Tahar Rahim protagoniza 'Don Juan', de Serge Bozon

Tahar Rahim protagoniza 'Don Juan', de Serge Bozon

Cine

Serge Bozon rehace el mito de Don Juan: "La seducción es el motor de la vida aunque tenga una parte oscura"

El director francés trae a la actualidad el mito del ligón desaforado para reivindicar la seducción y reflexionar sobre la fidelidad

28 julio, 2023 01:14

¡Pobre Don Juan! Corren malos tiempos para el conquistador de féminas, aunque el mito, con los siglos y las innumerables versiones, haya tenido todas las variantes: desde el tipo siniestro de El burlador de Sevilla, la obra de Tirso de Molina que inventó el personaje, al más libertino y, aunque manipulador, también más simpático de Molière, hasta llegar al Don Jon (2013) de Joseph Gordon Levitt, un seductor que prefiere el porno a las mujeres de carne y hueso.

¿Quién es Don Juan? ¿Es Don Juan un ligón, un manipulador, un violador o todo a la vez? ¿Revela Don Juan algo de “todos” los hombres, condenados a no ser capaces de desear una sola mujer?

Una mirada es la chispa que enciende esta nueva versión de un mito que el Me Too y la nueva oleada feminista han puesto bajo la lupa. El propio director, Serge Bozon (Aix en Provence, 1972) dice que no quiere “hacer un discurso” para presentarnos un Don Juan atípico porque es un Don Juan derrotado por las mujeres, un tipo que ha perdido a su mujer y el norte. Porque este Don Juan no es como el de Tirso que decía aquello de “tan largo me lo fiáis”, es un tipo abatido y, aunque Bozon dice que no quiere hacer discursos, es fácil ver en él a un símbolo del contemporáneo “macho herido” de la que la película Barbie hace una parodia.

Protagonizada por Tahar Rahim (el joven magrebí de Un profeta de Audiard), Don Juan es una película “muy francesa” o sea, intensa, intelectual y “seria” que mira a Resnais, Demy o Rivette para construir su historia en una mirada. Porque todo arranca cuando el protagonista “mira” a una mujer y su pareja (Virginie Efira) le reprocha que la ha mirado “como las miras a todas”. Acto seguido, lo abandona, y Don Juan, también actor en un pequeño teatro de provincias, vaga como un alma en pena y, de vez en cuando, todos se ponen a cantar.

P. ¿Cómo surge este proyecto?

R. Era la época en la que La La land (2016), una comedia musical, era un éxito y también Ha nacido una estrella (2018), de Bradley Cooper. Mi productor me dijo que quería hacer un musical moderno y que quería partir de una historia que todo el mundo conociera. un mito. Yo le dije, ¿Drácula, Ulises? Y de una manera muy natural surgió que Don Juan sería fantástico porque hoy es muy interesante volver a él sin caer en el discurso de que la seducción es algo espantoso, un horror, las relaciones entre hombres y mujeres muchas veces son maravillosas. La seducción también es el motor de la vida aunque obviamente tenga una parte oscura. Me gusta del cine que puedas hablar de una simple mirada, que puede parecer delirante, y luego construir una historia. Después el filme encuentra su legitimidad. Es una verdad escondida, una verdad que solo puede revelar la ficción.

P. ¿Cómo se relaciona con esa idea del “mito” de Don Juan?

R. Es práctico porque todo el mundo tiene una idea antes de ver la película. El espectador llega a la sala y ya sabe de qué le van a hablar, eso te quita mucho tiempo para tener que explicar quién es, a qué se dedica. Como todo el mundo lo conoce, eso te permite no partir de cero e ir en muchas otras direcciones, profundizar de otra manera porque no lo tienes que presentar. Y en la base del mito surgen preguntas que siguen siendo importantes, ¿Es posible una seducción honesta? ¿Por qué en el amor con tanta frecuencia hacemos sufrir al otro? Son interrogantes en los que quiero indagar. Es mi primera película que tiene un elemento autobiográfico y trato de reflejar una gran intimidad en el protagonista, sentimientos muy profundos.

