Si nos atenemos a los registros, Jules Maigret (Sant-Fiacre, Francia, 1887) nació antes que Georges Simenon (Lieja, Bélgica, 1903). Esta paradoja en la que el personaje es más viejo que el autor nos pone ante uno de esos casos en los que resulta imposible desbrozar una existencia de la otra. Más, si como ocurre en Las memorias de Maigret (1951), se produce un tenso encuentro entre ambos capaz de crear una realidad metaliteraria por la que se diluye la cuestión de quién creó a quién.
"Nada de deducciones". Maigret y Simenon se desmarcaron de una consolidada tradición de grandes detectives literarios para pasar página y dejar marcado su propio camino con casos de "larga fermentación"
Veamos. Maigret nace en el centro de Francia, cerca de Moulins. Su abuelo regentaba una alquería y su padre era administrador del castillo de la ciudad. Mucho antes de que se convirtiera en el mítico inspector de policía cuarentón, gruñón, de andares descuidados y huesudo fue un muchacho más bien delgado, aficionado a los escaparates de las charcuterías, que perdió a su madre en 1895 al dar a luz a su hermano.
El sobrino del panadero
Un lustro más tarde una pleuresía se cruzará en el camino de su padre y se lo llevará a los 44 años después de una existencia marcada por la depresión. Lo acogerá una tía en Nantes, localidad a la que irá con “una maleta traqueteante” para convertirse en estudiante de Medicina y en el “sobrino del panadero”.
La muerte de su tía vuelve a cambiar su destino y se traslada a París, donde no tardará en aterrizar en el 36 Quai des Orfèvres, sede de la Policía Judicial con vistas al Sena en la que se encontrará con Xavier Guichard, el “gran jefe”, y compañeros como los inspectores Félix Jubert, Torrence el gordo o Lagrume. Con ellos “arrastrará sus zapatos” por todos los rincones de París, ya sea en La Villette, Porte d’Italie, Pigalle o la Brasserie Dauphine, punto de encuentro donde degustar cerveza o calvados.
"Sim" y la buena cocina
Prácticamente al mismo tiempo de consolidar su pálida silueta de grandullón de sombrero hongo, gran abrigo y eterna pipa de brezo, Maigret se casa con Louise Leonard (1913). Con ella compartirá apartamento (en el Boulevard Richard-Lenoir), retiro en Loiret (Meung-sur-Loire), “amistades” como la de George Simenon, “Sim”, afición por la gastronomía (hígado de ternera, aguardiente de frambuesa, estofado pot-au-feu, los pastelillos de Beaumarchais) y la original forma de afrontar las investigaciones de “larga fermentación”.
Al fin y al cabo, nuestro inspector despejaba las incógnitas con la ayuda de un pequeño cuaderno de diez centavos, tapa de hule y papel cuadriculado, donde sentenciaba: “Nada de conclusiones apresuradas y, sobre todo, nada de deducciones”. Se desmarcaban así, autor y personaje, de una consolidada tradición de grandes detectives literarios para pasar página y dejar marcado para siempre su propio camino.
Un fenómeno... sin miedo
De su inmensurable corpus, Georges Simenon firmó con su nombre 191 títulos (utilizó 30 pseudónimos). Maigret protagoniza 75 novelas y 28 relatos publicados entre 1931 y 1972, año en el que el autor belga abandona al inspector. El impacto de sus pesquisas ha tenido especial eco en el cine y la televisión, donde destacan las películas de Jean Renoir (La noche de la encrucijada) y Jean Delannoy (Maigret en el caso de la condesa), protagonizadas por Pierre Renoir y Jean Gabin, respectivamente. En España, Maigret han tenido un eco irregular. Además de diversas colecciones de “tono negro”, destacan las ediciones de Tusquets de los noventa y la iniciativa de Acantilado de 2012, año en el que se propuso publicar la obra completa de Simenon, inercia que ahora culmina en asociación con Anagrama. Del inspector acaban de publicar Maigret duda y para octubre se añadirá Maigret tiene miedo, a las que se suman, ya sin el mítico personaje, Tres habitaciones en Manhattan, El fondo de la botella y La muerte de Belle (prevista para junio).