La idea del Apocalipsis y de la existencia de realidades ocultas ha estado siempre muy presente en la obra de M. Night Shyamalan (Mahé, Pondicherry, 1970). En Señales (2002) vemos una invasión alienígena; en El incidente (2007), la población comete suicidio en masa; y en After Earth (2010), con Will Smith, nos plantea un futuro en el que la Tierra acaba de ser destruida. La idea de lo trascendente, por su parte, recorre toda la filmografía de un director que suele mostrarnos cómo, formando parte de la realidad visible, existe una capa misteriosa y "divina". Él dice que hay "algo" pero que en su vida personal no es nada religioso.
Ese "mundo oculto" puede verlo el famoso protagonista de El sexto sentido (1999), su película más famosa, en la que un niño tiene la inquietante y sobrenatural capacidad de ver a los muertos. Y en El protegido (2002), Bruce Willis es un tipo que por algún motivo misterioso es invulnerable a la muerte. Shyamalan explica que para él las religiones son "tradiciones mitológicas" que sirven como base a sus historias, pero no distingue entre cristianismo y el imaginario creado por los cómics.
El director se acerca al género de terror puro y duro desde el imaginario bíblico en Llaman a la puerta, una de sus películas más redondas, en la que vemos la infernal odisea de un matrimonio formado por hombres, "papá Andrew" (Ben Alridge) y "papá Eric" (Jonathan Groff) junto a su niña adoptada de unos cinco años, que son secuestrados y asediados por una pandilla de tipos estrafalarios liderados por Leonard (el luchador de wrestling Dave Bautista). El quid de la cuestión es que los "malos" podrían ser los buenos. Según ellos, recae sobre esta familia un dilema insoportable: deben sacrificar a uno de ellos para impedir el fin del mundo.
La metáfora del filme —Shyamalan siempre ha sido un tanto moralista— parece evidente: frente a un mundo en catástrofe azotado por el cambio climático, las guerras y las pandemias, "todos" deberemos hacer un sacrificio para evitar que llegue el Apocalipsis. La idea de la familia, esencial en su filmografía y muy presente en el cine mainstream de un Hollywood en el que se siente un bicho raro, vuelve a ser fundamental, en este caso, con una novedad significativa al ser una pareja homosexual con una hija adoptada. Él dice que es lo mismo.
Pregunta. En sus películas vemos a la vez una gran sentimentalidad con una parte oscura. ¿Se mueve entre la luz y la oscuridad?
Respuesta. Coexisten. A medida que me hago mayor quiero ir hacia luz, pero así no es cómo funciona el mundo. Ahora creo que tengo miedos de hombre mayor, me pongo nervioso, me pregunto dónde está mi hija, ¿por qué no ha llamado? Esto ayuda en la narrativa pero no tanto en la vida.
»Cuando era joven mis dos primeras películas fueron muy sentimentales, muy emocionales, porque yo soy un hombre muy sentimental. Creo que me excedí con eso e hizo que fuese más difícil para el público conectar con ellas. (Se refiere a las poco conocidas Praying with Anger de 1992 y Los primeros amigos de 1998). En mi tercera, El sexto sentido, añadí el género, la oscuridad, y eso hizo que se equilibrara mejor el conjunto porque competía con mi sentimentalidad.
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P. ¿Quería reflejar el estado de ansiedad actual provocado por las crisis económicas, la guerra en Ucrania o el cambio climático con esa amenaza del Apocalipsis que esgrimen los secuestradores?
R. Sin duda existe ese miedo. Pienso en películas que me han gustado mucho como La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968) o Los pájaros (Alfred Hitchcock, 1963) y tienen ese aire apocalíptico, de que algo oscuro está pasando. Por supuesto todos estamos preocupados por las cosas que están sucediendo en el mundo y en este caso me gustaba que aparecieran estos tipos, pusieran la televisión donde vemos todas esas catástrofes y dijeran: "¿Sabéis todas las cosas que decís que estáis preocupados en el mundo? Pues hacéis bien en estar preocupados". Parece que hay señales de que se acerca el fin del mundo y la película da un paso más allá.
P. En sus películas el desenlace final suele contener una sorpresa. ¿Le preocupa que en estos tiempos de redes sociales y spoilers el espectador llegue sabiendo cómo acaba?
R. He cambiado el final del libro con lo cual eso es bueno porque quienes lo hayan leído se llevarán igualmente una sorpresa (la película está basada en una novela de Paul Tremblay). En mis inicios, hablo de la época de El sexto sentido o El protegido, no me preocupaba porque por aquel entonces Internet no estaba tan masificado. Después, hablo de los tiempos de El bosque o Señales, sí comenzó a ser un problema. Pero a partir de entonces, por algún motivo, hablo de La visita (2015) en adelante, cambió.
»Creo que la audiencia protege la película, puedes buscarlo pero no te llega de forma pasiva. Mucha gente prefiere no saberlo para dejarse sorprender. Lo peor ha quedado atrás, he vivido cosas horribles. Poco antes del estreno de Señales (2002) se filtró y medio millón de copias fueron descargadas antes del estreno. Ahora mismo, en caso de que algo así suceda, se puede detener y actuar muy rápido.
"Siento con frecuencia ese sentimiento de iluminación, de ver lo divino, no sé si llamarlo Dios pero es algo que no puedo explicar"
P. En sus películas el aspecto sobrenatural está muy presente, también un sentido de la trascendencia. ¿Cuál diría que es su relación con la religión o lo religioso?
R. ¿Qué entiendes por trascendencia?
R. La eternidad en el momento presente.
P. Creo mucho en eso pero no demasiado en la religión. Soy una persona muy poco religiosa. Me he preguntado muchas veces por ello. En mi casa con los niños no somos una familia nada religiosa. Pero sin duda me interesa mucho la parte mitológica de las religiones.
