Antes de que el recuerdo de una de las historias más grandes de la literatura y la ficción universales quede reducido a su mínima expresión, tras un par de generaciones que han visto la obra maestra de Alejandro Dumas reducida a un grupo de simpáticos perretes animados, los franceses, que al fin y al cabo tienen la culpa de todo, han vuelto a llevar a la pantalla Los tres mosqueteros, en una espectacular producción dividida en dos partes: Los tres mosqueteros: D'Artagnan, que se estrena ahora, y Los tres mosqueteros: Milady, que lo hará en diciembre de este año.

A diferencia de las últimas versiones exhibidas comercialmente —entretanto, ha habido también varias televisivas—, el director Martin Bourboulon ha dejado de lado la fantasía estilo Hollwyood, para ofrecernos una recreación de la obra si no más fiel a la letra de la misma, pues se toma no pocas libertades, sí a su espíritu de novela histórica llena de intrigas cortesanas, románticas y bélicas.

Fotografía tenebrista, duelos y combates rudos e inmersivos, actores consagrados y de altura, componen un fresco donde aunque no faltan el humor y la acción, predominan los tonos oscuros y aparecen reflejados de forma realista los grandes conflictos religiosos y políticos que marcaron el turbulento reinado de Luis XIII, bajo la férula del implacable Richelieu: la persecución de los hugonotes, la amenaza de guerra con Inglaterra y la fragilidad de un joven monarca con el destino de Europa en sus manos, rodeado de amenazas.

Los mosqueteros se divierten mucho, gracias al director británico Richard Lester

Bourboulon y sus guionistas han dado, por supuesto, algunas pinceladas de puesta al día: Porthos, el gran amante, interpretado por Pio Marmaï, lo es ahora a dos bandas o, como diría el Craso de Espartaco, degustador tanto de ostras como de caracoles. En la segunda parte veremos cobrar importancia a un mosquetero negro: Hannibal (Ralph Amoussou), inspirado en la figura histórica del príncipe africano y francés de adopción Aniaba, llamado "el hechicero negro de Versalles", que vivió, eso sí, más de medio siglo después.

Afortunadamente, con discreción típicamente francesa, no han hecho negro a D'Artagnan, excelente François Civil, como en la nueva (y nada bien recibida) The Three Musketeers (2023), de Bill Thomas, que pareciera rodada a toda prisa para aprovechar el tirón de la producción francesa.

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Independientemente del inevitable aggiornamiento, lo que hemos visto ya de esta revisión del clásico de Dumas está en línea con las producciones históricas y de aventuras procedentes de Francia en los últimos años, como El emperador de París (2018), Un pueblo y su rey (2018), Las ilusiones perdidas (2021) o Eiffel (2021) del propio Bourboulon, con el acento puesto esta vez, lógicamente, en la intriga y la acción.

Su modélico reparto incluye, aparte de a los citados, a unos Vincent Cassel como Athos y Eva Green como Milady nacidos sin duda para encarnar a sus respectivos personajes; al siempre estupendo Romain Duris como Aramis y a un apropiado Louis Garrel como el más digno Louis XIII visto en muchos años, así como un sobrio Eric Ruf como el Cardenal Richelieu, a su vez más contenido que nunca. La pregunta es: ¿está preparado el siglo XXI para el retorno de los mosqueteros?

Eva Green, nacida para interpretar a Milady.

Todos para uno

De forma muy significativa, los nuevos mosqueteros que vienen de Francia han dejado por el camino algunos elementos característicos del libro y habituales antaño, aunque quizá difíciles de encajar en la visión realista y oscura de su director: ni está Rochefort oficiando de villano por excelencia (por excelencia de su amo Richelieu, por supuesto), ni tampoco el inefable Planchet, pícaro y valiente criado de D'Artagnan. Se nota que se busca mantener distancia con las versiones hollywoodienses, fantasiosas, coloristas y bien humoradas.

