No hubo sorpresas. Todo a la vez en todas partes ha triunfado en los Óscar. Se ha llevado los premios a mejor película, dirección y guion para los Daniels -Daniel Kwan y Daniel Scheinert-, mejor actriz para Michelle Yeoh, mejor actor de reparto para Ke Huy Quan, mejor actriz de reparto para Jamie Lee Curtis y mejor montaje para Paul Rogers.
Es, sin duda, el gran fenómeno de la temporada, una película indie de 25 millones de dólares de presupuesto que no solo ha sido un triunfo en taquilla, rebasando la cifra de los 100 millones, sino que antes de llegar a la gala había acumulado un sinfín de premios.
Con una narrativa expansiva, y una tremenda cantidad de ideas visuales y requiebros humorísticos, la película parte de una especie de comedia dramática sobre la inmigración, para convertirse en un peculiar sci-fi de acción de bajo presupuesto y emprender en su último tercio un viaje existencialista que encuentra en la bondad, la amabilidad y la familia su razón de ser para que cada cual soporte su día a día.
Una rareza, una excentricidad no apta para todos los paladares, que funciona al servicio de su buenista mensaje (como ocurrió con la ya olvidada ganadora del año pasado, CODA) y que realmente no está a la altura de tres filmes que indagan de verdad en el ser humano como Almas en pena de Inisherin, de Martin McDonagh, Los Fabelman, de Steven Spielberg -¿otra vez el gran perdedor de la noche?-, y Tár, de Todd Phillips. Las tres se fueron de vacío, y esto parece que marca un cambio de rumbo de la Academia de Hollywood, que va mutando poco a poco sus preferencias.
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En materia interpretativa, Ana de Armas se quedó sin el Óscar a la mejor actriz por su arriesgado papel de Marilyn Monroe en Blonde (Andrew Dominik), derrotada por una Michel Yeoh que también brilla en Todo a la vez en todas partes. No fue la única decepción de la noche para la armada española: la Academia también se olvidó de incluir a Carlos Saura en su In Memoriam, a pesar de que el director estuvo nominado en tres ocasiones al premio a la mejor película de habla no inglesa, por Mamá cumple cien años (1979), Carmen (1983) y Tango (1999).
Las dos resurrecciones
En el apartado masculino, se premiaron dos impresionantes resurrecciones, de dos actores que además coincidieron en 1992 en una comedia absolutamente mediocre, El hombre de California. Brendan Fraser se llevó el premio al mejor actor por La ballena (The Whale), después de triunfar hace un par de décadas en el cine de aventuras con el éxito de La momia y de ir perdiendo poco a poco su estrella por distintos problemas personales.
Para la interpretación de Brendan Fraser de ese obeso mórbido sentenciado a muerte que pretende redimirse de sus pecados en la película de Darren Aronofsky era imprescindible que su caracterización resultara creíble. Por ello, el premio a Adrien Morot, Judy Chin y Annemarie Bradley a mejor maquillaje y peluquería tiene sentido.
Ke Huy Quan protagonizó el otro comeback con Todo a la vez en todas partes tras dos décadas alejado de la interpretación. Tras triunfar como estrella infantil en Indiana Jones y el templo maldito (Steven Spielberg, 1984) y Los Goonies (Richard Donner, 1985), Quan se dio de bruces con la realidad de no encontrar papeles para actores asiáticos que merecieran la pena y acabó abandonando el sueño de asentarse en Hollywood. El actor, recuperado por los Daniels para su película, aseguró ser un ejemplo de que el sueño americano existe.
Una gala correcta y descafeinada
Jimmy Kimmel volvió a ejercer de maestro de ceremonias con la gracia y la elegancia que le caracteriza. En su monólogo de bienvenida, lanzó algunos dardos cargados de mordacidad: remarcó la contradicción en la que incurren James Cameron y Tom Cruise al defender con ahínco el cine en salas y al mismo tiempo quedarse en casa en la noche que sirve para celebrar precisamente el cine en salas, hizo sangre con el fracaso comercial de Babylon (que también se fue de vacío), y supo hacer reír al respetable con el drama de la bofetada de Will Smith a Chris Rock el año pasado. “Si alguien comete un acto violento se le dará el premio al mejor actor y un tiempo de discurso de 90 minutos”, lanzó Kimmel.
