El regreso de Víctor Erice con Cerrar los ojos, filme que presuntamente cierra su trayectoria, se impone en un año marcado por cineastas noveles como Itsaso Arana, Laura Ferrés, Estibaliz Urresola o la dupla Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vasquez. Robot Dreams refleja el alto nivel de la animación española en una lista en la que aparecen cinco directoras.
Consulte aquí las votaciones de nuestros críticos.
1. Cerrar los ojos, de Víctor Erice
El filme con el que Víctor Erice (Carranza, Vizcaya, 1940) ha regresado 30 años después de El sol del membrillo (1992), y con el que –presuntamente– cierra una trayectoria legendaria, es una elegía que exorciza proyectos frustrados o pendientes, como La promesa de Shanghai o la segunda parte de El sur, una reflexión sobre la degradación de la memoria y la escenificación del enfrentamiento entre el clasicismo y la modernidad en el cine.
La historia del director Miguel Garay (Manolo Solo), al que es inevitable ver como un trasunto del propio Erice, y su intento del resolver el misterio de la desaparición en uno de sus rodajes del actor Julio Arenas (José Coronado) se estructura a través de fundidos a negro que fragmentan la narrativa, construida a cuatro manos entre el director y Michel Gaztambide, en un filme que apuesta por la comunión entre vida y cine.
2. Upon Entry (La llegada), de Juan Sebastián Vasquez y Alejandro Rojas
Combinando con tino los ingredientes del drama intimista y el thriller procesal, Upon Entry (La llegada), el debut en la dirección de los venezolanos afincados en Barcelona Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vasquez, no da respiro ni a sus protagonistas ni al espectador.
Concebida como una fábula kafkiana con una dosis extra de psicologismo, la película sumerge a una pareja común –un urbanista y una bailarina– en el desangelado limbo de la zona de inmigración del aeropuerto de Nueva York. Se hace fuerte por la finura de sus diálogos.
3. Las chicas están bien, de Itsaso Arana
Con el sello de Los Ilusos, la productora de Jonás Trueba, la ópera prima de Itsaso Arana (Tafalla, Navarra, 1985) se sostiene en el talento de sus cinco actrices (Irene Escolar, Bárbara Lennie, Itziar Manero, Helena Ezquerro y la propia Arana), que interpretan versiones ficticias de ellas mismas.
Reunidas en una casa de campo, ensayan una obra de teatro y debaten sobre la muerte, el amor, la actuación, la belleza, el deseo… Un filme emotivo y ligero que opta por apropiarse de los cuentos clásicos para ofrecer un nuevo tipo de camaradería femenina.
4. Creatura, de Elena Martín Gimeno
Uno de los filmes españoles más estimulantes, resbaladizos y perturbadores de los últimos años, destinado a generar encendidos debates entre los espectadores tras el visionado, ganador del principal premio de la Quincena de Cineastas de Cannes.
Elena Martín Gimeno (Barcelona, 1992) dirige el filme e interpreta a una treintañera incapaz de sentir placer con su pareja. Recurriendo a regresiones en forma de largos flashbacks y secuencias oníricas, Creatura trata de revelar los malentendidos del aprendizaje sexual femenino planteando preguntas incómodas.
5. O Corno, de Jaione Camborda
Concha de Oro de San Sebastián, O Corno apuesta por un cine de los cuerpos para articular una celebración sombría de la lucha por la emancipación y la vida de una mujer condenada a la clandestinidad en la Galicia profunda de 1971.
Remitiendo a Claire Denis o Kelly Reichardt, la propuesta de Camborda (San Sebastián, 1983), un alegato contra el consevadurismo y la xenofobia, oxigena a todo pulmón un cine español necesitado de miradas alejadas del costumbrismo y el naturalismo.
6. Robot Dreams, de Pablo Berger
La nostalgia, la narración sin diálogos y el interés por representar el subconsciente marcan el primer proyecto de animación de Pablo Berger (Bilbao, 1963), adaptación de una novela gráfica de Sara Varon, en el que vemos un mundo habitado por animales antropomórficos en el que los robots ejercen de mascotas.
Remitiendo a Chaplin o Tati, y apostando por el minimalismo en los gestos de los personajes, la película funciona también como un sentido homenaje al Nueva York de los 80.
7. La imatge permanent, de Laura Ferrés
Si el valor de una película se midiese por su audacia y singularidad, el debut en el largometraje de Laura Ferrés (Barcelona, 1989), Espiga de Oro de la Seminci, debería figurar como un logro mayúsculo.
La imatge permanent, que arranca en la España de posguerra para trasladarse a una Barcelona charnega y proletaria, se presenta como un drama formalista con toques de humor absurdo sobre dos mujeres mayores y solitarias que aprenden a cuidarse mutuamente.
8. 20.000 especies de abejas, de Estibaliz Urresola
Acercamiento a la realidad trans, la primera pélicula de Estibaliz Urresola (Llodio, País Vasco, 1984) se asienta sobre un realismo de corte sensible en 20.000 especies de abejas que, sin renunciar a los códigos del costumbrismo, busca su singularidad en un proceder elíptico y en una dirección de actores que escapa a toda costa de la artificiosidad.
La pequeña Sofía Otero, que interpreta a un niño que se rebela contra su identidad de género, fue galardonada con el Oso de Plata en la Berlinale.
9. Samsara, de Lois Patiño
Premio Especial del Jurado de la sección Encounters del Festival de Berlín, la nueva película de Lois Patiño (Vigo,1983) nos regala una experiencia inmersiva y sensorial.
El cineasta, que aborda el tema de la reencarnación, profundiza en su exploración formal del lenguaje cinematográfico indagando en la representación de lo invisible en el cine y planteando al espectador el reto de percibir un fragmento de la película con los ojos cerrados, para que la sala sea un espacio de meditación.
10. El amor de Andrea, de Manuel Martín Cuenca
Itinerario de búsqueda, reencuentro, decepción, desgarro y, finalmente, de aceptación lúcida y vital de la realidad, la peripecia de la adolescente Andrea en Cádiz es observada por la cámara discreta y atenta de Manuel Martín Cuenca (El Ejido, 1964), respetuosa y silente, nunca intrusiva, capaz de capturar sutiles rictus de amargura y de rebeldía, de inseguridad, determinación y ternura a la vez. Un filme en el que el director explora nuevos territorios.