David Trueba retrata a Eugenio: "El éxito de un artista es que su obra parezca hecha por el pueblo"
El 'biopic' del humorista "serio" de la Transición refleja a un hombre atormentado y complejo en una época en la que el fin de la represión propició un 'boom' cultural.
1 noviembre, 2023 02:21Novelista de títulos como Abierto toda la noche o Saber perder, articulista, director de cine ganador de dos Goyas como director y guionista de Vivir es fácil con los ojos cerrados en 2013. David Trueba (Madrid, 1969) es un creador hiperactivo además de miembro destacado de una estirpe fundamental en la cultura española que incluye a su hermano Fernando y su sobrino Jonás.
Tras dirigir la docuserie sobre las andanzas de los Pujol en la miniserie de HBO La sagrada familia, Trueba se fija en otro personaje que representa de alguna manera la propia catalanidad como Eugenio, junto a Chiquito el humorista más exitoso de la historia de nuestro país. Con su sempiterno cigarro y sus gafas oscuras, la pose de quien no se lo está pasando bien en absoluto mientras cuenta cosas en teoría graciosas, sus chistes como ese del padre que para no decir “culo” le dice “búho” a su hijo o el del catalán que después de encontrar una tirita se hace un corte para utilizarla han pasado a la cultura popular.
Encargo de la productora Warner, cuenta Trueba que para aceptar rodar la película puso como condición que le dejaran abordar la figura de Eugenio como “si fuera un personaje de ficción”. Interpretado por David Verdaguer, que clava su extraña combinación entre un ingenio luminoso y una cierta hosquedad de tintes oscuros, en Saben aquell vemos cómo primero pasa de joyero a cantante sin mucho éxito junto a su mujer, la cantante Conchita (Carolina Yuste) para finalmente convertirse en el hombre que llena teatros explicando “acudits” que comienzan con ese mítico “Saben aquell que diu…”
La relación con su mujer, esa Conchita que aguanta impertérrita sus desmanes, y unos hijos a los que quiere pero de los que parece huir, cobran importancia en un filme tierno en el que como cuenta Trueba "vemos como el humorista triunfó en un mundo anterior a Internet y los móviles en el que la cultura era más oral y las cintas de casette eran el equivalente a la viralización en redes sociales de hoy en día".
Pregunta. ¿Quería llamar a la nostalgia de los que vivieron aquellos años recuperando a un personaje como Eugenio?
Respuesta. Está muy entrecruzado en nuestra propia biografía. No creo que haya desaparecido porque está vivo en YouTube o en la propia televisión, donde se siguen emitiendo fragmentos de sus actuaciones. Una de las cosas de los artistas que aprecias desde niño es que cuando los vuelves a ver te recuerdan a ti viéndolo. Cuando somos pequeños los futbolistas te parecen gente mayor, y luego cuando te haces mayor te parecen niños. Mucha gente me ha dicho que la película les recuerda a su casa o a sus padres, se sentían identificados con los personajes de los niños. Me parece bonito que la gente traslade su propia experiencia vital y personal a la película.
P. ¿Por qué decide aceptar este encargo?
R. No me resultaba atractivo hacer un biopic oficial, una especie de documental realizado con actores así que dije que no hasta que me cedieron la creatividad. Yo quería hacerlo como una película de ficción, me invento un personaje que es Eugenio. Por eso me centro en un fragmento de la vida y cobra mucha importancia el personaje de la mujer. Quiero hacer esta película recuperando algunas anécdotas para transformarlas en escenas cinematográficas.
P. Eugenio acaba triunfando como humorista casi por casualidad. ¿Cómo analiza esa trayectoria?
R. No es un vocacional. No es uno de esos que practica delante del espejo y finalmente triunfa. Es curioso eso de dedicarte a una cosa que no creías, tienes mucho éxito y ganas mucho dinero. Lo que hizo fue inventar un personaje con sus características un poco más exageradas: su seriedad, su catalanidad… todo lo que hacía era exagerarlo un poco más. También se protegía para hacerlo de una manera personal, muy suya, y creaba un personaje que no era el habitual.
