Una escena de 'El hombre del saco'.

Una escena de 'El hombre del saco'.

Cine

'El hombre del saco', cuando el monstruo son los miedos heredados de los padres

El director Ángel Gómez Hernández lleva a la pantalla el mito del villano "comeniños" en una película que parte del terror para reivindicar el espíritu de Los Goonies

11 agosto, 2023 02:16

La leyenda del "hombre del saco", o el carnicero de niños, tiene distintas versiones en todas las culturas del mundo, sirviendo como obvia advertencia a los menores de aquello de "no hables con extraños". En España, ya en la Edad Media se contaban historias sobre un tipo siniestro que atacaba a los más jóvenes y que encontraron su materialización en un suceso espantoso acaecido en 1910, en Gador, Almería. En un verano de hace 113 años, un tipo llamado Francisco Leona asesinó a un niño, Bernardo Gálvez, para beber su sangre y sanar de una tuberculosis. Ignorancia, superstición y horror se mezclan en una historia que aterrorizó a la sociedad de la época.

El hombre del saco, de Ángel Gómez Hernández (Algeciras, 1988), recupera ese viejo suceso sanguinario para construir una película que se sitúa a medio camino entre Los Goonies (Richard Donner, 1985) y el género de terror psicológico porque en este filme el "malo" no es un psicópata sino los propios miedos y sentimiento de culpa que los propios padres trasladan a los hijos.

"Es una historia que está en el ADN de todos —cuenta el director—. Se potencia ese sentimiento de culpa sobre los niños y se utiliza al hombre del saco como una amenaza para los niños malos. Eso de 'vete a tu cuarto o te llevará el hombre del saco'. Muchas veces es una forma de intimidar al niño para que no proteste y no moleste. Me pareció muy jugoso jugar con ese sentimiento de culpa".

Gómez Hernández debutó en el largometraje con Voces (2020), una película de terror en la que revitalizaba el mito de la "casa encantada" también con tono ochentero, una década que le marca. En El hombre del saco hay una mezcla de géneros: "El terror es mi género predilecto —explica—, me gusta mucho darle esa capa de tensión de una película juvenil ágil y muy divertida. Fueron los productores quienes tuvieron la idea de hacerla y me pareció muy tentador tratar esta figura tan icónica. Todos hemos visto cintas de Jason (el villano de Viernes 13) o Drácula y 'el hombre del saco' no ha tenido un reflejo cinematográfico. Es un mito que se ha transmitido de manera oral hasta la fecha". Larga vida a nuestro propio Michael Myers.

El pueblo maldito

La acción de la película se sitúa en el presente, en la propia Gador, la localidad almeriense en la que Francisco Leona bebió la sangre de un niño a principios del siglo pasado. La historia comienza con la mudanza al pueblo de tres hermanos y su traumatizada madre (Macarena Gómez) después de la muerte del padre en un accidente de coche.

De manera espantosa, comienzan a desaparecer niños. No solo eso, las victimas son siempre chavales que arrastran graves traumas y están en una situación de debilidad psicológica. En evidente peligro de muerte, la pandilla (formada por los jóvenes actores Lorca Prada, Claudia Placer, Iván Renedo o Carla Tous) deberá unirse para afrontar la amenaza. Como "mentor" de la cuadrilla, el típico excéntrico de las películas (Manolo Solo) que parece el más loco pero es que ha visto el rostro del diablo y aun no se ha repuesto.

Cuenta Gómez Hernández: "No he visto Stranger Things pero nos cruzamos en los orígenes. Soy un cineasta que creció en los 80 marcado por películas como Los Goonies o La pandilla alucinante (Fred Dekker, 1987). En este caso, me gustaba tratar la idea del monstruo como algo que llega de la influencia directa de los adultos. Yo como adulto tengo muchas fobias heredadas y me parece interesante abordarlo porque no deja de ser una representación monstruosa de esa herencia que acaba calando y definiendo la vida. Cuando eres niño todo se vuelve una hipérbole, una broma; una simple bronca puede marcarte".

La mirada del niño cobra toda su dimensión en una cinta de aventuras con niños en bici chocando las manos y un villano con el aspecto de Javier Botet que quiere ser más ambiciosa que una pura película de entretenimiento. La culpa, siempre asociada a la vergüenza, se convierte en el principal elemento: "Solo la confesión, el desprenderte de la culpa, saber hablar y comunicarte puede conseguir que te liberes de esas cadenas de la cuales se aprovecha este ser. Mientras sigas alimentando esa culpa vas a seguir alimentando ese saco como le sucede al personaje de Manolo Solo, que es un tipo de adulto que no ha dejado de ser un niño nunca".