La acción se sitúa en los años 60, en Chile, en la región del Desierto del Atacama. Un paisaje hostil en el que viven más o menos felices el matrimonio formado por Menardo (Antonio de la Torre) y María Magnolia (Bérenice Bejo) con sus cuatro hijos. Menardo, como todo el mundo en su improvisado poblado, trabaja en la mina local. Es un trabajo duro pero da para comer e incluso se pueden pagar el cine, puerta de entrada a lo fabuloso en unas vidas más bien difíciles en un mundo confortable pero que ofrece pocas oportunidades para soñar.
Basada en una novela autobiográfica breve de Hernán Rivera Letelier, dirigida por Lone Scherfig (Copenhague, 1959), con un guión escrito por Rafa Russo, Isabel Coixet y Walter Salles, cuenta con un reparto internacional que también incluye a Daniel Brühl en la piel del gerente, a veces mezquino, a veces generoso, de la mina. Vemos cómo la historia poco a poco deriva en tragedia. Primero, el padre tiene un accidente que lo incapacita para trabajar. Como se quedan sin blanca, solo pueden pagar una entrada de cine y el afortunado después contará a los demás la película. Tarea que acaba recayendo en la hija protagonista, Maria Magnolia (Sara Becker) debido a su talento. Después los abandona la madre, y luego llega el golpe de Estado de Pinochet para terminar de destruirlos.
Nombre destacado del movimiento Dogma 95, creado en un manifiesto por Lars Von Trier y Thomas Vitenberg, Scherfig triunfó con películas que se adscribían a sus rigurosas leyes (en resumen, cero tecnología y un regreso a un cine casi documental como contraposición al artificio de Hollywood) como Italiano para principiantes (2000) o Wilbur se quiere suicidar (2002). Una vez abandonado el Dogma, Scherfig se ha abierto camino en el cine internacional dirigiendo algunas películas de éxito como la británica Una educación (2009), con Carey Mulligan, o la estadounidense One Day (2011), con Anne Hathaway.
Pregunta. ¿Qué le atrajo de este proyecto?
Respuesta. Primero leí el guión y luego el libro. Me gustaba la idea de viajar al Chile de los años 60 y 70 a través del personaje de esta joven María Margarita. Me gustaba el lugar, la época y el personaje.
P. ¿Conocía Chile antes?
R. No. Lo único que podía hacer era investigar, leí muchos libros y vi documentales sobre la época. Viaje hasta el país y hablé con mucha gente local. Filmamos la película en el mismo pueblo minero en el que sucede la historia. Ellos me contaron cómo era la vida entonces y qué aspecto tenía. Los hombres trabajan de una manera muy dura pero para los niños y las mujeres era una vida más segura y tranquila que la que se podía encontrar en otros lugares de Chile. Nunca se ha hecho una película antes sobre ese mundo y sentía la responsabilidad de ser fiel a él porque es posible que no se haga otra en mucho tiempo. Al hablar con la gente de allí, recogía una memoria que no puede perderse.
P. La película comienza con un tono más lúdico y poco a poco se va oscureciendo. ¿Cómo se plantea esa evolución dramática?
R. En la primera parte vemos que María Margarita tiene una infancia feliz en una familia disfuncional. En la segunda parte deja de ser una familia disfuncional para convertirse en una nación disfuncional. Son dos películas que se entremezclan con flashbacks y flashforwards, la estructura tiene más reminiscencias de la novela que de una película tradicional de Hollywood.
«Esa combinación era un reto pero muchas de las películas que he hecho tienen humor y luego un elemento más oscuro. Espero que la gente acepte que aun siendo una película tan ligera al principio se vaya convirtiendo en otra cosa porque a pesar de los hechos terribles que suceden María Margarita es una persona fuerte, espero que en este personaje también haya cierta esperanza y algún tipo de futuro. De todos modo, no creo que puedas hacer una buena película en la que aparezca el golpe de estado de Pinochet y no salgan sus crímenes».
P. ¿Qué papel juega el golpe de Estado de Pinochet?
R. Se ha filmado muy poco lo que pasó en los años de Allende. Por supuesto también había gente que apoyaba a Pinochet, si no no habría sucedido el golpe de Estado. En Chile todas las familias tienen recuerdos porque sigue siendo muy reciente. Cualquiera de mi edad fue joven en esa época y recuerda el impacto que tuvo en el mundo aquella carnicería. Ahora mismo vemos que tienen problemas para redactar una nueva constitución pero también que hay un nuevo presidente joven y progresista. De todos modos, yo no quería que esta película tratara sobre política sino sobre cine. Para mí trata sobre cómo el cine era una ventana a un mundo diferente. Y también sobre cómo el cine es casi peligroso para María Magnolia (la madre), es como una polilla revoloteando alrededor de una ventana. Para ello es destructivo porque le ofrece un sueño que no puede cumplir.
P. ¿Qué opina de esa madre que abandona a sus hijos?
R. Es la primera vez que hago un retrato de una relación entre madre e hija, es algo que me gustaba mucho. Creo que la madre es una mujer que necesita ser vista, esa necesidad es más acuciante que la de ser madre. Cuando ella llora, es porque sabe que acabará abandonando a la familia. Su problema es que no tiene talento, hay una diferencia entre querer ser artista y estar capacitado para ello, no es lo mismo. De alguna manera, al ver cómo su hija es capaz de contar las películas con gracia de lo que se da cuenta es de que tiene la capacidad para salir adelante. Y luego vemos cómo los tres hermanos varones reaccionan de maneras muy distintas a esa ruptura de la familia y los acontecimientos históricos. Tienen un papel más pequeño pero a partir de detalles he tratado que todos tengan su personalidad y desarrollo propio.
P. ¿Cómo fue el trabajo con Antonio de la Torre, quien interpreta a ese padre cuya vida se ve truncada por un accidente primero y luego la huida de su mujer?
R. Antonio es un gran actor. Trabaja de una manera muy metódica y eso tuvo un impacto muy positivo en los actores jóvenes. Su disciplina fue una inspiración para ellos y fue un buen modelo a seguir. Se documentó a fondo sobre cómo era la vida en las minas para saber lo que hacían y se entrevistó con varios mineros que trabajaron en esa época. Para él fue muy inspirador que rodáramos en un lugar muy cercano a donde sucede la historia.
P. El guión está escrito por el madrileño Rafa Russo y dos pesos pesados como el brasileño Walter Salles (Central de Brasil) e Isabel Coixet. ¿Cómo se produce esta colaboración tan internacional?
R. Walter Salles hizo la primera versión y Coixet la segunda. Después entró Rafa Russo para terminarlo, su participación es muy importante. Fue una fase en la que yo comencé a colaborar con él. Y por supuesto está la novela de Letelier que es un poco diferente, el principio es distinto y también el final. Hemos cambiado el punto de vista porque en el libro es más masculino y aquí María Margarita toma el protagonismo. También quitamos a un hermano para que fueran solo tres.
«Cuando lees la novela parece lógico que siempre debería haber sido una película por los clips y la forma en que hay una relación directa entre lo que describe y lo que ves en la pantalla. Se siente muy orgánico. A Letelier le ha gustado mucho la película lo cual ha sido una alegría porque es una historia que sucede lejos de mi mundo».
P. ¿Qué piensa ahora del movimiento Dogma?
R. Amo el Dogma, fue fantástico, tuvo mucho éxito y me permitió encontrar mi voz. Pero yo ahora prefiero tocar con la gran orquesta.