Hubo un tiempo en el que en España convivían cristianos, musulmanes y judíos, no siempre de manera pacífica, pero ahí estaban. Después, como es sabido, expulsaron a los judíos en 1492, en 1502 los musulmanes dejaron oficialmente de existir por la “pragmática de conversión forzosa” y en 1609 los echaron del todo. Ya nadie puede deshacer la Historia pero sí reivindicar esas raíces que conforman el ADN de nuestra cultura. En Alegría, la debutante malagueña Violeta Salama nos propone un viaje a una Melilla en la que conviven, hoy igual que ayer no siempre de manera pacífica, las tres religiones del libro: “Reflejo lo que he vivido”, dice la directora. “Mi padre es judío y mi madre católica. Por razones personales me he criado con una abuela judía pero no lo soy. Lo que yo quiero es reivindicar un encuentro de culturas que se ha dado siempre en Andalucía, lo que no entiendo es por qué no lo ensalzamos más”.

La película está protagonizada por tres mujeres muy distintas. La propia Alegría (Cecilia Suárez) es una mujer en sus cuarenta que está peleada con una hija que vive en Israel y no quiere saber nada de su judaísmo. Cuando se casa su sobrina (Laia Manzanares) no tiene más remedio que abrir las puertas de su casa a la familia que ha preferido olvidar. El otro vértice lo forma una joven bereber (Sarah Perles) que ayuda a Alegría con las tareas del hogar mientras sueña con que le den una beca en París para perfeccionarse como dibujante. Tres mujeres muy diferentes que se cuestionan por su futuro al tiempo que se preguntan por su identidad: “Marruecos recuerda mucho a la España de los años 80 y en Israel te das cuenta de que hay muchos elementos en común con ambos países. Nos empeñamos en poner barreras y en darle valor a las diferencias cuando todos tenemos las mismas raíces”.

ALEGRÍA - Trailer - ESTRENO EN CINES 10 DE DICIEMBRE

El nombre de la protagonista, una mujer atormentada por la mala relación con su hija y que parece siempre a la fuga, casi parece una contradicción: “Yo decía que era como si Alegría tuviera una úlcera que por fin empieza a sangrar. Llega un punto en el que te enfrentas a ello o acabas en el hospital”. Conocemos a una mujer muy crítica con la política de Israel que se niega a viajar para ver a su hija por el odio que le produce el país: “Vemos cómo a la hora de valorar ese país surge un antisemitismo que está muy enquistado en España. Todo el mundo juzga la valla de Israel pero nadie se pregunta por la de Melilla, ni se preguntan lo que significa vivir con miedo a morir en un ataque terrorista. No todo está bien, está claro, pero se aplican muchos prejuicios. En el caso de Melilla, vemos cómo lo que sucede en Oriente Medio tiene mucho más impacto que lo que pasa en la propia España. Al final ella tiene que aprender a ser menos rígida y abandonar las certezas absolutas”.

En Alegría descubrimos la realidad oculta de los judíos que siguen viviendo en nuestro país. “En Melilla hubo pero ahora la comunidad es muy pequeña. En general, hay pocos judíos y no hacen mucho ruido. Mi abuela sigue teniendo resentimiento a Isabel la Católica”, dice Salama. “España es un país en el que en los trabajos no se contempla que una quiera celebrar las fiestas de otras religiones como el Yom Kippur, nadie entiende que es tan importante para los judíos como la Navidad. No vivimos en una sociedad laica”, remata.

@juansarda