Patricia Reyes Spíndola (Oaxaca de Juárez, México-1953) es un ícono de la interpretación en México. A lo largo de su dilatada carrera ha trabajado en más de 60 películas, ha protagonizado infinidad de obras de teatro -ya fuera en la Compañía Nacional o en producciones más comerciales-, ha ejercido de directora de escena y de empresaria teatral y se ha convertido en uno de los rostros más carismáticos de la telenovela del país norteamericano.
Ahora se encuentra de gira en nuestro país para presentar un nuevo filme, A quien cierra los ojos, dirigido por la española Ana Díez (Tudela, 1957), en donde interpreta a Montserrat, la directora del colegio Villaseñor de la Ciudad de México, un centro privado anclado en la enseñanza tradicional que atraviesa problemas económicos.
“Mi personaje heredó la escuela de su padre, una escuela muy rígida en materia educativa, pero ella tenía otros planes para su vida”, explica Reyes Spíndola a El Cultural en la Casa de América de Madrid, donde se presentó el filme el pasado lunes. “Ella quería ser bailarina, por lo que vive con un punto de frustración. Tiene una relación muy complicada con su padre ya muerto, del que tiene un cuadro en su despacho y con el que sigue hablando en su cabeza, de ahí la voz en off de la película. Y siempre está metida en la escuela, observando a los demás”.
A quien cierra los ojos es una película coral que busca retratar las fallas de la educación privada desde todos los frentes. Así, seguimos a distintos personajes que atraviesan situaciones complicadas: desde Sebastián (Juan Pablo de Santiago), apocado conserje que mantiene una relación secreta con la profesora Laura (Amanda Farah), hasta Armendáriz, sibilino empresario que tratará de sacar tajada de los problemas del colegio, pasando por alumnos como Chino (Axel Shuarma), Carlos (Dan Klip) o Celia (Milena C. Rayn), que se enfrentan a problemas como el bullying mientras tienen que lidiar con los temblores de la adolescencia, o la psicóloga Blanca (Valentina Martínez Gallardo), que trata de implantar nuevos métodos de enseñanza más centrados en la educación emocional.
“El origen del proyecto es una investigación de las ONG’s Educadores Sin Fronteras y Educadores Somos Todos sobre los miedos de los niños en Ciudad de México”, explica la directora. “Descubrieron que esos miedos no eran ensoñaciones ni monstruos imaginarios, sino las vivencias intrafamiliares e institucionales”.
Díez, que ganó en 1989 el primer Goya a mejor dirección novel por Ander eta Yul, una historia que se zambullía en el terrorismo etarra, ha dirigido filmes tan interesantes como Todo está oscuro (1997), en el que abordaba el tema del narcotráfico en Colombia, el trepidante documental Galíndez (2002), sobre el secuestro del exiliado y diputado del gobierno vasco Jesús de Galíndez, o Paisito (2008), en el que se acercaba al golpe de estado en Uruguay en los años 70.
“En el fondo esta película es una metáfora de la sociedad”, comenta la directora. “Todos los personajes tienen un problema personal y emocional que no saben cómo asumir y resolver. Son personajes aplastados, un poco acosados, que no son capaces de enfrentarse con las suficientes herramientas al futuro”.
Una mirada fascinante
Patricia Reyes Spíndola y Ana Díez coincidieron en 1985 en la gala de los Premios Ariel, los Óscar mexicanos. La actriz recibía su primer galardón a mejor actriz por Los motivos de Luz (Felipe Cazals), en donde interpretaba a Elvira Luz Cruz, una mujer condenada a cadena perpetua por el nunca bien demostrado asesinato de sus hijos. Casualmente, Díez -que tras licenciarse en Medicina en España se había marchado a México para estudiar cine- recibió el Ariel por un cortometraje documental sobre el mismo caso, Elvira Luz Cruz, pena máxima.
Desde entonces no habían vuelto a encontrarse, pero la directora enseguida pensó en Reyes Spíndola cuando perfilaba el personaje de Montserrat. “He seguido todos estos años sus largometrajes de ficción y siempre me ha parecido fascinante las posibilidades que ofrece su mirada”, explica Diez. “Puede pasar por alguien estilizado y sofisticado o salvajemente emocional, incluso dar vida a una prostituta de una esquina”.
