Si pensamos en lucha libre se nos puede venir a la cabeza muchas imágenes. Para los menos fanáticos, es casi seguro que todas provengan de Pressing Catch, programa emitido en España en los años 90, que consiguió colarse en el imaginario colectivo de generaciones posteriores debido a sus exitosas reposiciones mañaneras en el 2008. 

Allí se daban cita, entre otros, John Cena, que antes de acabar haciendo un cameo en Barbie, repartía a diestro y siniestro, enfrentándose a otros pesos pesados de la WEE (World Wrestling Entertainment). También The Undertaker o Rey Misterio. Todos ellos, ataviados con su disfraz característico y fieles a su personaje, protagonizaban particulares luchas teatrales, que poco o nada tenían de verdaderas, pero que aportaban ese chute de sudor y endorfinas que el público al otro lado de la pantalla necesitaba. 

Pero más allá de Estados Unidos y de toda esa testosterona, existe toda una cultura forjada a través de este espectáculo deportivo. En 2018, la lucha libre mexicana fue declarada Patrimonio cultural intangible de la Ciudad de México. Allí, 28 años antes, Saúl Armendáriz (El Paso, 1970), también conocido como Cassandro, se enfrentó a El Hijo del Santo, el descendiente del luchador que se convirtió en leyenda en México.

Gael García Bernal en 'Cassandro' / Foto: Amazon Prime.

A una semana de la importante cita, el luchador intentó suicidarse debido a la presión y el miedo, pero este acabó siendo el encuentro que encumbró su carrera en el pancracio mexicano. En el biopic de Roger Ross Williams, que debuta en el largometraje de ficción, Cassandro (Gael García Bernal) entra en el ring para encontrarse con El Hijo del Santo danzando con socarronería, al ritmo de Yes sir I can Boogie, y ondeando un brillante capa de cola larga. 

Ambientada en los años 80, el filme, coproducción de Amazon Prime y el mismo García Bernal, recorre la vida del luchador, desde su ascenso en los cuadriláteros, cuando competía bajo el nombre de “El Topo” hasta que se convirtió en Cassandro, poniendo el  foco en la relación que tuvo con su adorada madre y su ausente padre. 

Para Saúl, El Santo representaba su infancia, el único lazo de unión con su progenitor, quien le apartó de su lado al confesarle cuando tenía 15 años que era homosexual. Armendáriz siempre tuvo claro su orientación sexual y también que amaba la lucha libre. Sabía que era diferente al resto de luchadores que admiraba, pero esto no le impidió competir, tampoco ganar. 





El apodado Liberace de la lucha libre mexicana era un gringo para los mexicanos, pero un outsider para los estadounidenses. Por lo que n
o solo tuvo que luchar con sus contricantes dentro de la Arena, sino también contra un público que a menudo le etiquetó de Exótico, resistiéndose a considerarle un luchador de primera.

En la jerga luchística, los Exóticos eran todos aquellos que convertían sus peleas en un espectáculo drag, a través de sus atuendos, llamativos y extravagantes, pero también por sus movimientos afeminados, entre los que destacaba el besar a sus rivales.

Gael Garcia Bernal y Bad Bunny en el filme 'Cassandro' / Foto: Amazon Prime.

También sobre sus adicciones al alcohol y a las drogas que casi terminan con su vida, como contó él mismo en el documental Cassandro, The Exótico! (2018). Finalmente, con esa misma transparencia, consiguió ser el primer Exótico en ser campeón mundial en 1991 y hacerse un hueco en un ambiente tosco y rudo, en el que siempre había reinado la virilidad. 

Aún así, su ascenso al éxito y el de otros Éxoticos fue duro, soportando todo tipo de humillaciones por parte del público y la prohibición entre 1997 y 2001 de la retrasmisión de sus peleas en Televisa, canal de televisión nacional. Obstáculos que perduran a día de hoy, ya que los Exóticos y las luchadoras obtienen mucho menos tiempo de emisión que los luchadores masculinos.

Si bien el filme no apuesta por la acción de biopics como Rocketman (2019) o Yo, Tonya (2017), sino más bien por un naturalismo casi documental, Gael García Bernal consigue darle la fuerza interpretativa que necesita un personaje como Cassandro, y evidencia la importancia generacional y colectiva que posee la lucha libre en la sociedad mexicana. 

Fotograma de Gael García Bernal en 'Cassandro' / Foto: Amazon Prime

En México, la lucha libre es el segundo deporte más visto, después del fútbol. Las similitudes entre ambos son notables: han conseguido penetrar en todos los sectores de población, estar muy presente en las clases populares y conectar con distintos niveles socioculturales. Aún así, ambos siguen siendo el reflejo de una masculinidad tradicional en la que, a menudo, parece no haber cabida para todos. 

Sin embargo, personas como Saúl Armendáriz encontraron en la lucha libre la forma deshacerse de la máscara con la que llevaban tiempo cargando y mostrarse sin tapujos al mundo, allanando el terreno fuera y dentro del ring, para todos los que vendrían después.