»Para mí esa mitología ya sea cristiana o hinduista, que son las que he conocido desde pequeño, no es muy diferente de la mitología de los fantasmas o los libros de cómic. Hay una base mitológica y la quiero plasmar como si fuera real. A la hora de plantearme esos cuatro personajes de Llaman a la puerta, busco en la mitología y al mismo tiempo trato de que sea creíble y llevarlo todo a lo terrenal.
P. ¿Puede existir una trascendencia sin Dios?
R. Siento con frecuencia ese sentimiento de iluminación, de ver lo divino, no sé si llamarlo Dios pero es algo que no puedo explicar. Ya desde pequeño he tenido esa relación con lo mágico, no me di cuenta de que Papá Noel son los padres hasta que fui mucho mayor que los otros niños. Todo el mundo pensaba que era un ingenuo. Llámalo Papá Noel o llámalo como quieras, no sé cuál es la palabra, pero hay algo.
»Cuando era joven, tenía unos 18 años, mi padre fue a que le leyeran la mano. La pitonisa le dijo que algún día su apellido sería conocido en todos los siete mares. Se quedó muy preocupado porque pensó que cometería un crimen horrible. No se le ocurrió que su nombre pudiera ser tan famoso por ningún otro motivo. Muchos años después íbamos juntos en coche a un estreno, los carteles de la película con nuestro nombre estaba en todas partes. Le dije: "¿Lo ves? Se cumplió la profecía pero sin crímenes". Eso quizá es la trascendencia.
P. La idea de la familia, muy presente en su obra, vuelve a ser central. En este caso vemos por primera vez una familia formada por dos hombres. ¿Cambió eso algo para usted?
R. En absoluto. La película más cercana a esta es Señales porque ambas están protagonizadas por sendas familias que están en el centro del Apocalipsis. Son dos familias maravillosas, de las que es fácil enamorarse. Para mí lo interesante es utilizar el género y las expectativas del espectador en nuevas direcciones. Cuando comienza esperas un cierto tipo de película, pero luego cambia y se convierte en algo distinto. En este caso creo que esa familia también se hace una pregunta pertinente como si la humanidad merece su sacrificio para ser salvada.
P. Los secuestradores se han conocido en foros de internet y tienen "visiones". Nos recuerdan mucho a los negacionistas de la Covid-19 pero, en este caso, podrían tener razón. ¿Cree que puede haber una correlación entre unos y otros?
R. He considerado muchas veces las dos opciones: qué pasaría si los secuestradores tuvieran razón y qué si están locos. Cuando escribes tienes que colocarte en las dos posiciones. Creo que aquí hay dos maneras de verlo. También puedes pensar que Andrew es el negacionista y el que dice que la Covid no existe. En ambos casos da miedo. Por supuesto, ese prejuicio influye en Andrew porque en estos tiempos puedes radicalizarte en Internet muy rápido.
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P. En sus películas vemos con frecuencia "grandes acontecimientos" pero a pequeña escala, en una escalera de vecinos (La joven del agua) o en una familia rural (Señales). Aquí, el Apocalipsis se dirime en una cabaña perdida en el bosque y los protagonistas son un matrimonio que no tiene nada que ver con eso. ¿Le gusta buscar ese lugar "pequeño" desde el que contar las cosas?
P. Yo planteo mis historias de una manera distinta a otros directores como James Cameron o Spielberg, busco el espectáculo de una manera distinta. Probablemente porque no sé hacerlo como ellos. En mis películas menos siempre es más. Cuanto menos ingredientes le eches mejor te saldrá el sushi. Pocos ingredientes pero de mucha calidad.
»Un buen ejemplo es cuando empecé con Servant para Apple TV, estaba un poco asustado por enseñarles los guiones. Es una serie de género, de terror, pero no salen de la casa en los tres primeros episodios y me preguntaban cuándo iban a salir. Al final hicimos ocho sin que salieran y ya llevamos cuatro temporadas. ¡Y siguen sin salir de casa! La serie está funcionando muy bien, crece cada temporada, pero sabes que estás tomando un riesgo cuando haces las cosas a tu manera.
P. ¿Para hacer las cosas "a su manera" produce sus propias películas?
R. Cuando fui rechazado por el sistema y me di cuenta de que no funcionaba para mí me planteé cómo continuar contando historias. Hice La visita (2015) hipotecando mi casa. Funcionó muy bien y me dije, a partir de ahora, utilizaré Hollywood para distribuir las películas. Ahora mismo la industria te utiliza como un medio para un fin que es ganar dinero, no es como antes en el que buscaba nutrirse de talento. Ahora tengo una relación fantástica con ellos, los respeto y los necesito, pero hago mis películas sin dar explicaciones.
P. Sorprende el protagonismo del luchador de wrestling Dave Bautista en un papel complicado. ¿Por qué lo escogió?
R. Realmente no sé nada de su actividad como luchador de wrestling. Pero él quería tener la oportunidad de mostrarse de manera totalmente distinta. Quería obviar de su popularidad y hacer un verdadero trabajo actoral. Lo descubrí en Blade Runner 2049 (Denis Villeneuve, 2017), aparece solo un momento pero es muy bonito. ¿Me pregunté quién es este gigante que hace monólogos? Hablamos por Zoom y me di cuenta de que era la persona adecuada. Estaba muy preocupado porque nunca había hecho tantos diálogos, solo en una escena tiene más texto que en todos los Guardianes de la galaxia. Yo sentía que todos esos miedos y su inocencia jugarían a nuestro favor. Fue muy fácil trabajar con él.