El filósofo, escritor y periodista francés Bernard-Henri Lévy (Béni-Saf, Argelia, 1948) siempre ha sido un intelectual polémico y a contracorriente. Ya en los años setenta se rebeló contra los dogmas radicales surgidos en mayo del 68 y, desde entonces, ha estado en el punto de mira de la izquierda gala. Sin embargo, a este clarividente defensor del liberalismo, la democracia y el fortalecimiento de Europa frente a los nacionalismos, que ha publicado decenas de libros, lo que nadie le ha podido achacar nunca es que fuera un intelectual de salón.
“Toda mi vida he querido transmitir conocimientos”, dice en su nueva película Otra idea del mundo, que estrena el lunes 13 en CaixaForum Madrid, en un acto organizado por Enclave ODS - EL ESPAÑOL en el que estará acompañado por Pedro J. Ramírez, presidente y director de EL ESPAÑOL. “Hay dos tipos de escritores, y ambas tradiciones son respetables. Están los escritores encerrados en sus torres de marfil y los que salen al mundo y se enfrentan a lo que Jean-Paul Sartre llamó “la gran ira de las cosas””. BHL pertenece, obviamente, a este segundo grupo.
Con tan solo 22 años ya se lanzaba a cubrir para la prensa la Guerra de Independencia de Bangladesh y, desde entonces, se ha pateado los grandes conflictos armados de los últimos 50 años. A ellos ha dedicado casi toda su filmografía, que cuenta con películas como Bosna! (1997), en donde denunciaba el silencio de occidente ante el genocidio de los musulmanes bosnios; Le servent de Toubrouk (2016), que documentaba su trabajo entre bastidores en Libia para convencer a los lideres occidentales de que usaran la fuerza militar contra Gaddafi; Pashmerga (2016), en la que mostraba la determinación inquebrantable de los combatientes kurdos en su lucha contra el fundamentalismo yihadista, o Tres banderas, Mosul (2017), un valiente registro de la lucha de las unidades kurdas y la unidad especial iraquí en la infausta batalla.
Los agujeros negros del planeta
Codirigido por el fotógrafo y periodista Marc Roussel, el filme Otra idea del mundo es una especie de diario que recoge los viajes de Henri Lévi por guerras olvidadas y lugares donde la pobreza ha robado la dignidad de los seres humanos. “La película surge del encargo que recibí de un grupo de periódicos y revistas, que me contrataron para que viajara a diferentes lugares del mundo con el único común denominador de encontrarse en un estado de miseria absoluta”, explica el escritor a El Cultural. “Fueron EL ESPAÑOL en España, Paris Match en Francia… Sabía que encontraría imágenes terroríficas y pensé que debían ser registradas, por eso decidí que me acompañara un cámara”.
Todo arranca a partir de una llamada de auxilio que le realizaron al filósofo francés los cristianos de Nigeria, víctimas del terror perpetrado por Boko Haram y abandonados por un gobierno que mira hacia otro lado. “Cuando recibí esta llamada de ayuda sentí un extraño sentimiento de deber y emergencia”, asegura BHL. “Recibo muchas peticiones de este tipo, pero generalmente no tengo tiempo ni espacio en mi cabeza que dedicarles, y no puedo responder como me gustaría. Pero esta vez, cuando vi las fotos, una especie de voz interior me ordenó ir a Nigeria porque percibí que lo que allí ocurría era terrible. No hicimos más preguntas”.
En este escenario, BHL se encontró con el terror en estado puro, representado por el caso de una mujer que había presenciado el asesinato de su esposo y sus cuatro hijos. Ella salvó su vida al estar embarazada, pero no se libró del castigo: los verdugos le amputaron un brazo. “Cuando llegué allí y vi la situación que atravesaban esta personas sentí que había caído en el más oscuro de los agujeros negros del planeta”, comenta BHL. “Es un lugar en el que hay la mayor miseria y angustia y que, sin embargo, no es conocido por el resto del mundo. Parece que nadie está dispuesto a interesarse por esto, hay una gran ignorancia sobre lo que ocurre allí. Es una gran injusticia”.
Tras visitar el Kurdistán sirio para encontrarse con Aldar Khalil, el líder de la revolución democrática kurda que lucha contra el Daesh -y conocer a un valiente grupo de mujeres guerrilleras que le recuerdan a “las amazonas guerreras de la reina Pentesilea de la Iliada de Homero”-, BLH viajó, a finales de 2019, a lo que por entonces era otro conflicto que pasaba entonces desapercibido en la prensa internacional: el enfrentamiento entre el ejército ucraniano y las fuerzas prorrusas en el Dobass. Hoy, es un monstruo que amenaza la estabilidad del mundo.
“Cuando estuve allí todo el mundo me alertó de que la guerra ya había comenzado y que nos encaminábamos hacia un conflicto a gran escala”, recuerda BHL. “La tensión fue in crescendo en los meses posteriores y tenía claro que la guerra iba a explotar. Europa ha despertado y, en vez de estar dividida en dos tendencias, parece que se ha unificado al darse cuenta del peligro que personifica Putin. Yo hice lo que pude para alertar de que algo grande se estaba preparando, pero nadie me escuchó, a nadie le importó. Pero ha pasado”.
El escritor francés continúa su descenso al infierno del planeta en Somalia, Bangladesh, Lesbos, Libia y Afganistán, pero cada regreso a Europa está lejos de ser reconfortante, ya sea por las revueltas de los chalecos amarillos en París (“Estos arranques de ira que no entiendo bien parecen mezquinos en contraste con los voces de los caídos cuyo mensaje he prometido transmitir”, dice BHL en la película) o por culpa del virus que vació las calles. “Mientras Europa se repliega detrás de barricadas, ahora es más urgente recordar a los fanáticos del confinamiento que hay miles de personas a las puertas del continente que no tienen casa en absoluto”, reflexiona BHL para continuar con los reportajes, a pesar de las críticas que recibe por viajar en aquellos momentos.
La dialéctica de Henri-Levy
Más allá del incuestionable valor documental del filme, BHL eleva la propuesta a nivel artístico gracias al uso de su propia voz, que acompaña casi siempre a las imágenes, y a unos textos reflexivos y poéticos. “Construyo la película a partir de una dialéctica entre imagen y palabras. La imagen va primero, después viene la narración, después vuelvo a la imagen y preciso aún más la voz en off. Llega un momento en el que la imagen y la palabra conviven en el mismo plano y es ahí cuando siento que he acabado”.
Su regreso a Bangladesh, donde comenzó su andadura como reportero de guerra, le revela algo inesperado: que sigue siendo igual que aquel joven de 22 años que era en los 70. “Tengo las mismas creencias y motivaciones”, asegura. “En esa parte de la película se me apareció esa sensación tan irreal de que el tiempo no pasa, de que sigo siendo el mismo”. Quizá por ello, nunca ha dejado de sufrir cuando regresa de estos viajes. “Es inevitable sentir que me voy demasiado pronto, que podría haber permanecido allí más tiempo, que dejo a mis hermanos y hermanas detrás de mí, mientras que vuelvo a mi vida de comodidades, felicidad y prosperidad”.