Todo está preparado para que comience la función en el gran teatro de Hollywood. Los actores conocen ya sus papeles para una obra sin dramaturgo que probablemente durará más de lo previsto y que tendrá, como siempre, altibajos de ritmo, pero también risas, emoción, llantos, música, chistes malos, agradecimientos excesivamente largos y, esperamos, alguna sorpresa. Solo queda decir: ‘mucha mierda’. Pero antes, conozcamos a los protagonistas.
La favorita
Seamos claros: El poder del perro es la gran favorita para llevarse el Óscar a la mejor película. Lo dicen sus doce nominaciones, las casas de apuestas y su impecable trayectoria en la temporada de premios. El filme de Jane Campion, la primera mujer que ha conquistado la Palma de Oro en Cannes y que cuenta con dos nominaciones a mejor directora en los premios de la Academia de Hollywood, se ha impuesto en los Globos de Oro y en los Bafta y triunfó en Venecia con el León de Plata. Pero (y siempre hay un pero para darle vidilla al sarao) no estamos ante el prototipo de película que suele seducir a los académicos, acostumbrados a premiar trabajos optimistas y con mensaje. El poder del perro es, en cambio, un filme de una intensidad agobiante que indaga en las profundidades abisales del alma humana gracias a la sutileza de la puesta en escena, a unos diálogos sugerentes y afilados y a unas interpretaciones brillantes. La directora, que regresa al cine tras unos larguísimos 12 años de ausencia, le da la vuelta al wéstern creando una suerte de melodrama psicológico que nos habla de la masculinidad como una cárcel e incide en los traumas sociales de la pedofilia. Un filme que no hace concesiones.
El forastero
La marca Asia está de moda en Hollywood: el surcoreano Bong Joon-ho triunfó con Parásitos en 2020 y la china Chloé Zhao le tomó la alternativa el año pasado con Nomadland, ambos conquistando los Óscar a mejor película y director. Ahora es el japonés Ryüsuke Hamaguchi quién opta a esos mismos galardones por Drive My Car, aunque con una apuesta diferente. Estamos ante un genuino filme de autor, de humilde producción y largo metraje (cercano a las tres horas), que explora a través de los silencios y la introspección la relación entre un reputado director de teatro enfrascado en el montaje de Tío Vania de Chéjov y su solícita y taciturna chófer. Una historia cargada de misterio y sensibilidad que probablemente tenga más opciones en las categorías de película extranjera y guion adaptado (parte de un relato de Murakami).
El visionario
A principios de siglo Ridley Scott y Peter Jackson arrasaron en los Óscar con dos superproducciones con sello de autor: Gladiator y El señor de los anillos, respectivamente. Desde entonces esta fórmula que han practicado directores como Christopher Nolan, Alfonso Cuarón o George Miller no ha tenido demasiado éxito en los premios de la Academia de Hollywood. Dune es el último ejemplo de esta estirpe, y uno de los más logrados del cine reciente. El sueño de Jodorowski, que se convirtió en pesadilla infumable en manos de David Lynch, ha sido materializado con claridad por Denis Villeneuve en una adaptación trepidante de la enrevesada novela de Frank Hebert. La película deslumbra en un apartado visual de extrema frialdad y escalas imposibles y es previsible que consiga varios premios técnicos. En cualquier caso, ya tiene el reconocimiento del público: es el filme que más ha recaudado de todos los nominados (más de 400 millones en todo el mundo).
El maestro
Pese al descalabro de West Side Story en taquilla, que se ha quedado lejos de alcanzar los 100 millones que había costado, Steven Spielberg comparece una vez más en unos premios que históricamente no le han tratado demasiado bien (solo ha conseguido la estatuilla a mejor película en una ocasión, con La lista de Schindler). No obstante, un dato demuestra su inigualable magisterio en Hollywood: es el único cineasta nominado a mejor director en seis décadas diferentes. La versión de Robert Wise y Jerome Robbins de 1961 ya conquistó diez Óscar y probablemente no había necesidad de hacer un remake de una obra que ya era perfecta. Pero Spielberg ha sabido reinventar cada número desplegando todo su instinto para el sentido del ritmo visual, para la fluidez del movimiento y para exprimir la emoción de las escenas. El filme es, finalmente, una gozada que reivindica la cultura latina en EE.UU.
El topo
CODA, de Sian Heder, ha pasado desapercibida en España (137.000 euros en taquilla), pero algunos en Hollywood la ven con posibilidades para dar la sorpresa y arrebatarle el gran premio de la noche a El poder del perro. Desde luego, es un filme más oscarizable que el de Jane Campion (en el mismo sentido que lo fue en 2018 la mustia e inofensiva Green Book frente a películas más hondas y estilizadas como Roma o La favorita), que saca partido de todas las fórmulas a las que se adhiere: el cine indie, el coming of age, el drama sobre discapacitados, el filme musical, la comedia de instituto… El resultado es una feel good movie de extraña textura visual en la que brillan los actores sordos, en especial un hilarante Troy Kotsur que podría llevarse el premio al mejor actor de reparto. Remake de la francesa La familia Berlier (Éric Lartigau, 2015), la película arrasó en Sundance en 2020.
