Wes Anderson (Texas, Estados Unidos, 1969) es tendencia hoy en TikTok. Después del estreno de Asteroid City en el Festival de Cannes, miles de personas en todo el mundo se han lanzado a realizar breves videos donde emulan el distintivo estilo del guionista y director.
La red se ha plagado de tutoriales para dar en la diana en los tributos. Su simetría, la paleta de color, los movimientos horizontales de cámara, los planos detalle de bodegones y la música del compositor Alexandre Desplat están presentes en el surtido de homenajes en redes sociales al más perfeccionista de los cineastas vivos, como también en su última comedia.
La diferencia entre esta ebullición de imitadores y el auténtico es la constelación de estrellas frente a la cámara. El texano vuelve a recurrir a su tropa de fieles, caso de Tilda Swinton, Jason Schwartzman, Willem Dafoe, Adrien Brody y Jeff Goldblum en el papel de... un extraterrestre, y se estrena con, entre otros, Tom Hanks, Margot Robbie, Scarlett Johansson, Maya Hawke y Steve Carell.
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La película es la tercera con la que participa a concurso en la Sección Oficial del festival francés. La primera ocasión fue en 2012 con Moonrise Kingdom, y la siguiente, en 2021, con La crónica francesa. La nueva comedia está ambientada en 1955 en una irreconocible Chinchón, convertida en la ficción en un lugar perdido en el desierto de Nevada donde el cráter de un meteorito la ha convertido en sede de una convención anual de jóvenes científicos amateurs. El avistamiento de un ovni desencadena el sitio del Ejército y el confinamiento de los allí reunidos. En la ficción resuena, por supuesto, la realidad de la pandemia.
“El desarrollo del guion con Roman (Coppola) tuvo lugar durante la parte más intensa del COVID, así que no creo que la historia hubiera contenido una cuarentena de no haberla experimentado nosotros mismos. Escribir es la parte más improvisada de todo el proceso, porque la vida se filtra en esa chispa que inspira el relato. No diría que la crisis sanitaria fuera buena para la película, pero sí que la utilizamos a nuestro favor, porque nos ayudó a formar una tropa bien avenida. Cada noche nos sentábamos todos juntos en una gran mesa para cenar. El set era enorme, un desierto en medio de la nada para toda esta gente volcada en interpretar estas secuencias imaginarias”, ha desarrollado el director de clásicos contemporáneos como Life Aquatic (2004) y Los Tenenbaums: Una familia de genios (2001).
A pesar de que la película especula con la visita de una nave espacial al poblado, Anderson desestimó la existencia de alienígenas. “Stephen Hawking insistió en que es numéricamente improbable que no haya vida extraterrestre. Yo no creo en ellos, pero tampoco confiaría demasiado en mis opiniones sobre este tema”, ha dicho entre risas.
Una película que contiene una obra de teatro que contiene un directo de televisión
En los primeros minutos del filme, Bryan Cranston nos revela que Asteroid City es, en realidad, una obra de teatro de la que se está preparando una retransmisión por televisión. Las secuencias de los preparativos para el programa están rodadas en blanco y negro y formato cuadrado, en contraste y distinción del pantone de tonos pastel y la pantalla rectangular de la aventura en el desierto.
A ese respecto, Cranston, que ya había colaborado con Anderson en Isla de perros (2018), ha valorado esta propuesta multicapa “como una carta de amor del cineasta al arte dramático, porque abraza los tres medios en los que desempeñamos nuestro oficio”.
El realizador ha asentido y confesado que el mayor motor tras su última, irónica y juguetona propuesta es la curiosidad que le despiertan los actores y lo mucho que le gusta rodearse de ellos. De hecho, en un juego triplemente meta casi todo el elenco interpreta a un actor que da vida a otro actor. “Por eso, tuve tan buena experiencia anoche viendo Asteroid City con el reparto. Por lo general, no me gusta ir a los pases de mis películas, pero al hacerlo con los protagonistas de esta historia, sentí que entendía por qué nos dedicamos a esto”.
Si Anderson no se aventura a las tablas, es por su aspiración, casi maníaca, a la excelencia: “Debe ser muy emocionante que haya gente esperando, noche tras noche, a ver lo que has creado. Si no he hecho una obra es porque has de reservar el teatro cuando todavía no has empezado los ensayos, sin la posibilidad de retrasar el estreno si no estás completamente satisfecho con el resultado. A mí me gusta volver a la mesa de edición y jugar un poco para comprobar que está bien”.
Toda su trayectoria es un tributo al séptimo arte en su concepción más artesanal y primigenia. El actor Steve Park, que en la cinta interpreta a uno de los padres de los geniecillos concentrados en la convención, ha confiado a los medios que para construir el primoroso universo de la película, el director creó un storyboard animado, donde dobló a todos los personajes.
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La película está, además, rodada en celuloide y por su cabeza, asegura Anderson que nunca se cruzó la idea de utilizar un fondo verde, porque le motiva generar un espacio real. “Me atraen las viejas técnicas. La solución a una película no está en lo digital. Mi forma de trabajar es más similar a la de los años treinta que a la actual”.
Jason Schwartzman conoce al detalle la forma de trabajar de su amigo. Tenía 17 años cuando se conocieron. “Fue la primera persona que no era de mi familia que me hizo una pregunta y le importó mi respuesta. Resultó inusual. Wes es curioso y ve cosas en nosotros que a veces no vemos nosotros mismos. Cada película siempre es un nuevo reto y de manera natural toma lo que ya conoce, lo eleva y lo lleva a un sitio nuevo”. Desde sus respectivos debuts en Academia Rushmore (1998) suman ocho colaboraciones juntos: “A través del magnetismo de esta persona, el grupo sigue creciendo”.
Hay un momento en la trama en blanco y negro en la que el personaje de Schwartzman sale del set en color y, preocupado, le plantea al director que no entiende la obra. Su respuesta es que no hace falta, lo importante es que siga contando la historia. Para Bryan Cranston se trata de una secuencia clave, que le hizo aprehender el significado último de la película: “Pasamos por la vida sin saber exactamente lo que nos va a pasar, cuánto moriremos, a quién conoceremos en el camino... Solo tenemos que vivir, seguir adelante y narrar nuestras historias”.