A pesar del anuncio el pasado septiembre de que Golpe de suerte iba a ser su último proyecto (entonces la película se llamaba Wasp 22), hoy Woody Allen parece tan dispuesto a retirarse como decidido a continuar trabajando. En la rueda de prensa anterior al estreno del filme, el estadounidense de 87 años ha dado a entender que este podría ser un buen final para su carrera: “Cuando era más joven, las películas que me impresionaban más eran las europeas, las francesas, italianas y suizas. Entonces, todos queríamos hacer cine como el europeo. He intentado hacer eso toda mi vida".
"De hecho, esta iba a ser una película con dos americanos en París, pero me gusta tanto París que decidí hacerla en francés y con franceses. No sabía francés pero me importó poco, lo disfruté mucho y sentí que [por fin] estaba siendo un cineasta verdaderamente europeo", ha añadido.
Sin embargo, al cabo de un rato el director se ha desdicho: “Tengo una buenísima idea para Nueva York, así que si alguien quiere financiarla, obedeciendo a mis restricciones absurdas (no leer guion y no cambiar nada: sólo darme el dinero y dejarme hacer), entonces claro, la haremos”. Es lo que tiene el nervio creativo, y así lo demuestran los sempiternos anuncios de retiro de cineastas como Hayao Miyazaki. Woody Allen ha hecho un repaso vital especialmente optimista, a pesar de la polémica que su figura lleva acarreando, desde su problematizado historial familiar hasta sus recientes declaraciones sobre el caso Rubiales, sobre el que ha comentado: “Es difícil entender que una persona pueda perder su trabajo por dar un beso”.
Los hombres malos de Woody Allen
Hoy decía el cineasta: “He sido muy afortunado toda mi vida. Tengo dos padres cariñosos, amigos, dos hijos, en unos meses cumpliré 88, y nunca he estado enfermo. Cuando empecé a hacer cine, la gente resaltó lo que hacía bien y no me tomaron en cuenta lo que no. He tenido mucha suerte, halagos y respeto toda mi vida, y espero que siga así”. Allen no ha respondido a una pregunta sobre la toxicidad del hombre protagonista de la película que presenta en el Festival de cine de Venecia.
Sí ha comentado sobre sus personajes masculinos: “Siempre he escrito mejor para las mujeres que para mí, quizás porque mis referentes (Ingmar Bergman, Tennesse Williams) escribían más para mujeres”. La pregunta del periodista se refería al personaje de Jean (un excelente Melvil Poupad), el rico marido de Fanny (Lou de Laâge), quien sospecha de los acercamientos de su esposa hacia un carismático escritor y amigo de la infancia (Niels Schneider), y decide actuar al respecto.
El mismo Allen reconoció que Golpe de suerte puede leerse como una continuación espiritual de Matchpoint. Hoy ha explicado: “Ambas van de los caprichos del amor y de la suerte, y de cómo nos impactan mucho más de lo que nos gusta reconocer”. Y ha citado Las reglas del juego de Renoir como referente, aunque a una distancia prudencial: “Siempre he sido un gran admirador de las películas de Jean Renoir, pero las intrigas, el deseo y el asesinato han sido la esencia del drama desde los griegos. Traen suspense, evolucionan y si han estado siempre presentes en mis películas es porque son la esencia del drama”.
Woody Allen mira atrás y aborda la muerte con filosofía. "En la vida —ha explicado— aprendes y ya. Luego tu situación va cambiando, pero siempre intentas no aburrir. Yo siempre me levanto, hago ejercicio, me vuelvo a la cama, escribo a mano y luego transcribo en mi máquina”. Sobre el aprendizaje que se lleva tras tantos años, ha concretado: “Hay cosas fundamentales que aprendes de tus primeras películas. Luego, cuando ya no aprendes más, el resto depende de ti y de tu inspiración”.
Golpe de suerte, una película donde el amor y la muerte se tocan de cerca, termina con una cartela que bromea: “No le des muchas vueltas”. Sobre su relación con el final, Allen explicaba: “No puedes hacer nada contra la muerte, es un mal trato que tienes que aceptar”.
El eterno viajero sentimental, en esta ocasión, ha adaptado su romance americano a un contexto parisino “sólo de manera cosmética”. Las historias, detalla, son universales: “Algunas veces tengo una llamada de alguien de un país cualquiera diciendo que me financian la película si la hago allí, en Islandia, o donde sea. Algunas veces conozco tan poco del país que no puedo considerarlo, pero si puedo, lo tengo en cuenta”.
El rodaje: de nuevo medianoche en París
Dirigir en francés, un idioma que no entiende ni habla, tampoco parece haber llevado a Allen muchos problemas: “Si ves una película japonesa, puedes decir si la interpretación es buena, realista y natural o si está exagerada. Aquí podía adivinar por el lenguaje corporal si estaban siendo realistas o si no, y si se inventaban las palabras –que lo hacían–, y no me gustaba, le preguntaba a la traductora. El reparto entendía el concepto y, como son grandes actores, tampoco he tenido que dirigir mucho. Vitorio siempre me hace quedar como un héroe de forma que no tuve dificultad en hacerlo en francés”.
En la rueda de prensa ha asistido parte del equipo, entre los cuales estaba el director de fotografía Vittorio Storaro, responsable de clásicos como El último emperador o Apocalypse Now. Storaro ha dirigido un largo discurso laudatorio sobre el cineasta, subrayando que “en Allen reconozco a un grandísimo escritor, un autor de sus palabras a través de los actores, alguien que usa todos los recursos cinematográficos [los ha enumerado: la luz, el color, el plano…] para visualizar exactamente lo que ha escrito”.
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También han intervenido las actrices Lou de Laâge (Las inocentes), que interpreta a Fanny (en sus palabras, “una joven que vive en una prisión rica y que encuentra una parte de sí misma que echa mucho de menos”), y Valérie Lemercier (Aline), la madre de Fanny, que tomará un rol inesperado en la película (su personaje, dice, “no es tan brillante, sólo que las cosas extraordinarias pasan a la gente normal”).
Sobre Allen, de Laâge ha destacado: “Nos entendimos muy bien porque dirigía muy poco. Disfruté mucho de colaborar con alguien que prueba varias intensidades y que trabaja con muchos planos secuencias, algo que da muy poco margen de error”. Actuar tan seguido “provoca una tensión que me encanta”. Golpe de suerte llegará a salas españolas el 29 de septiembre.