'Reality': espías de andar por casa

Reality, el título de la primera película de la estadounidense Tina Satter (1974), se refiere tanto al nombre de la protagonista como al que, aparentemente, es el objetivo de la directora: atrapar la realidad en el líquido y confuso mundo contemporáneo.

Para ello, el filme se adentra en las pantanosas y ambiguas aguas del espionaje moderno, recurriendo al caso de Reality Winner, una joven retirada de las Fuerzas Armadas y traductora de la Agencia Nacional de Seguridad Estadounidense que filtró un documento clasificado, relacionado con la intromisión de Rusia en las elecciones que hicieron presidente de EE.UU. a Trump en 2016.

El caso acabó con la mayor condena impuesta para un delito de estas características: cinco años y tres meses de cárcel. En paralelo, Winner se convirtió también en un símbolo del derecho de los ciudadanos a conocer la verdad.

['Esta ambición desmedida', el documental que desnuda a C. Tangana: tráiler y fecha de estreno]

La película se basa en la obra de teatro Is This a Room, escrita y dirigida por la propia Satter, que triunfó en Broadway. Los diálogos siguen palabra por palabra, tanto en el texto dramático como en el guion cinematográfico, la transcripción de la conversación que mantuvieron dos agentes del FBI con Winner el 3 de junio de 2017.

Los federales, vestidos de calle y con inquietantes sonrisas en sus caras, se presentaron en la casa de la traductora en Augusta (Georgia) con una orden de registro e iniciaron un sinuoso juego del gato y el ratón, con ambas partes evitando revelar sus cartas.

La apuesta de Tina Satter por respetar la literalidad de lo dicho en aquella mañana en la humilde casa con jardín de Winner resulta un auténtico acierto: de ahí surge el misterio del filme, con una Winner que se muestra extrañamente tranquila y relajada ante la invasión de su casa, y unos agentes extremadamente educados y serviciales.

El diálogo, que arranca en el exterior para trasladarse poco después a una habitación sin mobiliario, va derivando de lo banal y anecdótico (las mascotas o las armas que tiene en casa, su trabajo como profesora de yoga o su interés en el CrossFit) a la filtración del documento secreto. De manera natural, la tensión del filme va in crescendo, lo que hace que la película de Satter navegue las aguas del thriller e, incluso, de un terror de baja intensidad.

[El Festival de San Sebastián mantiene el documental de Josu Ternera y lamenta que se critique antes de verlo]

Más discutibles son algunas estrategias disruptivas del filme, como la inclusión de imágenes de las redes sociales de la auténtica Reality Winner, la reproducción de archivos de audio o la abrupta desaparición de los personajes de la escena cuando van a revelar información clasificada (que estaría tachada en el documento de la transcripción). Esto introduce un extravagante surrealismo que choca con la puesta en escena naturalista del filme.

En el centro, la interpretación de la emergente estrella Sydney Sweeney, que tras brillar en la serie Euphoria interpretando a la desquiciada Cassie, realiza aquí un trabajo pulcro y contenido, demostrando su amplio registro interpretativo.