Entre la comedia familiar y el retrato sobre la precariedad, Héroes de barrio propone un reflejo de la España actual a través de las peripecias de un cuarentón perdido en la vida. Se trata de Luis (Antonio Pagudo), un tipo que no tiene más remedio que ponerse a regentar el bar de su padre (Antonio Dechent) sin tener ninguna vocación ni tampoco mucho talento para ello. Para hacerlo más complicado, su exmujer (Lisi Linder) se ha ido a vivir con otro llevándose consigo a su hija pequeña de unos ocho años, Paula (Luna Fulgencio).
Denostado como un "perdedor" por la nueva pareja de su ex y censurado por su padre por su poca pericia detrás de la barra, el artista tratará de ganarse la admiración de su hija, campeona de fútbol femenino, simulando una amistad inexistente con el jugador del Betis Joaquín. Sin apretar las tuercas de lo sentimental, Ángeles Reiné recrea la vida de un barrio obrero de Sevilla en el que todo el mundo hace lo que puede para salir adelante.
Segunda película de la directora después de otra comedia familiar como Salir del ropero (2019), explica que se arrepiente de "haber cedido en muchos cambios de guion y montaje" en aquel debut y que ahora se siente más satisfecha con el resultado gracias a la mayor libertad de la que ha gozado por parte de los productores.
Pregunta. ¿Quería mezclar a Santiago Segura con Ken Loach?
Respuesta. La idea siempre ha sido hacer una película de entretenimiento, eso era lo más importante, para ir, comprarte palomitas y disfrutarla con la familia. La mayor dificultad era el tono ya que la película va dirigida a los padres y los niños. Se trata de que no se aburran ni unos ni otros. Yo pude manipular y reescribir el guion y me lo llevé al terreno que yo quería. Cualquier entretenimiento siempre se puede hacer con un look audiovisual un poco más cuidado, con interpretaciones más realistas y que los actores no estén siempre arriba… Y luego también se pueden contar cosas para que los niños tengan una visión más clara sobre algunos valores.
P. ¿La clase media española está en pleno declive?
R. Yo más bien hablaría de clase trabajadora. Es un barrio de gente que lo tiene difícil. Aparece ese rap en el que se cuenta lo que les pasa a esta gente, es duro tirar adelante el día a día. Vemos también esos edificios colmena en los que viven apiñados. Quería contar lo que pasa en los barrios donde hay gente de origen marroquí, oriental… Yo me he criado con una vecina que tenía síndrome de Down, he intentado reflejar el día a día. La inmigración no es el tema pero voy metiendo pildorillas. Y luego ese ambiente de barrio con la gente que se reúne en los bares…
"Me importaba mucho el mensaje que se traslada a los niños"
P. El protagonista le hace un discurso a su hija sobre el valor de las personas más allá de que sean "triunfadoras" o "perdedoras". ¿La sociedad cada vez es más dura?
R. Me importaba mucho el mensaje que se traslada a los niños. Estamos creando una sociedad en la que parece que lo único que importa es quién tiene la última Nintendo, el coche de mi padre o las zapatillas de tal marca. La publicidad cada vez apela más a las emociones, hay una gran manipulación. Me parecía que es importante que los niños escuchen ese discurso, desde ese lugar del protagonista que es lo que la sociedad llamaría a un perdedor: ha perdido a su mujer y su hija, el bar no le va bien… Es un hombre que ha perdido la confianza en sí mismo. Luego ese error de soltar que es amigo del futbolista Joaquín le da un objetivo que es hacer que se convierta en verdad. De alguna manera eso le da vidilla y recupera un objetivo.
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P. ¿Se puede ser feliz con padres divorciados?
R. Por supuesto. En el guion original los padres acababan juntos. Yo no quería eso porque hoy en día la mayoría de los niños tienen padres divorciados y no pasa nada. Lo importante al final es que los padres se lleven bien que es lo que quiere la niña. Cuando reescribía el personaje de la mujer quería que tuviera un sentido de independencia y aspiraciones personales, en el original no trabajaba. Esta es la realidad, cada día somos más iguales los hombres y las mujeres. Desde luego, lo que también vemos es cómo la presión sobre ella para que triunfe profesionalmente es mayor. Eso es algo también generacional.
P. ¿Esa niña futbolista representa a la juventud que rompe estereotipos?
R. El personaje de la niña es el más vital y no se calla, cuando cree que algo es una injusticia lo dice. A las niñas antes no se les educaba para poder discutir y tener sueños. Por suerte eso está cambiando y esta niña quiere formar parte de la selección española. El fútbol femenino es algo que ha crecido a lo largo del proyecto. Ahora se habla más de fútbol femenino que nunca. Antes se las llamaba marimacho y ahora se educa de una manera muy distinta, es algo que quería reflejar aunque también está claro que no en todas las zonas de España han llegado esos avances.
P. ¿El protagonista es un "perdedor" para la sociedad por mucho talento que tenga aunque le falte dinero?
R. El desarrollo artístico es el desarrollo del alma. Los que nos dedicamos a esto a pesar de todos los sacrificios que supone no sabemos vivir sin esto. Nos dejamos llevar mucho por las apariencias, no es lo mismo ir a un sitio con vaqueros y zapatilla que ir hecho un perita. Lo vemos en esa secuencia un tanto picaresca en la que compra ropa cara en El Corte Inglés con la idea de devolverla. En cuanto se viste de perita todo cambia aunque es el mismo tipo.
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P. El pobre hombre no es feliz ni tiene mucho talento para llevar un bar. ¿Vemos esa frustración de tantos profesionales creativos que no pueden dedicarse a lo que les gusta?
R. Existe también esa obligación que en España es muy fuerte de que los hijos deben de cuidar de los padres cuando son mayores. Yo he vivido fuera, en el norte de Europa, y la gente se emancipa mucho más joven. Por supuesto quieren a sus padres pero no existe una obligación tan fuerte. En este caso, como el padre se pone enfermo tiene que cuidar de su bar. El hombre no puede vivir su vida porque tiene que vivir la vida del padre. Es un tipo perdido y en cambio cuando lo ves haciendo su profesión es una flor cuando detrás de la barra era un cactus. No le funciona lo del bar porque para que las cosas funcionen hay que ponerle ganas.