La luz en Canrey Chico
La directora de cine Claudia Llosa repasa su trayectoria y la evolución del cine en los últimos 25 años y afirma que "la creación de una película es una empresa compleja y titanesca".
"Llevó millones de años para que se desarrollaran los instintos del hombre. Tomará millones más para que siquiera varíen. Es moda hablar sobre el cambiar del ser humano. Un comunicador debe preocuparse por el ser humano inmutable. Por su impulso obsesivo de sobrevivir, ser admirado, tener éxito, amar, cuidar de los suyos".
Esta cita de Bill Bernbach me lleva a reflexionar sobre lo que está en el corazón de todo, más allá de la transformación incesante que vivimos. Las plataformas evolucionan, la tecnología avanza y las audiencias se fragmentan, pero la necesidad de historias sigue siendo inmutable. La esencia perdura.
Sonrío al recordar los cambios positivos que he presenciado, como el avance del papel de la mujer en la industria del cine y la creciente diversificación del contenido y su accesibilidad. Sin embargo, reconozco la fragilidad de estos avances. Nuestra responsabilidad es hacer que también perduren.
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Cuando filmé mi primera película, Madeinusa (2006), hace 17 años en un remoto pueblo de la Cordillera Blanca llamado Canrey Chico, la ausencia de electricidad era evidente. Llegamos a un acuerdo con la comunidad para establecer un sistema de trueque como retribución, que consistió en coordinar y financiar la instalación de alumbrado público.
En el día en que comenzamos la filmación, la plaza se iluminó por primera vez y, un año después, proyectamos allí la película. Muchos de los protagonistas, secundarios y casi todos los extras eran originarios del pueblo y se vieron en la gran pantalla por primera vez. La emoción los embargó y, todos juntos, celebramos ese momento.
Toda esta colaboración mutua se basó en la confianza, ya que en la zona no existía una entidad que gestionara las localizaciones públicas para la industria cinematográfica. El cine se hacía realidad a través de la pasión y la acumulación de experiencias aisladas en las escasas películas que se rodaban en Perú en ese período.
Sonrío al recordar los cambios positivos que he presenciado, como el avance del papel de la mujer en la industria
Actualmente, se producen unas 74 al año, y existe una comunidad cinematográfica más sólida y diversa. Sin embargo, las películas independientes o hechas en lenguas originarias están en peligro debido a una nueva propuesta de ley que atenta contra la diversidad étnica y excluye la posibilidad de que la producción nacional se financie solo con fondos del estado.
Esto refleja los desafíos actuales que encaramos en la industria cinematográfica a nivel global y resalta la vital importancia de adaptarse a los cambios. Sin embargo, el aspecto esencial radica en hallar un equilibrio para preservar lo propio, lo personal y lo autoral.
En estos 17 años tuve el honor de dirigir otras tres películas. La teta asustada (2009) llegó con el maravilloso Oso de Oro y la nominación al Oscar, un punto de inflexión que me permitió trabajar en proyectos de mayor presupuesto con actores a quienes admiro, como Jennifer Connelly, Cillian Murphy, Maria Valverde o Dolores Fonzi.
También participé en producciones de series de gran envergadura, como Echo 3 (2022) e Invasion (2021) de Apple TV, y conocí colaboradores que transformaron mi perspectiva, como Samantha Schweblin.
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Sin embargo, a pesar de toda esta experiencia, el horizonte sigue siendo incierto. La creación de una película es una empresa compleja y titanesca. En ocasiones, me cuestiono por qué sigo haciendo esto. Entonces, pienso en Canrey Chico, que esperó décadas para ver la luz eléctrica en su plaza.
Comprendo que la espera es siempre activa. La obligación puede sofocar el deseo. Por eso, sé que mi deseo de escribir y crear películas es genuinamente libre. La razón por la que persevero es la misma que me llevó a escribir poesía a los seis años: conectar desde mi propia perspectiva con la experiencia ajena, narrar a través de una historia intentando conservar su complejidad y sencillez, su belleza y humor, y que me permite sentir vulnerabilidad al desnudar mi alma.
Claudia Llosa (Lima, Perú, 1976) es cineasta, escritora y productora. Ganó el Oso de Oro de Berlín por La teta asustada en 2009. Ha dirigido filmes como Madeinusa (2006), No llores, vuela (2014) y Distancia de rescate (2021)