El género del whodunit, que Agatha Christie popularizó en sus novelas de detectives, es sin duda uno de los más gratificantes para el espectador. La variaciones son muchas, pero el esquema siempre es el mismo: hay un cadáver, varios sospechosos y un detective sagaz capaz de resolver el misterio.
En Todos lo hacen, la nueva película de Martín Cuervo (Madrid, 1987), el thriller se solapa con la comedia, negra por supuesto, para desarrollar una historia cuyo punto de arranque es uno de los pecados clásicos de nuestro país: no pagar el IVA porque, ya se sabe, como dice el título, “todos lo hacen”.
La película arranca cuando el dueño de un hotel apartado en las montañas (interpretado por Pablo Carbonell) convoca a varias parejas que se han casado en su establecimiento para reclamarles ese IVA que no pagaron en su momento y hacerle menos gravosa la preceptiva multa de Hacienda.
Entre los “delincuentes” un segurata escrupuloso con el cumplimiento de la ley (Julián López), una viuda glamourosa y pálida cuyo rico marido murió en un misterioso accidente (Macarena Gómez) o una pareja (Kira Miró y Salva Reina) que el propio Martín Cuervo define como los “más normales” pero que, sin embargo, parecen los más sospechosos.
Todo se lía, claro, cuando a la mañana siguiente aparece el cadáver del dueño del hotel. "Una de las claves del “whodunit” es que nunca sabes quién puede haber sido el asesino", explica Martín Cuervo, de quien ya apreciamos hace poco otra comedia oscura como Con quién viajas (2021). "Por eso surgen todas esas pistas confusas, cualquier posibilidad está abierta. Y todos los sospechosos tienen algo que ocultar para que puedas pensar que puede ser cualquiera. Es una comedia, pero con un enfoque diferente por ese toque tan negro, con ese cadáver que van moviendo de un lado a otro y un humor basado en el ingenio, que es algo más propio de la tradición anglosajona”.
¿Pero quién ha sido?
Aislados en un hotel rural inaccesible después de una tormenta de nieve, las cuatro parejas protagonistas sirven al director para crear unos personajes al mismo tiempo histriónicos pero “muy reconocibles”. “Me he tragado todas las películas whodunit y la que más me gusta es el Cluedo (Jonathan Lynn, 1986)", dice el director. "Es de las primeras que mezcla la comedia con el thriller y el asesinato. Le hemos querido dar un look colorista para que sean como personajes de cartas de Cluedo. Los más normales son Salva Reina y Kira Miró, que representan al espectador, y los demás son personajes muy histriónicos, el “político”, la “viuda”… y al mismo tiempo también muy clásicos”.
De la parodia al retrato sociológico ya se sabe, hay un paso. Añade el joven director: “Tiramos un poco al cliché para conseguir la comedia, pero a la vez también es un poco loco porque intento rebajarlo para que nos vayamos hacia un cierto naturalismo. El personaje del político (Carlos Santos) también podría ser un cuñado que haya podido conocer. Me gusta también que haya uno muy loco, como en este caso el personaje de Macarena”. Quienes hayan visto Con quién viajas, en la que retrataba un viaje diabólico en Blablacar, recordarán que en ese caso el personaje extravagante correspondía al siniestro Salva Reina.
Además del muerto y los sospechosos, falta, claro, el detective. En este caso una pareja de guardas forestales (madre e hijo) vestidos de manera pintoresca, a los que dan vida Toni Acosta y Víctor Palmero. “Hicimos un diseño de vestuario muy particular que se ve de manera muy clara en esos guardas forestales", comenta Martín Cuervo. "En el whodunit siempre hay una pareja de detectives y aquí son muy españoles, muy cutres. No tienen mucha idea, el único cadáver que han visto en su vida es un jabalí”.
Quizá el personaje más divertido, y también el que cae peor de la película es el del segurata interpretado por Julian López, un hombre tan apegado a la ley que resulta insoportable. “Es un tipo que cae muy mal porque somos un desastre de sociedad, en realidad es el único que está haciendo lo correcto", continúa el director. "También hay que reconocer que es cierto que no es muy ducho con las relaciones sociales. Yo siempre les quiero a todos. Incluso al malo que escribas le tienes que tener un poco de cariño”.
Crisis de pareja
Obligados a regresar al lugar en el que celebraron su boda, las parejas protagonistas no tienen más remedio que enfrentarse a la cuestión de si fue buena idea casarse. “Hay una historia muy potente sobre la pareja. Una vez se ven en el mismo hotel se producen encuentros, reencuentros y separaciones. Desde luego hay un pequeño tratado sobre este asunto, se habla de la crisis de los cinco años y sobre cómo se oxidan rápido. También surge una cuestión muy interesante que es la posibilidad de que haya podido ser tu cónyuge. Se plantea esa pregunta de si encubrirías a la otra persona. ¿Protegerías a tu pareja si ha matado a alguien?”.
Finalmente, en el whodunit no puede faltar la figura del propio asesino. En este caso, los espectadores deben estar atentos porque en Todos lo hacen hay un culpable, pero hay que descubrirlo. “La revelación puede no dejarte satisfecho porque es climática y anticlimática a la vez", cuenta el director. "Hay un juego oculto por el que hay un asesino que no es el que se dice y está en detalles muy minúsculos, hay alguien escondido en una foto que da pistas sobre lo que puede haber sucedido. Me gustaba que el final quedara abierto porque quiero que se alargue la película. Si está todo claro y mascado la historia se acaba y me “ha gustado” o “no me ha gustado”, pero si de repente queda abierto, hay debate”.
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La idea del prejuicio, como ya sucedía en Con quién viajas, se convierte en fundamental. “Todos estamos metidos en esa dualidad, a veces parecemos sospechosos y otras inocentes", puntualiza Martín Cuervo. "En las dos películas está esa idea del prejuicio y del juzgar. A los personajes les pones una etiqueta al empezar, pero luego se trata de ver que hay más allá”.