'Living', una academicista y menos combativa adaptación del clásico de Kurosawa
El cineasta sudafricano Oliver Hermanus, el Premio Nobel de Literatura Kazuo Ishiguro y el actor Bill Nighy se alían para revisar la historia de 'Vivir', que ha cumplido 70 años
4 enero, 2023 01:56Living, o Vivir, o Ikiru. Díganlo en el idioma que quieran, en inglés, en español o en japonés, que el tema seguirá siendo un misterio. ¿Para qué levantarnos de lunes a viernes y trabajar ocho horas en un empleo que no nos gusta y que no nos aporta nada? ¿Por qué crear una familia, si no nos ofrecerá ningún consuelo? ¿Para qué existir si cuando muramos no quedará rastro de nosotros?
No hay nada como saber que la rutina tiene fecha de caducidad para que las preguntas, y el miedo, la frustración y el encono, se agolpen en la cabeza. En este caso, la del vetusto y triste funcionario del Londres de 1950 apellidado Williams (Bill Nighy), un viudo que deja morir las horas sepultado bajo enormes pilas de documentos que no piensa resolver –como dice Margareth (Aimee Lou Wood), si despejara la mesa parecería que no tiene nada importante que hacer– y que tampoco encuentra apoyo en la relación con su distante hijo, que a pesar de vivir en su propia casa junto a su pareja se muestra distante y frío.
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La noticia de que le quedan seis meses de vida provoca un absoluto desconcierto en Williams, que iniciará una búsqueda de sentido. Primero, corriéndose una buena juerga que no le provocará ninguna satisfación real, después encaprichándose de la compañía de una joven compañera de trabajo en la que cree encontrar la vitalidad perdida y, por último, afrontando la tarea más temida por cualquier funcionario: resolver los asuntos pospuestos ad infinitum.
Un Londres sombrío
La primera película británica del sudafricano Oliver Hermanus (Ciudad del Cabo, 1983), autor de filmes de prestigio como Moffie (2019) o The Endless River (2015) no demasiado conocidos en España, es un dechado de virtudes en la puesta en escena, que recrea en un tono sombrío la amargura del Londres de posguerra.
Decisiones formales como la apuesta por el 4:3 o el uso de material de archivo en el arranque, cuya textura trata de emular el primoroso trabajo fotográfico con intenciones artísticas, también van a favor de la obra. Por no hablar del impecable trabajo de Bill Nighy (La librería, 2017) en el papel protagonista, tan contenido que cualquier gesto inesperado, por mínimo que sea, es capaz de transmitir al espectador el torbellino de emociones que asola a su personaje.
Sin embargo, cuesta encontrar algo que justifique de verdad esta academicista traslación del argumento del clásico Vivir (1952) de Akira Kurosawa al entorno británico, ya que no se trata de una puesta al día (transcurre en el mismo periodo histórico) y a que el guion del Nobel de Literatura Kazuo Ishiguro no propone ningún cambio relevante, aunque sí hay pequeñas modificaciones, sobre todo una acercamiento más lírico a la narrativa.
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Respecto al original, Living (que se estrena el 4 de enero) es un filme más conciso y no carga tanto las tintas contra la burocracia y la política. Y, aunque pierda comicidad, mantiene la emoción en la resolución de la peripecia del personaje y esa visión amarga del ser humano de la última secuencia. Pero, si hay que elegir, nos quedamos con la versión del maestro Kurosawa.