A falta de estrellas de Hollywood este año estaba Jordi Évole, y Josu Ternera, claro, el convidado de piedra en la rueda de prensa, repleta de fotógrafos, en la que el periodista televisivo catalán ha defendido su polémico documental.

Tras ser, como él mismo dice, la única persona que lo ha entrevistado en profundidad, asegura: “No puedo tener una opinión formada sobre alguien a quién conozco muy poco. Es un militante que pone la organización por encima de todo”. Asesino confeso, líder de la banda terrorista ETA en los años 80, el periodista regresaría al final a sus palabras, siempre dentro de la máxima prudencia: “Lo matizaría como militante fanático. Se me ocurren más palabras, pero no creo que debamos entrar en estas calificaciones, porque no nos corresponde. Se está escrutando al milímetro lo que decimos, las comas, los dos puntos, los puntos suspensivos… ”.

Caminando sobre un campo de minas, Évole dijo que no se esperaban el tamaño del escándalo ni “una petición de censura preventiva”, en referencia a la carta firmada por 500 personalidades, como Fernando Savater o Fernando Aramburu, en la que solicitaban que no se proyectase en el Festival de San Sebastián.

Aseguró el catalán: “El tema es espinoso, lo cojas por donde lo cojas te puedes pinchar. Los señores que hicieron este comunicado marcaron la agenda y los comentarios. Nos hubiera gustado que esos comentarios se hubiesen hecho después de ver la película, pero no tenemos nada que reprochar”.

Con la presencia en la sala de prensa del Kursaal del codirector del documental No me llame Ternera, Màrius Sánchez, colaborador habitual en sus programas televisivos, Évole aseguró sentir “orgullo absoluto”: “Entrevistar no es blanquear. No estamos aquí para hacer un homenaje, estamos aquí para hacer el repaso a la trayectoria de un líder de ETA como Josu Urritikoetxea. Es el hombre que lee el comunicado de la disolución, me parece un testimonio único”.

[Crítica de 'No me llame Ternera': Jordi Évole o la sobriedad espartana para retratar a un asesino]

Porque, a pesar de todo, considera que ha sido “una experiencia gratificante”: “Confiamos plenamente en nuestra audiencia y no creemos necesario decirle lo que tiene que pensar sobre lo que va a ver”.

Apelando incluso al “interés histórico”, Évole calibra así la posible reacción de las víctimas de ETA a la entrevista del antiguo líder y responsable de decenas de muertes: “El dolor es imposible de evitar. Hay víctimas con muchas opiniones. Hay quien no quiere verlo o todo lo contrario. No son un colectivo homogéneo, no son una masa única y abstracta”.

Obligado por las preguntas varias veces a “justificar” el documental, cuyo 90% es una entrevista con Ternera a cámara sin mayores artificios, Évole lo defendió de esta manera: “Me parece que el interés periodístico de una entrevista con el líder de una organización terrorista es indiscutible. En ninguna facultad de periodismo dirán que no lo tiene. Creo que vivimos en un momento en el que no hace tanto tiempo que ETA dejó de matar, hace 12 años que cesó la violencia. Sin embargo, hay muchos chavales de 20 o 25 años que no saben quién fue Miguel Ángel Blanco. Es una anomalía que no lo sepan”.

Para el periodista se trata de un paso en el proceso de concordia en Euskadi y la propia España: “El país se tiene que enfrentar a su pasado con valentía, y duele, claro que duele. La historia de todos los países duele. Entre esa parte de la sociedad que cantaba “que te vote Txapote” sin saber ni quién era Txapote o querer conocer quién era Txapote, el asesino de Miguel Ángel Blanco, tengo claro dónde quiero estar.

"Queríamos arrojar luz donde no la había, es la primera vez que un líder de ETA concede a una televisión de ámbito no solo estatal sino global como Netflix", continúa Évole. "Tenemos la suerte de que se interesó inmediatamente. Queríamos tener el punto de vista que no se ha visto. En el décimo aniversario del fin de la violencia se hicieron varios reportajes y en ninguno estaba el punto de vista de ETA. Y luego se completó con el testimonio de Francisco Ruiz. Queda muy claro el lugar desde donde los autores hemos hecho el trabajo". Sánchez añadió su importancia histórica: “Dentro de unos años cuando se quiera estudiar a ETA será importante ver como razonaba el líder de la banda”.

['El otro lado': Berto Romero, Iker Jiménez y el fantasma del buen periodismo]

Évole manifestó su "tristeza" porque esperaba que Ternera se arrepintiera o por lo menos tuviera un tono "más conciliador". "No sabía hasta qué punto iba a renegar de su pasado. Hay un momento en el que relata lo que se vivió con Yoyes, era amiga suya, la visitó en México. Cuando le pregunto qué le parece que la mataran en su pueblo, delante de su hijo, esperaba un momento de asunción de responsabilidad o cierto arrepentimiento, pero no fue así".

Dice Évole que ya están acostumbrados a vivir situaciones complicadas: “Ha habido más situaciones en las que hemos visto este ruido. El falso documental del 23F, la entrevista con Arnaldo Otegui o ejemplos más banales, cuando entrevistamos a Miguel Bosé. No vemos que esta situación sea más complicada que otras. Lo importante era prepararla muy bien. Se hizo con medios que el periodismo tiene pocas veces. Hemos tardado dos años, un año en hacer la edición de la entrevista. Es un lujo. Lo más fácil para nosotros era quedarnos en casa”.