Una cartilla de la CNT acredita que la carrera de Fernando Fernán Gómez comenzó en plena Guerra Civil. Su nieta, Elena de Llanos, ha explicado que corresponde a su afiliación al sindicato de espectáculos en 1938, minutos antes de depositarlo en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. El otro objeto que completaba el legado de la caja 1.003, abierta este jueves, es una pluma “única” que el cineasta recibió tras su designación como miembro de la Real Academia.
El cineasta disfrutó como nunca el trabajo de ser actor en la escuela de interpretación de la CNT, ha asegurado De Llanos. Con el recuerdo cariñoso de la maestra Carmen Seco, consideraba que “el oficio nunca volvió a ser como entonces” en lo que “fue uno de los espacios más importantes de su vida”.
Más allá de significaciones vinculadas al contexto sociocultural de aquellos años bélicos, el cineasta no era apolítico, sino “antipolítico”. Lo ha subrayado De Llanos en su intervención, a propósito de una entrevista que concedió su abuelo en los últimos años de su vida. Partidario de “una moral libertaria” por la que no pudiera traicionarse a sí mismo, consideraba que “los problemas verdaderos del individuo se deberían resolver sobre la moral, la ética y la filosofía”.
El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, contaba cómo el pasaje final de la obra de teatro Las bicicletas para el verano le había servido, en su periodo docente, para “explicar lo que fue la posguerra”. La frase “No ha llegado la paz, ha llegado la victoria” resulta muy “significativa” para García Montero, por cuanto también revela que fue “un grandísmo escritor” y “un estupendo poeta”.
El creador, uno de los más polifacéticos de la historia de nuestro cine, reunió su poesía en El canto es vuelo (Visor). El director del Cervantes ha recitado en el acto el poema “Vergüenza”, cuyos versos “Algo sangriento pasa / y algo horrible no deja de pasar” adquieren una especial vigencia en estos días.
“El mundo entero estalló / y se partieron los hombres en miles de pedazos”, reza el poema en otro momento, y es “este sentimiento de vergüenza el que justifica el sentimiento de conciencia crítica” del cineasta, ha dicho García Montero, que señalaba la novela La puerta del Sol y El tiempo amarillo, memorias cuyo título es "un homenaje a Miguel Hernández", como algunas de sus grandes obras.
“Nada le gustaba tanto como escribir”, ha recordado su nieta para justificar la inclusión en el legado de la pluma estilográfica que lleva su nombre grabado. Se trata de “una pieza única”, según ha explicado, porque fue un regalo de una fábrica de plumas que le fue entregado tras su nombramiento como académico, cuando tomó posesión del sillón B.
Para finalizar el acto de homenaje a Fernán Gómez, el director del Cervantes ha depositado su ejemplar de El canto es vuelo en la misma caja que desde este jueves custodia parte de su memoria. En presencia de Azucena Rodríguez, secretaria de la Academia de Cine y ayudante personal del cineasta en el rodaje de El viaje a ninguna parte, ha agradecido a la familia el legado de una figura “imprescindible en el mundo del cine”.