¿Cómo ha ido la promoción de Alcarràs de cara a los Óscar?
Los académicos y la prensa la han recibido como en otros lugares. Algunas revistas la incluyen como firme candidata para la shortlist de 15 películas, pero es un proceso muy salvaje.
¿Cómo un filme tan local alcanza a gente tan dispar?
Hay dos claves. Por un lado, que aborde el tema de la familia, con el que todo el mundo se puede sentir identificado, ya sea de España o de China. Por otro, que se zambulla en el mundo de la agricultura, que creo que también es universal.
¿Qué significan para usted las once nominaciones a los Goya?
Como directora, es una sensación increíble que se reconozca el trabajo de varios departamentos. En este caso, me hace mucha ilusión la presencia de Albert Bosch, Jordi Pujol Dolcet y Anna Otín en las categorías de interpretación novel.
¿Cómo de importante ha sido contar con actores no profesionales para el éxito de Alcarràs?
Ha marcado la personalidad del filme, que sería completamente distinto con actores profesionales, no sé si mejor o peor. Pero para mí tenía sentido, porque buscábamos acercarnos a la idea de retrato.
Alcarràs es el quinto filme español por recaudación en 2022...
Y pensábamos que no iba a funcionar en taquilla por sus características: la coralidad, la variedad de puntos de vista, la simultaneidad de acontecimientos… Al final la han visto más espectadores que Verano 1993. Me siento muy afortunada porque la gente conecte con mi manera de narrar, porque realmente hago lo que me da la gana.
¿Ha superado ya el impacto del Oso de Oro?
Con Verano 1993 recibí el primer premio de la gala, el de mejor ópera prima, y con Alcarràs, el último, el Oso de Oro. Fue casi poético. Pero lo que más me emocionó fue la fiesta que se montó en Alcarràs para celebrar el galardón.
¿Está de moda lo rural en el cine español?
Lo raro sería que en España no hubiera este tipo de cine, o que no se retrataran estas zonas. Muchos cineastas hemos crecido en pueblos, hemos estudiado fuera y hemos vuelto para contar allí nuestras historias.
"En mi caso, el cine y la vida van de la mano: hacer cine es una manera de estar en el mundo, que me hace fijarme en cosas que me pasarían desapercibidas de otra manera"
¿Qué es lo más complicado de rodar un filme tan coral?
Trabajar la emoción. Para ello era muy importante el casting, encontrar a gente que tuviera magnetismo, y después, en guion, tratar a la familia como si fuera un único personaje. Completar ese puzle fue muy complejo.
¿Por qué esa delicada distancia para abordar las situaciones más dramáticas?
Aunque acabo de ser madre, hasta ahora mi punto de vista dentro del núcleo familiar era el de la nueva generación, que siempre es la que cuenta menos en los conflictos. Además, hay situaciones dramáticas que se vuelven más interesantes en quien las recibe o las ve que en quien la vive de primera mano.
¿La vertiente política de la película era intencionada?
Surgió de manera orgánica porque el retrato de este lugar ya contiene temas como la inmigración, la masculinidad tóxica, la memoria histórica… Pero estábamos más centrados en los gestos, los diálogos o las relaciones entre los personajes.
Sus dos primeras películas parten de su propia biografía…
En mi caso, el cine y la vida van de la mano. Hacer cine es una manera de estar en el mundo, que me hace fijarme en cosas que me pasarían desapercibidas de otra manera. El cine hace que crezca a nivel personal y desarrolle relaciones que me apetece potenciar.
¿Cuál es el motivo de este gran año de cine español?
Hay una nueva generación de cineastas con una proyección internacional tremenda. Hemos tenido películas españolas en todos los festivales importantes y eso es muy buena noticia. Y también está surgiendo entre nosotros un sentimiento de comunidad, de compartir los proyectos unos con otros.
Solo falta que se anime la taquilla, ¿no?
Que las salas van mal no es ninguna novedad. No ayuda que la mayoría de las película se estrenen a final de año. No sé cómo podría evitarse, porque la organización de los festivales y la temporada de premios te lleva un poco a que esto ocurra.
Cinco directoras nominadas en los Goya. ¿Buen síntoma?
Sí, sin duda, pero no hay que cantar victoria. Aún falta para alcanzar la tan deseada paridad, pero estamos en el buen camino.