Clara Roquet: "La incomodidad es algo muy cinematográfico"
Coguionista de Marqués-Marcet y Jaime Rosales, Roquet debuta en la dirección con 'Libertad', película en la que aborda sus obsesiones. Entre ellas, el privilegio de clase desde la mirada de una joven que pierde la inocencia durante el verano
19 noviembre, 2021 08:40Clara Roquet (Barcelona, 1988) se suma con Libertad al boom de talento femenino que ha llegado de Barcelona en los últimos años, con nombres tan celebrados por la crítica como los de Carla Simón, Belén Funes, Elena Martín, Júlia de Paz Solvas o Neus Ballús. “Este boom es fruto de una compleja suma de factores”, explica la directora. “En las Escuelas de Cine, como la Pompeu Fabra, hay igualdad en los roles y en el acceso a los proyectos. Después, están los cambios en las ayudas públicas, con la discriminación positiva, que se están notando. Pero ha sido un trabajo de fondo, del feminismo y de compañeras como Isabel Coixet, que ahora está dando sus frutos. Que cada vez haya más diversidad de voces, cuando el cine se ha articulado alrededor del hombre blanco de clase media-alta, es refrescante”.
Roquet no es nueva en la industria. Graduada con Máster de Guion en la Universidad de Columbia (Nueva York), antes de rodar su primer largometraje –en el lejano verano de 2019– ya había estrenado dos cortos y había colaborado en el guion de 10.000 km (2014) y Los días que vendrán (2019), de Carlos Marqués-Marcet, y en el de Petra (2018), de Jaime Rosales. “Un guion tiene mucho de diálogo, de buscar una audiencia y de saberla interpelar”, comenta la directora. “Por eso, la coescritura me parece la mejor manera de desarrollar una película. Si lo haces solo, es fácil perderte en tu propio mundo y no ser capaz de transmitir al espectador. Y me gusta colaborar en el proyecto de otros porque me obliga a dejar mi ego a un lado”.
Pregunta. ¿Por qué firma en solitario el guion de Libertad?
Respuesta. Lo he compartido con mucha gente, pero lo que quería contar era muy específico, lo conocía muy bien y me costaba transferirlo a otras personas. El proceso de escritura ha tenido mucho que ver con soltar ciertas obsesiones que tengo y dirigir ha sido una consecuencia de ello. Son cuestiones personales que no sé si otro las querría haber rodado.
Un lugar en el mundo
Libertad, que se presentó en julio en la Semana de la Crítica de Cannes un año después de lo previsto por la cancelación del festival en 2020, aborda la historia de Nora (María Morera), una joven de familia burguesa que afrontará el tránsito entre la niñez y la adolescencia durante las vacaciones veraniegas en la casa familiar de la Costa Brava. Allí llega Libertad (Nicolle García), la hija también adolescente de la cuidadora de su abuela Ángela (Vicky Peña), enferma de Alzheimer, y Nora iniciará de su mano el camino hacia la pérdida de la inocencia.
P. ¿Por qué le pareció interesante abordar una historia de iniciación?
R. Quería hablar de ese momento en el que se construye tu identidad como persona y te das cuenta de que ocupas un lugar en el mundo. En el caso de Nora, es un lugar de privilegio. Ella descubre que su relación con Libertad no es de iguales, que está por encima. Y también quería indagar en esas relaciones de amistad entre chicas tan intensas en la adolescencia, que quizá no son sexuales, pero que tienen un punto romántico, casi erótico.
P. ¿De dónde surge el personaje de Libertad?
R. Para mi corto El adiós (2015) busqué actrices no profesionales que trabajaran de cuidadoras para el papel protagonista. Durante el casting, casi todas las mujeres que se presentaron compartían el enorme trauma de haber dejado atrás a sus propios hijos en sus países de origen para venir aquí a cuidar de otras familias. Me parecía que esto era una metáfora fortísima sobre cómo funcionan las clases sociales, el privilegio y la falta de oportunidades, y de ahí surgieron Libertad y su madre, Rosana (Carol Hurtado).
P. “Es como de la familia”, dicen refiriéndose a la madre de Libertad. ¿Por qué recurren a este eufemismo?
R. Es algo que se dice mucho, pero obviamente no es una relación familiar si está supeditada a un sueldo. Lo que pasa es que en los cuidados se cobra por dar cariño, forma parte del trabajo. Es una cuestión muy interesante, compleja e incómoda: ¿cómo monetizar el cariño? Y la incomodidad es algo muy cinematográfico.