P. ¿Por qué la gente ya no cuenta chistes cuando en los años 70 u 80 era casi una epidemia?
R. Ya no hay chistes pero ahora hay memes que es un poco parecido. Cuando nosotros vivimos la explosión de las cintas de casette es un poco lo mismo que la viralizacion de ahora en el móvil. Hay algunos artistas que invadían nuestra esfera. Ahora estamos en un humor mas gráfico, más audiovisual y manejamos peor el lenguaje hablado por qué estamos en la era del audiovisual y los jóvenes recurren a él para expresarse. Mi padre nos premiaba cuando le recitábamos un poema, te daba 25 pesetas si te aprendías la canción del prisionero o del pirata. Era una cultura más oral que se desarrollaba en los cafés, en las tertulias…
P. En un momento dado, Eugenio sustituye a Franco por “un banquero” en un chiste sobre la falta de corazón y humanidad. ¿Huía a toda costa de hablar de política?
R. Con ese detalle lo que estoy contando es la refabricacion que realiza para universalizar el humor y que persistiera en el tiempo. Si no fuera por ese cambio hoy el chiste quedaría antiguo. Eugenio huía del humor que se hace en el día a día sobre personajes de moda para buscar un humor más trascendente. Diciendo “un banquero” en vez de Franco universaliza el chiste para hablar del poderoso sin mencionar al político de turno.
«Ese defecto de querer ser “moderno” lo ves muy claramente en la literatura. Me refiero a esos escritores que han querido ser el moderno de su momento y luego no hay nada mas antiguo que los modernos. Son modernos de lo que se lleva, porque hacen la literatura de moda pero en cinco años ya están anticuados. Me gustan los que tratan hacer algo que perdura, ajenos a las modas y no poniéndose al servicio de ellas».
P. Eugenio hace muchos chistes sobre matrimonios desavenidos. ¿Refleja un tiempo en el que aún no había divorcio y la gente no tenia más remedio que aguantarse?
R. Representa ese momento en el que se produce la ruptura de la pareja. Surge una nueva pareja de personas que no querían reproducir lo que habían visto como hijos en sus padres, por eso se echaban a la calle, no querían ser como ellos. Que la gente no se pudiera divorciar generaba una convivencia inútil. En el caso de Eugenio vemos también algo que es bastante común como que los hombres podían evadirse mucho más del mundo familiar. Eso era más cómodo para ellos y abusaban. En esa época son frecuentes las relaciones tortuosas con sus hijos. Es un retrato de esa época en la que un padre no cambiaba un pañal ni bañaba a un niño.
P. ¿Cómo ve a esa Conchita, su mujer, que aguanta tiros y carretas?
R. Es una relación muy habitual de ese tiempo, una relación donde la personalidad y el carácter de las mujeres se realizaba con mucho sacrificio. La mujer emprendía sin esperar recompensa, ni esperaba ser premiada por hacerlo. Desde la contemporaneidad a veces se juzgan como mujeres disminuidas, como que no hicieron la lucha que les tocaba en su momento. Sin embargo, cambiaron la mentalidad de sus hijos y sí hicieron evolucionar.
«Es ella la que le lleva al mundo del espectáculo, Eugenio siempre decía que “yo no existiría si no fuera por Conchita”. Y lo hace absolutamente por amor. El amor lo que pasa es que en muchas ocasiones no lo sabemos gestionar, pero hacemos muchas cosas por amor, solo que no sabemos hacerlo y también parece que no nos damos cuenta de la cantidad de cosas que hacemos por ese motivo».
P. En la película se habla mucho en catalán. ¿Algún jefazo le ha dicho que quizá hay demasiado?
R. Esta industria es un reflejo de lo que socialmente se nos quiere hacer creer. Me gustó lo que dijo el otro día el rey Felipe VI, debemos trabajar más desde la unión. Unión no es hacer que el otro haga lo que tú quieres si no respetar las culturas y tradiciones, lo otro es sometimiento. España va atrasada por haber festejado su lengua y su bandera para ganar adeptos, pero eso ha perjudicado que podamos disfrutar de la riqueza de tener lenguas diversas en nuestro Estado. Eugenio mezclaba el catalán y castellano, en el mismo chiste.
