode películas como Marius y Jeannette (1997) o Las nieves del Kilimanjaro (2011), el director ha tenido que echar la vista atrás y viajar al Mali de los años 60 en Mali Twist, cuando los jóvenes bailaban los nuevos sonidos llegados de occidente en la infinidad de clubs que poblaban Bamako mientras la independencia del país y el régimen socialista de Modibo Keita les hacía soñar con un mundo mejor. “No es la primera vez que salgo de mi zona de confort, ya rodé en Armenia o Líbano”, comenta Guédiguian. “Cada cinco o seis películas siento la necesidad de renovarme y me gusta salir de mi teatro particular, que es la ciudad de Marsella, y dejar a mi troupe de actores”.
Rodada en Senegal por la difícil situación que atraviesa Mali tras el golpe de estado militar de 2020, el director se vio obligado a parar la producción de la película durante varios meses por culpa de la pandemia. Esto le ha privado de llegar a tiempo a Venecia o San Sebastián, y por eso presenta al mundo su nuevo filme en la Seminci, donde compite en la sección oficial. “Valladolid es mi casa, por eso no siento ninguna inquietud ante el estreno”, asegura el director. “Tengo una entrañable relación con este festival desde hace años. Tanto yo como mis películas hemos sido siempre bien recibidos, además aquí montaron una retrospectiva de mi obra, fue el lugar donde se presentó el libro que me dedicó Esteve Rimbaud, director de la Filmoteca de Cataluña, donde he conocido a admirados colegas como los hermanos Dardenne, Theo Angelopoulos, Ken Loach…”.
Pregunta. ¿Por qué se lanzó a rodar esta historia?
Respuesta. Todo parte de una exposición del fotógrafo maliense Malick Sidibé que tuvo una gran repercusión hace unos años en París. Las imágenes eran de los años 60 y en ellas capturaba a la juventud de aquella época en la calle, bañándose en el Níger o en las discotecas bailando rock y twist, que era la moda entonces. Las fotografías eran fantásticas y una de ellas me llamó especialmente la atención: una pareja impecablemente vestida, él completamente de blanco y ella con un traje bastante corto, bailando en un club. Y a partir de ahí empecé a pensar en quiénes eran esos jóvenes y qué contaría si hiciese una película sobre ellos.
Una etapa festiva
P. Precisamente había mucho en lo que indagar en aquella época de Mali…
R. Sí, ya que fue una etapa festiva y de celebración revolucionaria. Mali acababa de conseguir su independencia y junto a otros países de la zona se lanzó a un profundo intento de socialismo panafricano. De alguna manera, me reconocí en la historia de muchos de aquellos revolucionarios porque el marxismo ha marcado mi vida y sigo diciendo que, al menos filosóficamente, soy comunista. Si a todo esto le sumamos que siempre he sido un gran bailarín de twist, era obvio que tenía que lanzarme a contar esta historia.
P. ¿Había una ambición didáctica en el proyecto?
R. Desde luego, lo que cuenta Mali Twist muy poca gente lo conoce. Los siete años de Modibo Keita en el poder fueron realmente revolucionarios. Pero era un comunismo muy alejado del stalinismo, que para mí siempre ha sido en realidad un pseudo comunismo. En Mali no existía el peso de las restricciones que marcaron la URSS y sus jóvenes eran absolutamente idealistas y entusiastas, sin ninguna tara. Me parecía importante poner el foco en esos años 60 y principios de los 70 en el que no solo África sino todo el mundo tuvo la oportunidad de tomar otra dirección y no lo hizo.
P. En el corazón de la película está la historia de amor de Samba (Stéphane Bak) y Lara (AliciaDa Luz Gomes), que es puro clasicismo. ¿A que remite?
R. En realidad, a todas las historias de amor. Creo que fue Woody Allen el que dijo que sin historias de amor no existiría el cine. Desde el principio pensé que para contar la historia política de Mali necesitaría un romance protagonizado por los dos actores más guapos que pudiésemos encontrar. La idea era reproducir Romeo y Julieta, una historia de amor absolutamente excepcional, para encarnar un ideal político.
P. ¿Por qué cree que fracasó el socialismo en Mali?
R. Los dos grandes contrapoderes de la revolución, como se ve en la película, eran los grandes comerciantes de Bamako, que podríamos identificar como la burguesía del país, y la sociedad feudal de los pueblos. Ambos vivían bien durante el colonialismo y pensaban que con la independencia iban a vivir aún mejor. Cuando se dieron cuenta de que esto no era así, empezaron a conspirar. Además, Francia ayudó a que la vía socialista en países como Ghana, Malí o Guinea fracasara. No hay que olvidar que en los 60 estábamos en plena Guerra Fría, y que estos países se acercaron a la URSS, China o Vietnam.
P. Ha rodado en Senegal. ¿Qué le parecieron las estructuras de su industria de cine?
R. Se están desarrollando de una manera magnífica. Allí tienen un éxito tremendo las series populares, casi culebrones, que se emiten en pequeñas cadenas de televisión. No tienen una gran calidad, pero se lo pasan bien haciéndolas y aprenden mucho y falta poco para que realmente sepan lo que están haciendo. Después, tienen dos o tres empresas de producción que no tienen nada que envidiar a las que hay en Francia, España o en cualquier país occidental, y que son las que hacen las películas de todos los directores importantes de África, como Abderrahmane Sissako o Alain Gomis. He trabajado con ellos y su entusiasmo, su vitalidad y su dinamismo constante me llegaron al corazón. De Francia nos desplazamos 12 personas y, de un equipo de 67, el resto eran todos senegaleses. Para ellos rodar es algo muy poderoso.
Racismo encubierto
P. ¿Cómo se ve hoy el colonialismo y qué opina de la política de Macron para renovar los vínculos de Francia con África?
R. En Francia, la izquierda se ha dado cuenta de que el colonialismo produjo una especie de racismo encubierto y lo rechaza completamente, es consciente del daño que produjo. La derecha, en cambio, sigue siendo igual de obtusa y defiende que el colonialismo benefició a esos países, lo que es una mentira de lo más descarada. Por su parte, Macron navega entre dos aguas. Yo no soy nada pro Macron, pero hay una frase suya queme gusta: el colonialismo fue un error histórico. Pero después se contradice con otros argumentos.
“Yo no soy nada pro Macron pero hay una frase suya que me gusta: el colonialismo fue un error histórico”
P. ¿Le preocupa la postura de la extrema derecha respecto a la inmigración?
R. Me preocupa más la extrema derecha que la inmigración, que es algo que existe desde que el mundo es mundo. Siempre hemos ido unos kilómetros más allá porque la tierra, el clima o incluso la taberna era mejor. He pasado bastante tiempo en Senegal y me he dado cuenta de que nadie quiere en realidad venir a Europa, porque allí están sus padres, abuelos e hijos. Solo deciden venir por culpa del hambre y porque tienen que mantener a sus familias. En vez de construir muros, sería más inteligente gastar esos millones en construir elementos de desarrollo, para que por ejemplo el agua llegue a los pueblos y puedan cosechar. Ahora bien, lo que no se puede es entregar ese dinero a los burgueses de turno que están en el poder porque suelen ser corruptos y no se dedica a un buen fin.
P. ¿Cómo ve el futuro de las salas de cine tras la pandemia?
R. No soy creyente, pero rezo mucho por este asunto. En Francia las cosas no van nada bien. Estamos al 50 % de la taquilla de hace dos años, y eso que la mayoría de la gente está vacunada y el virus está disminuyendo. Sin embargo, el cine no se recupera. Solo me queda rezar pues…