P. Es una película muy sensorial, muy veraniega. ¿Cuáles eran los parámetros para abordar la fotografía y el trabajo de cámara?
R. Lo hablé mucho con la directora de fotografía, Gris Jordana. Buscábamos un lenguaje muy marcado. Queríamos que en la casa hubiese cierta estaticidad, con planos muy fijos, para dar la sensación de que el tiempo está parado, de que es un lugar anclado en el pasado. Con la entrada de Libertad había que sacar la cámara del trípode para que el lenguaje se volviera más libre, ya que ella conmovía las cosas. Y hacia el final, cuando todo vuelve al orden preestablecido, regresar al lenguaje más fijo. Y, después, queríamos trabajar con una luz natural y muy delicada. Me gusta incidir en pequeñas inflexiones que, por acumulación, suponen grandes cambios.
“LUCRECIA MARTEL, VÍCTOR ERICE, CARLOS SAURA, CÉLINE SCIAMMA, ALICE ROHRWACHER… SON MIS REFERENTES, AUNQUE NO QUIERA”
R. Sin embargo, creo que en la creación de la atmósfera tiene una importancia capital el sonido, capturar como suena el verano...
R. El sonido fuera de campo era muy importante. Quería que siempre hubiese conversaciones en segundo plano en esa casa tan grande donde apenas hay intimidad porque se reúne toda la familia. Creo que esto genera una sensación de realismo y naturalismo, de vida pasando, y da mucha profundidad, porque se crean otros espacios que no vemos. Por otro lado, la idea del taladro, ese sonido feo y altisonante, era fundamental para que la sensación de verano idílico se rompiese enseguida. Quería que hubiera algo podrido debajo de la superficie. Es lo mismo con las manchas de humedad.
Cuidar a las niñas
P. ¿Cómo ha sido trabajar con esta mezcla de actrices jóvenes, actrices consagradas y actrices no profesionales?
R. Vicky Peña y Nora Navas, que interpreta a la madre de la protagonista, tenían muy claro que lo más importante era cuidar la interpretación de las niñas y crear espacios seguros para que los actores no profesionales estuvieran cómodos. Además, ellas tienen un registro muy naturalista que nos encajaba bien y me ayudaban a dirigir desde dentro de la escena. Intentaban sacar lo mejor de sus compañeros y eso me parece que es de una generosidad increíble. Todo era un poco imprevisible y se vieron obligadas a improvisar y eso le da mucha veracidad a la película.
P. ¿Que es lo que mas has disfrutado del salto a la dirección?
R. Trabajar con las actrices, porque fue como crear una familia. Además, dirigir a un actor sobre la escena para desarrollar un personaje y una narrativa, es lo más cercano al guion. Pero también me gusta mucho planificar escenas, desarrollar una estética… El cine tiene unas capacidades expresivas infinitas que no dependen de la palabra o del lenguaje, sino de la plasticidad de la imagen. Creo que ahí reside su especificidad.
P. ¿Qué cineastas cree que han podido marcar de alguna manera su estilo en este filme?
R. Hay directores que me emocionan y me gustan tanto que son referentes aunque yo no lo quiera. Hablo de Lucrecia Martel, Víctor Erice, Carlos Saura, Céline Sciamma, Alice Rohrwacher… Bergman es uno de mis directores favoritos y creo que Fanny y Alexander es la película que he visto más veces en mi vida. No sé si este mejunje se traduce en imágenes concretas, pero es una forma de entender el cine.
P. Ha estudiado guion en EE.UU. ¿Qué le sorprendió de cómo trabajan allí?
R. Destinan mucho dinero al desarrollo de series, como si fuera un departamento de I+D, y después solo producen unas pocas. Y, gracias a las huelgas generales, los guionistas consiguieron que se reconocieran sus derechos y el trabajo que hacían. Aquí falta un poco de todo eso.
P. Este año las mujeres han triunfado en los Óscar y en los festivales de Cannes, Venecia y San Sebastián. ¿Vamos por buen camino?
R. Son buenas noticias y yo soy muy optimista al respecto. Hay que seguir reclamando nuestro espacio, pero siendo conscientes de que lo estamos consiguiendo. Pero creo que sigue habiendo un techo de cristal en el acceso delasmujeres a grandes presupuestos y a películas de género.