Imposible reseñar todas las adaptaciones que del clásico de Dumas (y de su olvidada mano derecha y colaborador: Aguste Maquette) se han filmado a lo largo de más de un siglo, pero no cabe duda de que la versión que imprimió definitivamente en el imaginario colectivo su iconografía y su trama de aventuras, valor y bonhomía, es la estrenada en 1948, en plena eclosión del technicolor, firmada por George Sidney, con un reparto de estrellas deslumbrantes.

'Los tres mosqueteros' (1948), en el país del technicolor.

Más cerca del musical y del wéstern que del cine épico, tomando relevo al gimnástico D'Artagnan encarnado por Douglas Fairbanks Sr. en 1921, Gene Kelly sentó las bases de una aproximación lúdica, acrobática y casi paródica a su personaje y al género de capa y espada, que predominaría durante décadas. Pese a algunos altibajos en su metraje, que adapta las dos partes del libro, imposible resistirse al encanto de un elenco que incluye a Van Heflin, Gig Young y Robert Coote como el trío mosquetero, y a Vincent Price y Lana Turner como Richelieu y Milady de Winter. Por cierto que el primero sin ropajes cardenalicios, por temor a ofender al entonces influyente lobby católico de Hollywood y su temible Código Hays.

Bastante fiel en términos generales para la época (por supuesto se evitan adulterios, platónicos o no, blanqueando el romance entre D'Artagnan y la ingenua Constance), encontraremos siempre algo de esta versión colorista, alegre incluso en su más sombría segunda parte, con resabios de slapstick, comedia de enredo y cabalgadas estilo wéstern, en la mayoría de las que seguirán después.

'Los tres mosqueteros' (1961), la canónica versión francesa.

De hecho, mucho humor y comedia, tanto fina como grosera, caracterizan la que posiblemente sea la mejor y más recordada adaptación de la novela, firmada por el británico Richard Lester en dos partes, como Los tres mosqueteros: Los diamantes de la reina (1973) y Los cuatro mosqueteros: la venganza de Milady (1974), que una década antes estuvieron a punto de protagonizar los Beatles. Escritas por el novelista británico George MacDonald Fraser, creador del simpático y pícaro antihéroe de aventuras Harry Flashman, también llevado al cine por Lester, consiguen el extraño milagro de permanecer fieles al original al tiempo que introducen un constante tono de burlesque, sátira social, humor digno de los Monty Python y acción frenética.

Además de contar también con un estupendo reparto encabezado por Michael York como el aventurero gascón, Oliver Reed, Richard Chamberlain y Frank Finlay como sus compañeros, y en el lado de la villanía un señorial Charlton Heston como Richelieu, Christopher Lee como Rochefort (con un duelo final digno de Drácula) y Faye Dunaway como Milady, aparte de una encantadora Raquel Welch, encarnando a la Constance más divertida de la historia. Ejemplo del mejor cine de coproducción europeo, rodadas en España con gran parte de equipo técnico y artístico nacional, serían seguidas después por la inferior pero apreciable El regreso de los mosqueteros (1989), inspirada en Veinte años después, del propio Dumas.

El cardenal Richelieu y sus secuaces en la versión de 1993.

Sin duda, el estilo burlesco al tiempo que enérgico, colorista y con simpáticos elementos anacrónicos de las películas de Lester está muy presente en las dos más conocidas versiones posteriores: Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas (1993) de Stephen Herek y Los tres mosqueteros (2011) de Paul W. S. Anderson. Masacradas ambas por la crítica, la primera éxito de público y la segunda fracaso en ambos frentes, se trata de dos divertidas perversiones de la historia, espectaculares y con estupendos repartos, teñidas por el carácter propio de cada momento.

Así, la primera, juvenil, ágil y juguetona, con romántico hit pop incluido en su banda sonora y un joven Chris O'Donnell como D'Artagnan, se desliza a la pura fantasía sin pretensión de realismo alguno, con un pie en la estética gothic y otro casi en la "espada y brujería" al estilo del Robin Hood de Kevin Reynolds. Basta contemplar a sus villanos: Tim Curry como un pervertido, perverso y divertido Richelieu, más cerca de Ming el cruel o del gran visir de El ladrón de Bagdad que del auténtico cardenal, y su brazo armado: Rocherfort, un siniestro Michael Wincott de riguroso negro contrarreforma, digno de enfrentarse a Solomon Kane.