Ese rol es el que le ha reservado en algunos filmes el prestigioso director mexicano Arturo Ripstein, con el que ha trabajado hasta en 13 ocasiones, logrando su segundo Ariel a sus órdenes por La reina de la noche (1994). “Trabajar los guiones de Paz Alicia Garciadiego y la dirección de Arturo siempre es emocionante y complicado”, explica Reyes Spíndola. “Utiliza muchos planos secuencia de 12 o 15 minutos y a veces hay que hacer hasta 40 tomas, y cada vez le agrega algo nuevo. Es una persona muy dura para trabajar, pero a la vez es un placer porque se produce casi una comunión religiosa en el set: nadie habla, no puedes llevar el móvil… Yo le tengo mucho agradecimiento y cariño a los dos, pero él no te puede ver fuera de lo que estás haciendo porque puede montar en cólera”.
Tras el paso por Casa de América, directora y actriz estarán presentando la película en Cineteca este jueves 8, en Tabakalera de San Sebastián el viernes 9 y en la Filmoteca de Cataluña en Barcelona el lunes 11. Sin embargo, este no es el primer viaje de Reyes Spíndola por la península, ya que en los 70 estuvo de gira acompañando a Carmen Sevilla y a su marido, el compositor Augusto Algueró, en un espectáculo.
“Se llamaba Telemusical en directo y lo dirigía Valerio Lazarov. Yo era una azafata y salía a mover las escenografías o limpiar en el piano de Algueró, con lo que se entendía como poca ropa para la época”, recuerda divertida la actriz. “Pero sí tenía dos líneas: en una me preguntaban que de qué me gustaba jugar al fútbol y yo decía que en la delantera, y en un sketch del cómico Joe Rígoli me tocaba decir ‘azuquiqui’. Por aquella época yo tenía mucho busto, pero luego me quité porque no pegaba para ser actriz dramática. Pero así tuve la oportunidad de conocer España y trabé una gran amistad con Norma Duval, que también participaba en el espectáculo, y que seguimos manteniendo”.
Casi 50 años después, Reyes Spíndola es toda una institución en el campo de la interpretación en México, con hasta cuatro escuelas en donde transmite sus conocimientos a las nuevas generaciones. Dos de sus antiguos alumnos forman parte del reparto de A quien cierra los ojos. “La escuela me ayuda a estar al día con el lenguaje, tanto hablado como visual, de los chicos”, comenta. “Y, además, muchas veces participo en cortitos de mis alumnos, sin cobrar, claro. Creo que todo ello me ayuda a seguir vigente. Hago papeles pequeños, grandes y medianos y lo único que pido es un buen crédito. Lo que me gusta es trabajar, sobre todo en el cine. He hecho mucho teatro y amo la televisión, que me ha dado una estabilidad económica, pero el cine te hace para toda la vida. Hoy, todavía sabemos quiénes son Jorge Negrete, Pedro Infante, Dolores del Río… La emoción del teatro es muy linda, pero dura una hora y media, y creo que el legado del cine es más importante. Te eterniza”.
Un gran reto
Ana Díez, que desde Paisito llevaba casi trece años sin rodar, se enfrentó a un reto muy importante en su nuevo filme. “En A quien cierra los ojos tomamos la decisión de no salir nunca del colegio”, asegura Díez. “A nivel de puesta en escena, al tener solo un espacio, era todo muy complejo. Esos muros convierten la escuela en una especie de cárcel en la que el exterior no se permea hacia dentro. El colegio es un espacio público en el que los personajes tienen que mostrar sus intimidades, pero en el que también se simula, se actúa… El sistema educativo, que debería integrar, a veces bloquea el desarrollo de las personalidades”.
Además, la directora volvía a la que considera su segunda patria, México, donde estudió cine, por lo que la experiencia ha sido como cerrar el círculo. “Tienen mucha más industria que nosotros, porque es un país más grande y con mucha tradición”, asegura Díez. “Me he encontrado con equipos muy preparados, muy profesionales. Allí bullen el cine, los cortos, las alternativas a las narrativas convencionales… Quizá la mayor diferencia es que los rodajes en España son más rígidos y allí son más relajados”.
La presentación del filme se ha topado además con una reciente polémica sobre la escuela privada en España, ya que la Comunidad de Madrid ha puesto en marcha becas para hijos de familias con rentas altas. “Me parece desquiciante”, comenta Díez. “Las becas siempre se han destinado a gente que no tiene recursos para dedicarse periodos largos de su vida a estudiar, que necesitan ingresos para mantenerse. Esta iniciativa me parece un auténtico disparate. Además, el otro día vi una estadística que decía que en la Universidad Complutense en el primer año de carrera sacan mejores notas los alumnos que vienen de la escuela pública”.