Una vez más, las 'banlieue' francesas arden estos días para protestar por la muerte a tiros por parte de un policía del joven Nahel en un control de tráfico. La periferia parisina ha sido escenario frecuente del cine francés en películas de corte dramático como aquella seminal El odio (Matthieu Kassovitz, 1995) o la reciente Los miserables (2019), en la que veíamos una revuelta similar a la que está viviendo Francia estos días.
Con un tono mucho más optimista, Repostero y chef, debut en la dirección del montador y especialista en FX Sébastien Tulard, adapta las memorias del maestro pastelero Yazid Ichemrahen. En el filme vemos cómo un joven de origen marroquí que crece en Epernay, una región del norte de Francia, con una madre inestable y catastrófica, llega a lo más alto. A los 10 años, se traslada a vivir a una familia de acogida que lo trata con cariño pero se mete en líos. En un centro de detención de menores, descubre su vocación por la cocina y más concretamente, la repostería, lo que le permite apartarse de las malas compañías y comenzar a superar su trauma.
Con un tono “americano”, cinematografía muy aficionada a las historias de superación, Repostero y chef cuenta en su primera parte la difícil relación entre el joven y su madre así como su turbulento paso por el reformatorio. En la segunda, vemos la lenta ascensión del joven chef, maestro sobre todo en el chocolate y confeccionando un suculento postre llamado Paris-Brest, hasta la cima mundial. Protagonizada por el famoso influencer francés Riadh Belaïche, el director nos cuenta cómo Yazid logró encontrar su lugar en el mundo colmando su necesidad de “reglas” en esas cocinas francesas organizadas como regimientos militares desde los tiempos de Napoleón.
Pregunta. ¿Cómo llega a dirigir esta película?
Respuesta. Yo trabajo en la productora de Laurence Lascary y cuando decidieron adaptar el libro de memorias de Ichemrahen (publicado en Francia con el título A la belle étoile) me pasó el guión para que lo pensara. Enseguida vi que quería hacerla porque comparto totalmente los valores de la historia y me encantó lo que leí. Es una historia inspiradora y poderosa sobre los valores del trabajo y la familia y me pareció perfecto para una primera película.
P. ¿Estamos ante una clásica “historia de superación personal”?
R. La vida de Yazid es muy tumultuosa, es una especie de carrusel emocional. Surge ese compromiso muy grande en el que es capaz de medirse en las cocinas más exigentes con los mejores chefs y luego participar en el concurso mundial pero también debe luchar para mantenerse en el buen camino. Es alguien que parte de muy abajo con una madre que es tóxica para él y que intenta en todo momento no solo sobrevivir sino cumplir con su vocación y triunfar a pesar de la adversidad.
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P. ¿La enfermedad mental de la madre marca de manera trágica al protagonista?
R. De alguna manera, se refugia en la pastelería que es un mundo muy exigente organizado de manera jerárquica en el que con cierta frecuencia lo tratan de manera injusta. Sin duda, la batalla más dura que debió librar fue con su madre, que le hizo pasar por momentos muy duros, muy difíciles. Fue también la parte más complicada para Riadh, el actor que interpreta a Yazid, porque él tiene una relación maravillosa con su propia madre y en el momento en el que hay esa pelea tan fuerte le costó mucho encontrar esas emociones.
P. ¿Ha conocido al verdadero Yazid Ichemrahen?
R. Sí, por supuesto, lo conocí porque era esencial habar con él, entender cómo ve la vida después de todo su camino. Es una persona que al principio mostró mucha disposición a ayudarnos, pero al mismo tiempo se mostraba de manera muy fría. Solo fue poco a poco que comenzó a forjarse una mayor confianza y hablar con más franqueza de aspectos duros de su biografía. Creo que para él hablar de esa relación con su madre sigue siendo difícil y doloroso.
P. ¿Son muy fieles a la verdadera historia?
R. En la película hay un 80% de realidad y un 20% de cine porque no es un documental y necesitamos ficcionar algunas aspectos. Todo lo fundamental es cierto. pero para ir de un punto a otro de vez en cuando hay que forzar un poco. El principal cambio fue al final. En la realidad, la madre murió dos semanas antes del campeonato del mundo, pero en la película sucede todo a la vez para reunir todos los elementos dramáticos. Y Yazid no quiso ir a verla al hospital los días antes porque no quería perder su concentración en el concurso.
P. ¿La vocación salva a Yazid?
R. Sí, por supuesto. Creo que Yazid es una persona que necesitaba encontrar un centro, buscaba reglas y esas reglas de vida las encontró en la cocina. Es un lugar en el que hay una jerarquía muy clara en el que no se acepta el error y hay que tener un comportamiento ejemplar. Hasta que descubrió la cocina hizo muchas barbaridades. Algo que he descubierto haciendo esta película es que la organización de las cocinas actuales fue creada por Napoleón como un sistema militar. Cuando iba a la batalla necesitaba alimentar a sus soldados y les dio a los cocineros el mismo orden jerárquico. En Francia los equipos de cocina se llaman “brigada” y eso también nos lleva a ese mundo militar.
P. Un funcionario “bueno” salva a Yazid de acabar en un reformatorio de mala muerte del que hubiera tenido muy difícil salir. ¿El sistema penal genera un círculo vicioso?
R. No quería meter el dedo en el sistema penal ni hacer una critica generalizada. Por lo general, las personas que trabajan con esos jóvenes realizan una labor excepcional con chavales que suelen tener circunstancias muy duras. Provienen de familias en las que los padres no tienen los medios para educarlos y criarlos. Me reuní con varios jóvenes y también con los educadores. Hay un círculo de la delincuencia y la marginalidad del que es difícil salir porque la vida les ofrece pocas oportunidades pero en la película el reformatorio no solo es un lugar terrible, allí Yazid también descubre la pastelería y un camino en la vida que le permite apartarse de malas influencias.
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P. ¿Vemos cómo el rap es la principal vía de expresión de estos jóvenes en situaciones complicadas?
R. Eso me interesaba mucho por mi propia trayectoria ya que he hecho muchos videoclips de rap. Quería que estuviera porque es una parte de mí. Es una buena manera de ilustrar musicalmente un sufrimiento, una esperanza… el rap es eso. Es el lenguaje cultural de estos jóvenes.