El OVNI
Por primera vez en la historia de los Óscar un filme opta a los galardones a mejor película de animación, mejor documental y mejor película extranjera. Un logro mayúsculo el de Flee, del danés Jonas Poher Rasmussen, reputado documentalista que se vio obligado a a valerse de la animación ante la negativa de su amigo Amin, un refugiado afgano, a aparecer en pantalla para contar la historia de su vida. Estructurada como un largo flashback a partir de una conversación entre el director y el protagonista, y construida con material de archivo y dibujos animados de dos estilos –línea clara para los acontecimientos y expresionista para los sentimientos–, la película aborda tanto la tragedia global de los refugiados como el drama íntimo de un chaval sensible abocado a las peores condiciones de vida. Una digna sucesora de Vals con Bashir (Ari Folman, 2008) o La imagen perdida (Rithy Panh, 2013).
Los pesos pesados
Tener diez nominadas a mejor película y solo cinco candidatos a mejor director provoca que haya ausencias destacadas en esta última categoría. Por ejemplo, la de Denis Villeneuve, a pesar de las diez opciones de estatuilla de Dune, o la de Guillermo del Toro –por el oscuro noir de El callejón de las almas perdidas–, al que se le podía suponer un mayor arraigo entre las preferencias de los académicos tras su triunfo en 2017 con La forma del agua. Optan al galardón Jane Campion, Ryüsuke Hamaguchi, Steven Spielberg, Paul Thomas Anderson y Kenneth Branagh. Este último bien podría conquistar el metal con la emotiva Belfast, otra película de buenos sentimientos en la que el director viaja a su infancia para narrar al ritmo de Van Morrison la pérdida de la inocencia de un niño en mitad de los enfrentamientos entre católicos y protestantes en la capital de Irlanda del Norte en los años 60. Aunque sería de justicia que Paul Thomas Anderson, a todas luces el director estadounidense más brillante de su generación, recibiera de una vez por todas su primer Óscar. Razones no faltan para premiar Licorice Pizza, un cálido y algo bizarro coming of age en la California de los 70.
Los nuevos capos
A pesar de que lleva más de un lustro intentándolo con empeño, a Netflix se le ha resistido hasta ahora el Óscar a la mejor película. Han producido a David Fincher (Mank), Aaron Sorkin (El juicio de los 7 de Chicago), Noah Baumbach (Historia de un matrimonio), Martin Scorsese (El irlandés) o Alfonso Cuarón (Roma) y todos se quedaron a las puertas. ¿Sonará la flauta este año con Jane Campion y El poder del perro? En cualquier caso, la empresa de Reed Hastings, beneficiada quizá por la pandemia, es el estudio con más nominaciones, 27, seguido por Warner Bros., que ha conseguido 16 por dos películas que en EE.UU. estrenó de manera simultánea en cines y en HBO Max: Dune y King Richards (ambas optan al premio a mejor película). Por su parte, Apple TV tiene seis nominaciones (tres para CODA y tres para Macbeth) y Amazon, cuatro (tres para Being the Ricardos y una para El Rey de Zamunda). En total, 37 nominaciones para el streaming. Bienvenidos a la era de las plataformas.
La polémica
La visión satírica de Adam Mckay sobre la política y la sociedad estadounidense ha conseguido entrar en la pugna por el Óscar a la mejor película en tres ocasiones, con La gran apuesta (2015), con El vicio del poder (2018) y, ahora, con No mires arriba. Este trabajo, con un reparto de campanillas comandado por Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence, se coló en la conversación de muchas comidas familiares estas navidades gracias a un inteligente estreno por parte de Netflix en su plataforma el 24 de diciembre. Eso sí, muchos la odiaron y otros se dejaron llevar por esta visión descorazonadora de un presente marcado por el populismo de importantes líderes políticos y por la distorsión de la realidad (y de la verdad) que encontramos en los medios de comunicación y en las redes sociales. Irregular, excesivamente larga, a veces cargante, pero con grandes momentos, esta historia sobre dos astrónomos que intentan alertar del fin del mundo es tan divertida como pavorosa.
La popular
Los Óscar han decidido crear un premio para aquellas películas que triunfan en taquilla pero que no suelen ser del gusto de los académicos. La iniciativa lleva el nombre de #OscarsFanFavorite y está asociada a un galardón que se entregará físicamente durante la ceremonia y que vota el público a través de Twitter. Después de arrasar en los cines –más de 1.700 millones de dólares en todo el mundo, colocándose en sexta posición en el ranking histórico–, Spider-man: No Way Home parte como clara favorita. Disney hizo campaña con la película para entrar en las categorías importantes con escaso éxito: tan solo lograron una mención en efectos especiales. Y es que, aunque el público las adora, este nuevo episodio del hombre-araña no es más que una nueva vuelta de tuerca a la fórmula mágica del universo Marvel.