P. Eugenio salía a contar chistes lloviera o tronara. ¿Acabó siendo adicto al dinero, la fama, a su propio talento?
R. Escribí una novela que se titulaba Tierra de campos sobre un grupo de música. Cuando les pasaba algo malo, se estropeaba el aparato de sonido o se quedaban tirados con la furgoneta, decían eso de “There’s no business, like show business”. En esta profesión hay algo que está por encima de ti, incluido por encima de tus estados de ánimo. En el caso de los humoristas, muchas veces a la gente le sorprende que sean personas amargas o serias. Luego, era muy típico que cuando alguien se acercaba a Eugenio a decirle que le contara un chiste le preguntara por su propia profesión. Y si era zapatero le decía: “Pues hágame unos zapatos, ¿no?”.
P. ¿Reivindica con Eugenio la cultura popular?
R. La cultura popular es la cultura que se ha hecho popular y todo arte intenta ser popular. A veces unos trascienden la barrera del tiempo, creaciones que han superado las generaciones y pasan a ser un icono nacional. El mayor éxito de un artista es que su obra parezca hecha por el pueblo. Lo decía Chicho Fernández Ferlosio respecto a su canción Gallo rojo, gallo negro y es que el mayor éxito es que la gente ni siquiera sabe quien la ha hecho.
P. ¿Cómo ve ese momento tras la muerte de Franco en el que se produce una eclosión de la cultura?
R. Es un momento muy definitorio del mundo del espectáculo porque se terminó la censura. Por fin los artistas podían actuar sin que los guiones tuvieran que pasar previamente por la censura. Se abrieron muchos escenarios. Eugenio es producto de la eclosión de los locales underground de Barcelona. Eran shows en los que alguien cantaba y alguien hacia algún número de humor. Además de los teatros oficiales, se abrieron muchos espacios. Hubo un cambio radical también en que las mujeres comenzaron a salir solas, no estaban en casa ni tuteladas.
P. Vemos también esos locales llenos de humo. La película comienza con un cartelito en el que dice que aparece el tabaco pero se recuerda que es perjudicial para la salud. ¿Por qué quiso ponerlo?
R. Es el primer chiste de la película. Es como una obviedad para decir “acuérdate de como era, se va a fumar en esta película como se fumaba antes”. Los de mi generación cuando éramos adolescentes volvíamos a casa con la ropa apestosa cuando empezamos a salir. Una amiga me contaba que en su casa fumaban su padre y su madre y les decía “no fuméis los dos a la vez que no puedo ver la tele”. Se impregnaban de humo las paredes, los libros... Era muy típica la imagen de la madre con el bebé recién nacido en el hospital y diez personas fumando alrededor. La gente iba fumando en el tren o en el avión. Hay que acordarse de lo que significo reducir el tabaco en los espacios públicos.
P. ¿Cómo fue el trabajo con la pareja de actores protagonista, David Verdaguer y Carolina Yuste?
R. Le temo mucho al éxito y mientras rodaba la película me dije que “esta vez voy a estar a salvo, porque si la película funciona va a ser el éxito de los dos actores, de la grandeza de su trabajo”. Eugenio no sabe querer a su mujer, esto pasa muchas veces. David es muy creativo y maravillosamente inseguro. Estaba todo el rato preocupado porque pensaba que le fallaba la voz o se le iba el ojo. Llevaba mucha presión. Le di muy pocas indicaciones, resuelto el aspecto cosmético maquillaje, peluquería, le dije: “No caigas en la tentación de querer imitar a Eugenio”. Tenía que encontrar el alma del personaje, al fondo de los ojos. Carolina es una actriz fantástica y además tiene una voz increíble para cantar.