El cine iraní goza de gran prestigio gracias al talento de algunos directores contemporáneos como Asghar Farhadi (Un héroe, Nader y Simin), Bahman Gobadi (Las tortugas también vuelan) o Jafar Panahi (Taxi) sin olvidar al totémico y desparecido Kiarostami (El sabor de las cerezas). Debut en la dirección de la actriz Maryam Moghadam, también protagonista, y el realizador Behtash Sanaesha, El perdón tiene todo lo que uno espera de una película de ese país: una potente historia con un dilema moral en el centro, buenas interpretaciones y unos planos atentos a la verdad de las cosas que parecen indagar en la realidad más que proyectarla.
La protagonista es Mina (Moghadam), una mujer de unos treintaytantos que se ha quedado viuda después de que aplicaran la pena de muerte a su esposa con una hija sordomuda a cuestas. La familia del difunto quiere que se case con el hermano y vivan con ellos, ella prefiere luchar sola. Todo se complica cuando el verdadero asesino del crimen por el cual fue ejecutado su ex marido reconoce su culpabilidad.
Devorado por el sentimiento de culpa, el juez que dictó sentencia del caso, Reza (Alireza Sani Far), comienza a ayudar a la viuda sin que esta sepa quién es en un país en el que toda relación no conyugal entre un hombre y una mujer es por principio sospechosa.
La infame pena de muerte sigue existiendo no solo en países con graves carencias en derechos humanos como Irán, también en otros del primer mundo como el propio Estados Unidos, con una larga tradición de películas contra ella. Películas que van de El hombre de Alcatraz (John Frankheimer, 1962) a la propia Pena de muerte (Tim Robbins, 1996) han marcado historia en la conquista de los derechos civiles, no resuelta.
El tono de El perdón es muy distinto al del cine estadounidense, en este caso la ejecución se convierte en el contexto de un drama moral en el que se dirime la propia idea de la justicia. Por una parte, esa viuda a la que la vida no le puede dar más palos. Por la otra, ese juez maduro perseguido por muchos demonios.
Sin duda, El perdón está sobre todo cerca del cine de Farhadi, el gran creador contemporáneo de dramas morales. En este caso, vemos la dificultad de superar una injusticia atroz y la sensación de rabia y vacío, también a un personaje ansioso por redimirse de este y otros pecados que tenemos que adivinar. Todo ello, en un país en el que rige un sistema medieval de justicia basado en el Corán de tintes barbáricos.
Por lo visto, no solo nadie se hace responsable del error que ha matado a un hombre, también puede solucionarse de manera sencilla diciendo que ha sido la “voluntad de Dios” y todos contentos. En el filme, la barbarie del régimen iraní que legitima la venganza como forma de justicia crea un sistema perverso que lo destruye todo.