Como hijo de un célebre actor y comediante francés y una no menos célebre modelo y bailarina, Nicolas Bedos (Neully-sur-Seine, 1979) conoce a fondo el mundo del espectáculo, y la clase alta, de Francia. Él mismo cuenta que en Los amantes del engaño, ambientada en una glamourosa pero amoral Riviera, ha plasmado muchas de las vivencias y personajes que conoció durante su acomodada infancia. Una Costa Azul de mansiones, millonarios, artistas famosos y arribistas que, como dice W. Somerset Maugham en la cita que abre el filme, “es un lugar soleado con gente oscura”.
La diferencia de clases cuenta mucho en este filme protagonizado por dos buscavidas y los ricachones a los que quieren esquilmar. Por una parte, Adrien (Pierre Niney) y Margot (Marine Vacth), dos jóvenes pobres que se buscan la vida. El primero vive en la mansión de Martha (Isabelle Adjani), una actriz madura que vivió tiempos mejores de la que simula estar enamorado. La segunda se mueve en ese terreno resbaladizo entre la prostitución de toda la vida y el escort. Ambos trazan un plan para enriquecerse que pasa por engañar a la actriz famosa pero también a un rico magnate de la construcción (François Cluzet).
La idea de la máscara es fundamental en una película sobre el poder de la que no sabemos hasta el final quién maneja de verdad los hilos. El poder del dinero y la fama, pero también el de la juventud y la belleza, colisionan en un filme sobre lo perverso que se ve como un thriller y deja el corazón helado. Los amantes del engaño comienza con una cita de W. Somerset Maugham, quien ambientó allí su famosa novela El filo de la navaja, y la mansión en la que viven los personajes de Niney y Adjani fue la suya.
Pregunta. ¿Fue el escritor una inspiración para la película?
Respuesta. Adoro a Somerset Maugham, quien como otros escritores como Françoise Sagan hablaron sobre las paradojas de esta región. Muchos novelistas describieron ese mundo de la Riviera. Esa frase de Maugham (“un lugar soleada con gente oscura”) nos sitúa en ese mundo. Me inspiró no tanto la historia de esa novela como su manera de describir una cierta élite con esa mezcla de alcohol, de tristeza y de duda, y todo ello en un paisaje excepcional. Era una oportunidad para advertir al espectador de lo que va a ver.
P. ¿Hay una lucha entre jóvenes bellos pero pobres y ricos pero viejos?
R. De alguna manera, esta película hace una revisión de la correlación de fuerzas que hay en la vida. El poder de la fama, la belleza, el dinero… He conocido esta región. He nacido en un mundo de gente famosa y he visto a gente devorada por el dinero y a jóvenes por la gente con dinero. Hablo de lo que conozco y por eso me siento autorizado a hablar de este medio.
Una cierta prensa radical de izquierdas me ha acusado de filmar mis vacaciones
Te puede gustar o no la película pero es una fotografía realizada por alguien que conoce ese mundo a fondo. Después, mucha gente me ha escrito contando experiencias que pasan en lugares muy distintos porque esa relación entre dominados y dominadores es universal. Está localizado en un medio muy concreto y frívolo, pero lo que cuenta es profundo y grave. Son cosas que pasan en todas las clases sociales.
P. ¿La riqueza crea prepotencia y la pobreza envilece los sentimientos?
R. Es curioso cómo la prensa de Francia ha tenido dos lecturas opuestas de la película. Unos han visto un filme anticapitalista que trata de manera muy dura a los ricos y una cierta prensa radical de izquierdas me ha acusado de filmar mis vacaciones. Lo que quería es meterme en la cabeza de todos, los ricos y los pobres. Podemos identificarnos con ambos.
Puedo entender el sentido de injusticia que tienen los personajes afortunados como los de François Cluzet y Isabelle Adjani por la forma en que intentan ser engañados. Y luego puedo entender la cólera y la ambición de Adrien (Niney) y Margot (Vacth). Intento no juzgarlos porque tienen sus razones. El personaje de Margot está inspirado en una escort que conocí en París. Era una mujer que había tenido una infancia terrible, había sufrido todo tipo de abusos y maltrato. Ella se movía entre París y Londres y tenía muy claro lo que buscaba en la gente. Su plan era a la vez maquiavélico y conmovedor.
El personaje de Margot está inspirado en una escort que conocí en París
P. Pascal decía que si no vives como piensas, acabarás pensando como vives. ¿Se prostituye, engaña, una mujer que se casa con un rico y lo quiere por su dinero o no tiene más opción que acabar amando aquello que necesita?
R. Creo que con Margot se plantea esa pregunta. Ella acaba desarrollando sentimientos por el personaje de Cluzet. ¿Hasta qué punto de verdad lo quiere o tiene tanta necesidad de un apartamento y una vida sin problemas económicos que lo acaba pensando? Hay una línea muy fina allí. ¿Ama al tipo o su dinero? ¿Es tan diferente? La vida está hecha ilusiones. Cuando uno ha vivido de tal manera en la mierda no podemos juzgar el arribismo porque es muy difícil entender para quienes no estamos allí lo que puedes sentir.
P. ¿Les pierde la prepotencia a los ricos?
R. Les pasa también en general a los hombres. Siempre he tenido más amigas que amigos y ellas me cuentan que todos los hombres piensan de algún modo que son irresistibles. Incluso el más tonto del mundo piensa que tiene talento. La vanidad nos hace a los hombres muy manipulables.
Es mucho más duro para un millonario convertirse en pobre que serlo para quien siempre lo ha sido
P. El personaje de Adjani, la vieja actriz frustrada, causa irritación por su despotismo pero compasión por su soledad. ¿Busca siempre esa ambigüedad en los personajes?
R. He conocido de niño a esas actrices viejas un poco olvidadas que aún tienen a tres tipos que les siguen haciendo la pelota. Le recuerdan que fueron famosas pero es un poco triste. Es un personaje terrible. Primero se casa con un hombre que le oculta su homosexualidad y es la única en no enterarse, arrastra un gran dolor. Ella vive en un mundo que ya no existe. Aún espera que en cualquier momento desembarque Brigitte Bardot en un yate y no se da cuenta de que la realidad ya es muy distinta.
En el fondo, es el personaje que pierde más porque Margot es un personaje trágico pero es amada. Y esa falta de amor es la pobreza total. Es lógico que el público la deteste porque hace cosas despreciables pero también merece compasión.
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P. ¿La fama es adictiva?
R. Es algo que he visto toda mi vida. Sigo conociendo a gente famosa y ves cómo necesitan renovar esa fama de manera constante. Un amigo productor judío que es practicante me contó que en el Talmud hay que calcular el dolor de la gente en función de la magnitud de su pérdida. Es mucho más duro para un millonario convertirse en pobre que serlo para quien siempre lo ha sido.
La pérdida de la fama es un dolor enorme para todo el mundo. Yo mismo nací en un medio rico y de repente, cuando era joven, mis padres me cortaron el grifo porque me portaba mal y recuerdo esa época como muy dura. Me habían acostumbrado muy bien, a las vacaciones, los restaurantes… y de golpe verme sin un duro trabajando por un sueldo miserable fue tremendo. Fue muy violento.