Los veteranos Martin Scorsese, Aki Kaurismäki, Nanni Moretti, Steven Spielberg y Paul Schrader demuestran que la edad no es un impedimento para entregarse a una creación desbocada, enérgica y sin ataduras. El misterio, por su parte, envuelve las propuestas de tres mujeres con un prometedor futuro por delante (Justine Triet, Laura Citarella y Joanna Hogg).
Consulte aquí las votaciones de nuestros críticos.
1. Los asesinos de la luna, de Martin Scorsese
Martin Scorsese (Nueva York, 1942) continúa, a sus 81 años, revelando los pliegues más sórdidos del mito americano. Ni el noir, ni la épica histórica, ni el turbio melodrama, aunque de todo ello se alimenta, se acercan con tanta precisión al espíritu de Los asesinos de la luna como lo hace el wéstern.
El filme, que narra los asesinatos cometidos por la población blanca para expoliar los pozos petrolíferos hallados en el territorio de los indios Osage (Oklahoma), destapa sin tapujos, con activismo político y conciencia revisionista, la fiebre del oro negro como la raíz de esa poderosa alianza que ha forjado Estados Unidos: el poder, el dinero y la violencia más abyecta.
Una propuesta demente que discurre por un pathos sereno, sin estridencias, confiado en la maestría de un cineasta que, sobrado de madurez, no quiere gritar para hacerse oír ni exhibirse para hacerse ver.
2. Fallen Leaves, de Aki Kaurismäki
Aki Kaurismäki (Orimattila, Finlandia, 1957), el tío-abuelo simpático del cine europeo desde que Agnès Varda nos dejara, ha presentado la cuarta entrega de su saga del proletariado: Fallen Leaves, una comedia romántica sin tapujo ni remordimiento alguno.
Protagonizada por una repositora de un supermercado y un jornalero adicto al alcohol, el filme urde un tapiz cinéfilo repleto de alusiones a los grandes maestros, lanza un claro mensaje antibélico e ilustra el discreto poder de la sororidad entre los más desfavorecidos. Una sencilla obra maestra.
3. Scarlet, de Pietro Marcello
Una sesión de espiritismo cinematográfico. En Scarlet, Marcello (Caserta, Italia, 1976) incluye found footage que marca la textura visual del filme, provocando la sensación en el espectador de estar ante una invocación del pasado.
A ello contribuye una poética del cuerpo que se centra en Raphaël, un rudo artesano capaz de realizar los trabajos más delicados que, tras combatir en la Gran Guerra, descubre que su mujer ha muerto y que debe cuidar de su hija Juliette. El filme mutará en un heterodoxo cuento de hadas a medida que la joven crece.
4. La hija eterna, de Joanna Hogg
Joanna Hogg (Londres, 1960) reincide en el espejismo fílmico y la autoficción de su díptico The Souvenir (2019-2021) en La hija eterna, en donde medita sobre el irrompible y complejo vínculo que la unió a su progenitora, fallecida tras el rodaje de la película.
La historia sigue a una madre y una hija (ambas interpretadas por Tilda Swinton) que deciden pasar unos días juntas en un hotel, enmarcado en una potente aura gótica. Una película que se asienta en lo memorístico y que, en su exploración de lo tétrico, invoca al mejor Alfred Hitchcock.
5. Trenque Lauquen, de Laura Citarella
La más sugerente propuesta del colectivo argentino El Pampero, responsable de trabajos anticomerciales y marcadamente punks como La flor (Mariano Llinás, 2018).
El misterioso filme de Citarella (La Plata, 1981) despliega en 250 minutos varios hilos narrativos de manera simultánea. Su atmósfera subyugante no desemboca en aguas siniestras, sino que abraza una luminosidad, un soterrado humor y un gusto por el diálogo que la vuelven realmente deliciosa.
6. El sol del futuro, de Nanni Moretti
La vital película de Nanni Moretti (Brunico, 1953) puede verse como un manifiesto fílmico en contra del dogmatismo. En clave política, el cineasta denuncia los problemas que tuvo la izquierda italiana para desmarcarse del estalinismo, mientras que, en términos artísticos, lleva más lejos que nunca la idea de un cine libérrimo.
Además, hay inspirados gags humorísticos, fantásticos momentos musicales y un conmovedor drama matrimonial.
7. El maestro jardinero, de Paul Schrader
Paul Schrader (Grand Rapids, Michigan, 1946) atraviesa uno de los momentos más inspirados de su larga carrera.
Tras El reverendo (2017) y El contador de cartas (2020), cierra su trilogía sobre el remordimiento, la culpa y la redención con su filme más luminoso y optimista, protagonizado por un estoico jardinero de pasado violento que se hace cargo de una problemática aprendiz de color. Una historia de amor con turbios momentos y poéticas (y digitales) catarsis.
8. Decision to Leave, de Park Chan-wook
Decision to Leave es un poliedro reflectante en el que Park Chan-wook (Seúl, 1963) despliega, con plena conciencia de que está en su mejor forma creativa, un extremo virtuosismo, con anabolizantes digitales.
El director conmueve con un dramático y romántico triángulo amoroso cruzado con una intriga criminal, contado de forma sensorial y sensual, distinta y exquisita, trazando un estimulante círculo entre Vértigo y la abrasiva Instinto básico.
9. Los Fabelman, de Steven Spielberg
La película autobiográfica de Steven Spielberg (Cincinatti, 1946) conmueve por sus fogonazos de genialidad, nos depara una felicidad inesperada por una narrativa in crecendo que nunca parece agotarse y nos conduce con humildad a lugares insospechados gracias a un océano de sabiduría cinematográfica.
El espectacular epílogo, en el que John Ford y David Lynch se fusionan, es una cima en la historia del cine americano.
10. Anatomía de una caída, de Justine Triet
Ganadora de la Palma de Oro de Cannes, la nueva película de la francesa Justine Triet (Fécamp, 1978) sigue los pasos de una mujer acusada de haber asesinado a su marido.
Tras su fachada de riguroso drama judicial, el filme esconde una encendida denuncia del sesgo heteropatriarcal que opera en la sala de máquinas de la vida en sociedad y abraza el true crime para explorar la naturaleza impenetrable de la verdad.