'Los tres mosqueteros' (2011), la versión steampunk.

Por su parte, Paul W. S. Anderson, infravalorado director de acción con una carrera tan llena de batacazos comerciales como de títulos muy disfrutables, llevó todavía más lejos lo fantástico, travistiendo la intriga histórica de Dumas en loca aventura steampunk, con batallas aéreas de dirigibles, artes marciales y extravagancia glam. Todo a mayor gloria de su pareja —siguiendo la tradición establecida por Roger Vadim—: Milla Jovovich, una Milady de Winter súper-espía al genuino estilo Modesty Blaise. Todo un festín para amantes de la aventura sin prejuicios, en las antípodas, claro está, del historicismo del cine francés. Curiosamente, tanto el filme de Herek como este van convirtiéndose, poco a poco, en obras de culto, pese a su mal recibimiento original.

Y una para todos

Lo cierto es que todas estas películas, éxitos o fracasos es lo mismo, han dejado una impronta en la imaginación del espectador que une indefectiblemente a los tres mosqueteros, que son siempre cuatro, a un estilo de cine de aventuras eminentemente físico, acrobático, fantasioso, colorista, frívolo y con aires de comedia. Algo muy distinto y distante de lo que la nueva adaptación francesa pretende y, hasta ahora al menos, ha conseguido.

Los nuevos mosqueteros de Bourboulon y sus guionistas, Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière (este último de ilustre casta cinematográfica gala y ambos ya liados en una nueva versión de El conde de Montecristo que se anuncia para el próximo año), están más a tono con la propia tradición francesa, entre cuyas siempre o casi siempre fieles versiones destaca la realizada también en dos partes por el especialista en cine de capa y espada Bernard Borderie en 1961, estrenada en nuestro país como Los tres mosqueteros y La venganza de Milady, con Mylène Demongeot como Milady y Gérard Barray en el papel de D'Artagnan.

¿Estarán los nuevos mosqueteros preparados para el siglo XXI?

Sin duda, una de las más próximas al texto de Dumas, junto a la televisiva protagonizada en 1959 por Jean-Paul Belmodo… O la realizada por Televisión Española en 1971, en veinte episodios de treinta minutos, donde D'Artagnan fuera el mismísimo Sancho Gracia.

Está por ver si esta superproducción, que devuelve el sentido y sentir épico nacional de la novela a la pantalla, proponiéndose con toda justicia como modelo de aventura europea frente al molde hollywoodiense, consigue devolver también la popularidad a esos esforzados mosqueteros que fueron para muchas generaciones ejemplo de heroísmo, emoción y carisma.

'Los tres mosqueteros '(1971) en Televisión Española. Curro Jiménez fue antes D'Artagnan.

En un imaginario popular conquistado por elfos y dragones, donde muchos confunden la Tierra Media con la auténtica Edad Media, donde héroes y antihéroes masculinos, por más que se les ponga a la moda cambiándolos de sexo o de color, están en crisis declarada, y pocos espectadores con menos de cuarenta años saben quién fue Dumas, menos aún quienes fueron Richelieu, Luis XIII, Buckingham, el Conde Duque de Olivares o María de Médici, se trata de una empresa tan valiente y arriesgada como recuperar los diamantes de la reina o liberar al "hombre de la máscara de hierro".

Por eso, hay que descubrirse ante el empeño de un cine francés que no renuncia nunca a sus clásicos, sus mitos y sus héroes legendarios o literarios, mientras aquí dejamos a los nuestros que se hundan en el olvido, posando sobre ellos una ancha y triste ala de chambergo que les oculta para siempre de las nuevas generaciones, cada día más globales a la par que ignorantes.