P. ¿Don Juan es un “canallita encantador” o un villano que merece desprecio?

R. En la pieza de Molière Don Juan es un personaje que comete dos sacrilegios, a las mujeres pero también a Dios porque probablemente es ateo. Es el ateísmo de Molière el que se libera con ese personaje libertino, lo que le interesa más o tanto como la cuestión de las mujeres es su rechazo a la religión, su dimensión antisocial. Esa doble rebeldía hoy ya no tiene sentido porque la religión ha perdido casi todo su poder pero la idea del sacrilegio sigue siendo interesante.

» En relación a las mujeres quería ser más preciso que la pieza de Molière. Más que la etapa de la conquista, las palabras, los regalos o el después cuando se acuestan, quiero reflejar ese momento en el que el personaje la observa. Es esa idea de la mirada lo esencial porque el protagonista está todo el rato mirándola y es por una culpa de una mirada que lo abandona. Me interesa la idea de ese hombre que acaba mirando a demasiadas mujeres y por eso se acaba quedando solo.

P. ¿Ha muerto el “latin lover”?

R. Mi abuela adoraba a Julio Iglesias, ese tipo de hombre, “latin lover”, moreno, el seductor ibérico. Don Juan no es un personaje con aspecto nórdico, es un hombre del sur. Ese personaje está en algunos aspectos caduco pero no la idea de la seducción, sigue habiendo hombres que seducen a las mujeres y mujeres que seducen a los hombres. Eso no es pasajero y quiero ver cómo sucede esa seducción. Para una mujer ser seducida por un hombre significa poner su vida patas arriba, y ese acercamiento se puede dar de muchas maneras, mas francés más democrático, sin ambigüedad, directo, tierno… Todos nos preguntamos cómo seducir a las personas que nos gustan. De alguna manera, también hay algo eterno en el “latin lover”. Esta película presenta más una inquietud que un discurso.

P. ¿El “macho” contemporáneo está herido por la revolución feminista?

R. No pretendo tener ningún discurso sobre la masculinidad en el mundo contemporáneo ni hacer un planteamiento general. Presento a un personaje muy concreto en una situación muy específica. Como decía John Ford, si quieres hacer llegar un mensaje, para eso está el servicio de correos que es más directo. Creo que las grandes películas plantean preguntas pero no dan las respuestas.

» No quiero caer en un juicio moral al protagonista, si es víctima o culpable, no está nada claro. Creo que Tahar Rahim le ha dado una especie de inocencia nueva porque en el guión el personaje era más oscuro y él le ha dado un ardor. ¿Miente Don Juan? ¿Ha mirado a esa mujer sin querer, sin darse cuenta? ¿Cuál es su deseo? ¿Es un deseo sexual o algo aún más íntimo?

» Más que la idea del Me Too y el patriarcado, quiero reflejar un estilo de desesperación masculina que no vemos tanto en las películas: el hombre al que le pone los cuernos su mujer, al que abandonan… Hay una tristeza y una soledad que también son muy masculinas. No es una cuestión de diálogo, tenemos que ver ese sufrimiento, cómo se mueve, cómo canta… y no lo que dice. 

P. ¿Cambia algo el hecho de que el protagonista sea actor?

R. Es un actor de una pequeña compañía de provincias. No es una estrella. No es un personaje en un momento en el que tenga autoestima, al contrario, duda, sufre, se siente mal consigo mismo. Es un tipo perdido. En la primera escena, se mira en el espejo pero ya en su mirada vemos que está inquieto, no debería estarlo, es un momento feliz. Esta especie de nota de inquietud tan particular. No hay diálogo, hay música y ese movimiento tan raro con las manos. Es como un diapasón, damos el “la” y la película puede comenzar.