El Oso de Oro de la 72.ª edición de la Berlinale para Alcarràs carga, desde ayer mismo, con el peso que comportan las efemérides, convertido ya en cita insoslayable de un buen puñado de crónicas futuras. ¿Por qué? Pues porque Carla Simón es la primera directora española que recibe el máximo galardón del festival alemán, amén de la primera cineasta -y lean esto como un femenino genérico- de nuestro país que se hace acreedora de tal mérito en el presente siglo (sucesora del Mario Camus que se impusiera en el ya lejano 1983 con La colmena) y la creadora de la primera película hablada en catalán que se cuelga semejante laurel.
Además, esta película humilde, genuina como una mermelada casera (de melocotón), liberada de cualquier ortodoxia impuesta por los laboratorios de los festivales y por los rígidos códigos que demasiadas escuelas de cine se empeñan en elevar a la categoría de dogma, esta película de pueblo, del pueblo y para el pueblo, afianza una corriente imparable que, en un acto de legislación poética -y aún cuando pueda incurrir en alguna injusticia- aúpa a la primera línea del panorama cinematográfico mundial a realizadoras como Dea Kulumbegashvili, Chloé Zhao, Julia Ducournau, Alina Grigore, Audrey Diwan y, ahora, a Carla Simón. The times are a-changing (o eso parece).
A tenor de los méritos ofrecidos por las obras presentadas en el certamen berlinés, no es de extrañar que tres de los cuatro máximos reconocimientos recayeran en directoras como Carla Simón, Natalia López Gallardo (Oso de Plata por Manto de gemas, una tormentosa visión de las desapariciones que ahogan un México rural sojuzgado por el narco) y la incontestable Claire Denis, premio a la mejor dirección por su Avec amour et acharnement, geometría de un isósceles amoroso con una Juliette Binoche atrapada entre el deseo y la voluntad que, efectivamente, contiene algunas de las escenas más memorables de esta Berlinale, por más que el guion se derrengue por uno de sus dos lados mayores.
En el cuarteto de grandes premios se coló un tipo que no necesita pasaporte Covid para entrar en la fiesta porque su cara se la sabe de memoria hasta el más lego del lugar. Hablamos de Hong Sang-soo, siete veces participante en el certamen, premio al mejor director en 2020 por La mujer que escapó, al mejor guion en 2021 por Introduction y premio especial del jurado en este 2022 por The Novelist’s Film, otro ejercicio en el que la asombrosa sencillez de su ejecución esconde una reflexión tan personal como profunda sobre el oficio de hacer películas. Sang-soo le da la vuelta a los manuales de guion y se marca un vacile genial que hace de la casualidad norma en esta historia de una escritora veterana que no escribe y que, para retomar su actividad, necesita de un estímulo que le devuelva la inspiración.
Sirviéndose de muy pocos planos secuencia estáticos, con algún pequeño zoom made by Hong, y de unos diálogos de una precisión difícilmente igualable -estamos ante un gran escritor-, el realizador surcoreano reúne a la agotada novelista con una joven actriz que le enciende la chispa de una creatividad que esta vez brotará en forma de proyecto de cortometraje que la primera escribirá y dirigirá y la segunda interpretará. The Novelist’s Film es, a la vez, reflexión sobre el oficio -si quieres hacer películas, hazlas y déjate de zarandajas-, investigación sobre los procesos creativos -¿necesitamos tramas enrevesadas y puntos de giro para hacer una película o nos basta con lo que nos pasa?-, evidencia del paso del tiempo y del sorpasso femenino y, además, una colorida carta de amor metida en ese sobre blanco (y negro) sellado por el autor de Ahora sí, antes no (evitemos explicar este último punto para que ustedes, sobre todo los más aficionados a su obra, lo descubran cuando la vean).
Las olvidadas
Acaparó dos premios (mejor guion y mejor interpretación para Meltem Kaptan) la coproducción germano-turco-inglesa Rabiye Kurnaz vs George W. Bush, una película con dejes de sit-com avejentada en la que una madre coraje y un abogado idealista se disfrazan de ‘davides’ para sacar de Guantánamo al hijo de la primera, encerrado por ese Goliat imperialista que termina mordiendo el polvo en esta alargadísima comedia política con menos mordiente que cualquier episodio de Veep.
La mejor interpretación secundaria fue a parar a las manos de Laura Basuki por su ambivalente papel en Nana, moviéndose entre la traición y la sororidad, una película en exceso deudora del cine de Wong Kar-wai que, sin embargo, obtuvo mayor reconocimiento que otros títulos igualmente inspirados por el cine pretérito, como es el caso de Les passagers a la nuit, en el que Mikhaël Hers rinde tributo a los filmes ochenteros de Éric Rohmer (Las noches de luna llena) y Jacques Rivette (Pont du Nord pero también Céline y Julia van en barco), con Bulle y Pascale Ogier de por medio, y, sin llegar al deslumbramiento de los originales, firma un más que correcto drama familiar, podado de aspavientos y con la impactante presencia de la joven actriz Noée Abita.
Pudo recibir una mención el filme de Hers, como también el Rimini de Ulrich Seidl o, casi con mayor justicia, el último trabajo de Isaki Lacuesta, Un año, una noche. Sin embargo, esta fue a parar al excesivamente largo y de raíz polémica (lesiones cerebrales asociadas a cierta compulsión sexual) Drii Winter de Michael Koch.
Ahora bien, en una Berlinale a la que el jurado presidido por M. Night Shyamalan le ha entregado el salvoconducto de la notabilidad premiando el segundo trabajo de Carla Simón (para quien esto firma la mejor película a competición), es el inclasificable galardón que responde al nombre de ‘destacada contribución artística’ otorgado a Rithy Panh por Everything Will Be Ok el que da la medida de una edición menor, con películas prescindibles (de AEIOU de Nicolette Krebitz a la citada Rabiye Kurnaz vs George W. Bush, pasando por Call Jane, la intrascendente apuesta norteamericana de este año dirigida por Phyllis Nagy, guionista de Carol, o los últimos filmes de Ursula Meier -La ligne- y François Ozon –Peter Von Kant-) que quedan arrinconadas ante nombres como Un polvo desafortunado o porno loco (Radu Jude), La ruleta de la fortuna y la fantasía (Ryûsuke Hamaguchi), Petite Maman (Céline Sciamma), First Cow (Kelly Reichardt), o Days (Tsai Ming-liang), por citar títulos presentes en los dos últimos años cuya excelencia comparte la, ya por siempre, histórica Alcarràs.