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Entre otros momentos destacados de una gala demasiado correcta, algo plomiza y muy descafeinada estuvo la interpretación de David Byrne de la canción This is Live, con los dedos-salchicha del peculiar universo paralelo de Todo a la vez en todas partes, aunque no le fueron a la zaga los buenos números de Lady Gaga (nominada con Hold My Hand de Top Gun: Maverick) y Rihanna (Lift Me Up de Black Panther: Wakanda Forever). Sin embargo, quienes se llevaron el galardón a la mejor canción fueron M.M. Keeravaan y Chandrabose por la megaproducción de Bollywood RRR.
En el lado negativo de la gala, resultó algo violento que en categorías técnicas como efectos visuales o maquillaje y peluquería no dejarán agradecer el premio a todos los galardonados.
Sin novedad en el frente también triunfa
Sin novedad en el frente apuntaba alto, incluso a desbancar a la favorita Todo a la vez en todas partes después de triunfar en los Bafta, pero finalmente se llevó lo esperado: película internacional, fotografía para James Friend -lo que nos volvió a privar de que el premio fuera por primera vez para una mujer, quedándose a las puertas Mandy Walker por su trabajo en Elvis-, diseño de producción para Christian M. Goldbeck y Ernestine Hipper y banda sonora para Volker Bertelmann, un trabajo minimalista y desasosegante, apenas tres notas que se repiten a lo largo del metraje. De esta manera, el veteranísimo John Williams seguía empeorando sus estadísticas: tan solo 5 estatuillas de 53 nominaciones, la última por Los Fabelman.
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Sin novedad en el frente, por tanto, no pudo superar a la anterior adaptación de la novela de Erich Maria Remarque, filmada por Lewis Milestone en 1930, que se llevó las estatuillas a mejor película y director. Netflix, que lo había apostado todo en esta ocasión a esta producción alemana dirigida por Edward Berger, tendrá que seguir esperando para triunfar por todo lo alto en los premios de la Academia de Hollywood.
Las dos películas que reivindicaban el cine de entretenimiento puro, logrando dos enormes éxitos de taquilla, se tuvieron que conformar con galardones menores. Avatar: el sentido del agua, en cuyo metraje solo hay dos escenas que no están generadas por ordenador, se llevó el premio a los mejores efectos visuales y Top Gun: Maverick, el de mejor sonido.
En un año en el que los Óscar volvieron a ser mayoritariamente blancos y masculinos (con la excepción de Daniel Kwan, todos los directores nominados encajan en ese perfil), Sarah Polley reivindicó a las mujeres al recibir el premio al mejor guion adaptado por Ellas hablan. “Gracias a la Academia por no verse ofendida por las mujeres que cuchichean unas con otras”, dijo la guionista y directora. “Esta película reivindica a las mujeres que defienden su futuro libre de violencia”.
Del Toro vence a Disney
Guillermo del Toro ha logrado poner fin al eterno reinado de las últimas décadas de Pixar/Disney en la categoría de animación con su muy personal adaptación de Pinocho, un magistral ejemplo de stop-motion producido también por Netflix que nos lleva a los tiempos de Mussolini con tanta gracia como oscuridad.
De esta manera, se frustraba otra de las opciones de que uno de los premios tuviera un ligero sabor español, por la participación de Antonio Banderas en El gato con botas: el último deseo. Del Toro logra así un triplete histórico: ha ganado la estatuilla a mejor película, director (ambos por La forma del agua) y filme de animación.
Navalny, quizá no el mejor de los cinco documentales en liza, pareció beneficiarse del contexto de la guerra de Ucrania. El filme que aborda en formato thriller la biografía del líder de la oposición rusa sirvió a la Academia para arremeter contra Putin. En el escenario, la mujer de Navalny recordó que su marido permanecía en la cárcel por decir la verdad y por defender la democracia. Fue uno de los pocos momentos reivindicativos de la gala.
Black Panther: Wakanda Forever conquistó el premio al mejor diseño de vestuario (y no el de actriz de reparto para Angela Bassett, que pareció muy disgustada al escuchar el nombre de Jamie Lee Curtis en vez del suyo). An Irish Goodbye, Nuestro bebé elefante y El niño, el topo, el zorro y el caballo triunfaron en las categorías de cortometrajes de ficción, documental y animación, respectivamente.