En Todos los nombres de Dios, la nueva película de Daniel Calparsoro (Barcelona, 1968), vemos la dimensión íntima y humana de un brutal atentado yihadista a través de la peripecia de un hombre sencillo, “normal y corriente”, enfrentado a una tragedia insuperable.
La trama arranca cuando un taxista, Santi (Luis Tosar), asiste en directo a una brutal explosión en el aeropuerto. En medio del caos, pensando que está ayudando a un herido a ir al hospital, recoge a Hamza (Nourdin Batan), que en realidad es uno de los terroristas, a la fuga después de haber decidido en el último momento no inmolarse.
Desde su debut en 1995 con Salto al vacío, un retrato en claroscuro de los bajos fondos de Bilbao, Calparsoro ha destacado con filmes como Pasajes (1996), Asfalto (2000), Invasor (2012), Cien años de perdón (2016) o Hasta el cielo (2023).
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Pregunta. ¿Qué le atrajo del guión de Gemma Ventura?
Respuesta. Me gustó la combinación entre el elemento de thriller y el emocional, que es lo que pensé que se puede potenciar. Todos los nombres de Dios me da la posibilidad de contar una historia de personas. Me gustó la idea del hombre corriente, común, con sus problemas personales, envuelto en una situación extraordinaria. En vez de liarse a puñetazos, como Liam Neeson, se ocupa de solucionar sus problemas personales con su familia. Buscaba una combinación entre emoción y espectáculo y quería trabajar de forma profunda el lado humano de los personajes. Creo que es la película donde más tensión he conseguido generar, es muy entretenida, estas pillado desde el principio, da unos giros tremendos cuando menos te lo esperas.
P. ¿Cómo concibió a Hamza, al terrorista que no llega a inmolarse?
R. Es un personaje interesante porque es muy contradictorio. Ni siquiera él sabe muy bien por qué se echa atrás. Es un joven perdido que se ha dejado llevar a una situación extrema. No hemos querido reflejar el proceso por el cual se acaba convirtiendo en yihadista porque ya lo hemos visto muchas veces en otras series y películas. Lo que nos interesa es el después. Posiblemente no ha querido morir porque no estaba tan convencido de dar un paso que no tiene reparación. Pero es un tío que se ha preparado para matar a gente, aunque luego vea que no es capaz. ¿Eso lo hace bueno? No, la intención estaba allí. Cobarde y traidor, tampoco. Lo que sí se muestra a través de este personaje es el lado humano, la fragilidad que tiene cualquier persona.
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P. En la película Tosar nuca llega a odiar a su secuestrador aunque puede morir en cualquier momento. ¿Podemos llegar a empatizar con nuestro torturador?
R. El personaje de Tosar establece un vínculo con su secuestrador porque se da cuenta de que es un cabrón, pero también es un chaval que está perdido. Con esto no lo quiero excusar ni creo que lo redima. Santi tiene un drama personal importante y por eso no intenta matar al yihadista, luego lo entiendes. En realidad, lo que estaba buscando era un retrato cercano a la cotidianeidad. Los dos vienen de un contexto en el que la violencia y el alcohol no son protagonistas. En el caso de Hamza tiene una familia totalmente integrada en Madrid. Al final, lo que vemos es cómo una tragedia acaba afectando de manera profunda a dos familias. Unos, porque piensan que lo van a matar, y otros, no solo porque temen por la vida del hijo, también por las consecuencias sociales e incluso legales para ellos, ya que los pueden expulsar del país.
¿Una invasión?
P. Se diría que morirse en paz con los suyos es la gran preocupación del personaje en manos de los terroristas...
R. Lo bonito de la película es que todos nos podemos identificar con Tosar. ¿Y si me pasa a mí algo así? No estamos preparados para enfrentarnos, no sabríamos muy bien qué hacer. Vemos una familia desestructurada por una tragedia. Todos tenemos tendencia a pensar que nuestro dolor es solo nuestro, cuando no hay nada más común que el dolor. Esta familia rota se vuelve a unir en el momento más difícil.
P. ¿Qué papel juega esa imagen icónica de Tosar rodeado de furgones con una bomba en la Gran Vía?
R. ¡Se pega un buen paseo desde Callao hasta Alcalá! Está un poco esa idea de los yihadistas, el sacrificio de un cristiano. Esa imagen nos lleva a un mundo militar, de guerra, porque está rodeado de guardias civiles, pero parecen soldados. Lo mismo cuando vemos los camiones por la Castellana. Da la sensación de que es el final de todo, de que es una invasión.