Existen dos maneras de analizar el cine: la pasional o emocional, cargada de sensaciones más o menos orgánicas, y la racional o técnica, dispuesta a recorrer, plano a plano, la narrativa formal con la que el director desarrolla su relato y reinterpreta sus lenguajes. Vicente Molina Foix (Elche, 1946), escritor total, heredero de cierta genética renacentista, que no ha dejado un solo género por cultivar (todos de reconocido éxito) es, sobre todo, un hombre de cine que, reuniendo estas dos corrientes, ha impulsado una propia en la que incorpora además el ensayo literario y la accesibilidad de su mensaje, sin duda, insistimos, derivado de su condición polifacética. Despliega estos resortes, completamente perfeccionados, en El tercer siglo: 20 años de cine contemporáneo, volumen que recoge más de 150 reseñas publicadas en la revista Letras Libres. Ejerce aquí de notario de cuanto ha ocurrido en el séptimo arte, sí, como le gusta reivindicarlo, durante los últimos lustros. En este corto espacio de tiempo –si lo comparamos con otros ciclos– se ha producido una de las revoluciones más radicales y significativas de su historia.
Ya sea analizando el boom del cine mexicano en España, el scoop de Woody Allen, el ‘último show’ de Robert Altman, el género bélico-pacifista de Clint Eastwood, el “empalagoso espíritu adolescente” de David Fincher, el “musical sin baile” de Terence Davis, el viaje al fondo de la noche de Leos Carax, la infancia de Kubrick, el “puro vicio” de Paul Thomas Anderson, el cine español y sus descontentos, los hombres y mujeres de Kaurismäki, el dolor y la gloria de Almodóvar, el embrujo de Wong Kar Wai o los paisajes campestres de First Cow de Kelly Reichardt (con la que cierra el volumen en un ejercicio extremo de actualidad) Molina Foix registra nombres y corrientes con el pulso de un cronista al que no se le escapa un solo detalle, ni estético ni de otro orden, de cuanto está ocurriendo en las bulliciosas aguas del cine actual, todo ello, meritoriamente, sin perder de vista a los grandes protagonistas de su larga historia.
Es el caso del trabajo que entrega Luc Moullet (París, 1937), integrante de la Nouvelle Vague como crítico, profesor y excéntrico director, que en Política de los actores realiza un ejercicio de virtuosismo crítico siguiendo los movimientos (o la ausencia de ellos) de Gary Cooper, John Wayne, Cary Grant y James Stewart. ¿Qué tienen en común? Desde luego una época, el Hollywood clásico, una edad, una altura y una media de ochenta películas por cabeza. El resto lo pone Moullet de forma prodigiosa escrutando, individualmente y de forma cruzada (algunos coincidieron en películas como Historias de Filadelfia o El hombre que mató a Liberty Valance), su forma de interpretar, siempre emparentada con su físico y su carácter, en unos momentos en los que solo había dos escuelas: o procedías del teatro o eras autodidacta.
Así es como Moullet, huyendo de la palabra “mito”, construye un paradigma de la sabiduría y el rigor en el que nos encontramos a Gary Cooper como un maestro del underplay, audaz “ejemplo en la utilización del laconismo”, a John Wayne como auténtica vanguardia en materia de actuación y canalizador del paso del tiempo y la decrepitud, al “oblicuo” Cary Grant, al que dedica casi un decálogo de cómo utiliza su cuerpo ante la cámara, y a James Stewart, el rey de los planos secuencia que personificó al americano virtuoso pero que en manos de Hitchcock (antológico el análisis de su intervención en La ventana indiscreta y Vértigo) tocó el olimpo cinematográfico. Para quitarse el sombrero.
Finalizamos este recorrido por las distintas caras de los lenguajes fílmicos con un género tan eterno como su protagonista: el epistolar. En Correspondencia, cartas de cine, podemos asistir, de su puño y letra, a la preocupación del avance de la tecnología de Manoel de Oliveira, a las amistades secretas entre Lumière y Méliès, a los episodios históricos de Murnau, Pasolini o Truffaut, a las crónicas de viaje de Eisenstein y Resnais y a las reflexiones de Buñuel, Orson Welles, Chaplin y Godard, entre otros muchos genios. En este “fuego cruzado” no solo nos encontraremos a personalidades del cine, también a escritores como Ginsberg, Orlovsky y Marrite Dugueras. La cuidada edición solo podía proceder de La Fábrica.